Primer centenario de Secundino Delgado,
padre del nacionalismo canario
Jaime
Bethencourt Rodríguez *
El 17 de mayo de 1980,
tres años después de haberse celebrado las primeras elecciones democráticas
en España, los canarios despertábamos con la noticia de que el día anterior
se había procedido al secuestro gubernamental del libro "Secundino
Delgado. Apuntes para la historia del padre de la nacionalidad canaria". La
retirada de todas las librerías de los ejemplares de la publicación de la que
era autor Manuel Suárez, ordenada por el Ministerio de Cultura español,
pretendía imponer y prolongar la mordaza colonialista sobre Secundino Delgado
Rodríguez y su obra. Un canario de Tenerife que, tras emigrar a territorio
americano, como tantos otros compatriotas, desarrolla en el exterior una amplia
labor en los movimientos revolucionarios de emancipación de Venezuela y Cuba,
pero siempre ligada a la aspiración de formalizar en el interior de Canarias un
movimiento de liberación que, al igual que en aquellos dos países, concluyese
con la dominación española en el Archipiélago.
La larga peregrinación
de Secundino entre Canarias y aquellos países americanos comienza en Cuba en el
año 1895, sumando a su actividad laboral, posiblemente relacionada con el
cultivo del tabaco, la estrecha colaboración con los independentistas cubanos.
Posteriormente, Secundino Delgado se establece en Tampa (Estados Unidos),
participando en la redacción del periódico "El Esclavo", publicación
también ligada al movimiento de independencia cubano. Tras participar en el año
1895 en una huelga de tabaqueros en la referida localidad a través de las
comisiones sindicales, es acusado de formar parte de los cabecillas del
movimiento, siendo detenido junto a varios trabajadores.
Secundino Delgado, tras
esta primera incursión en EEUU, vuelve a Cuba y allí continuará su actividad
política, lo cual complica aún más sus enconadas relaciones con el gobierno y
es acusado por las autoridades coloniales españolas de haber colaborado en la
colocación de un explosivo en la Capitanía General de La Habana, hecho este
sin elemento probatorio alguno que pudiese vincular a Secundino en su autoría.
Hacia 1896, Secundino
regresa a Canarias y durante unos meses permanece en las Islas, abandonando
nuevamente Tenerife para esta vez expatriarse en Caracas tras ser advertido de
que el sanguinario general Valeriano Weyler (a quien aún hoy vergonzantemente
dedica una plaza la ciudad de Santa Cruz de Tenerife), le sigue los pasos para
detenerle. En la patria de Bolívar acentúa su actividad en denunciar la
ocupación española en Canarias, dándole a sus reivindicaciones y proclamas un
carácter marcadamente obrerista a la vez que despreciativo con el papel
desarrollado por España en Canarias desde la época de la conquista. Es así
como, en torno al periódico "El Guanche", establece contacto con la
amplia colonia canaria en Cuba, encontrando además algunos colaboradores de su
causa en el interior, como fue el caso del fundador del Diario de Avisos,
Esteban Guerra Zerpa.
Por sus actividades políticas
contrarias a los intereses españoles, Secundino es expulsado de Venezuela,
volviendo a Canarias en 1898, momento en el que se produce en las Islas un
importante auge del proletariado urbano y el nacimiento de organizaciones
obreras. En ese ambiente, Secundino Delgado entabla relaciones con José Cabrera
Díaz y la Asociación Obrera de Canarias, que entonces editaba el periódico
"El Obrero". En el año 1902, Secundino Delgado es detenido, haciendo
recaer sobre él la acusación de fabricar el explosivo que fue utilizado seis años
antes en un atentado contra la Capitanía General de La Habana. Es trasladado a
Madrid y encarcelado en la Cárcel Modelo. Allí es visitado por Nicolás Estévanez,
quien incluso llega a realizar gestiones para su liberación. Tiempo después,
es puesto en libertad sin cargos. Regresa a Canarias y vuelve a viajar a América,
donde publica "¡Vacaguaré!". Y ya en el año 1902 regresa
definitivamente a Tenerife para morir el 4 de mayo de 1912. Sus restos mortales
se encuentran en un lugar indeterminado del cementerio de San Rafael y San Roque
de la capital tinerfeña, camposanto que, recordemos, se encuentra en estado
semirruinoso por la desidia de un gobierno municipal que, precisamente, se dice
vinculado ideológicamente a Secundino.
Se cumple ahora, por
tanto, el primer centenario de la muerte del denominado padre del nacionalismo
canario, consideración esta atribuida con toda justicia al ser Secundino
Delgado, con certeza, el canario que, con una excepcional proyección
internacionalista en su compromiso con la lucha por la liberación de los
pueblos, más ha aportado a la causa de la emancipación de Canarias.
Una vez iniciada a
finales de los 70 del pasado siglo la dura y peligrosa empresa del rescate de la
figura de nuestro personaje, hoy prácticamente todas las organizaciones de ámbito
canario le reivindican. Pero, por encima de las interpretaciones interesadas,
Secundino Delgado levantó como única bandera la independencia de Canarias, y
junto a ella la de la emancipación de la clase trabajadora del Archipiélago,
posicionamientos sociales e ideológicos estos muy distantes al de algunas
organizaciones políticas del entorno gubernamental que hoy le aclaman.
En esta tierra aún
colonizada, las palabras y los hechos vuelven a marchar por caminos divergentes,
no conociéndose de ninguna institución oficial canaria que haya programado
acto alguno de homenaje a Secundino Delgado con ocasión de cumplirse el 4 de
mayo del presente año el primer centenario de su muerte.
* Secretario
de Comunicación de Intersindical
Canaria
Artículo publicados asmismo en: