El orgullo guanche se despierta ante la presión colonial

Antonio García Luis

Los canarios estamos más que hartos de verificar los datos estadísticos por regiones y con relación a los salarios y de reafirmar que la balanza retributiva salarial canaria es la más baja de todas, tras concurrir lo mismo y sin variar durante décadas y más décadas.

La población autóctona cuenta con el salario más bajo a nivel nacional español y la capacidad del poder adquisitivo se nos merma, y es por lo que la adquisición de bienes inmuebles es una odisea incluso trabajando un matrimonio, y sin ocurrírsele tener hijos, pues es inviable hacerle luego frente al pago de su vivienda con una hipoteca, junto a la cesta de la compra, que, por otro lado, nos resulta la más encarecida. Y se nos suman las dificultades con el índice del paro más elevado.

Por todo esto se nos hace más fuerte la cuesta arriba para llegar a final del mes; esto es así porque el dicho así bien dice que quien calla otorga; y otro: quien no llora no mama. Para lo cual si, ante esta impuesta situación con el horizonte a perpetuidad del colonialismo español, los canarios seguimos sometidos a las mismas condiciones, las de servidumbre y las de sumisión, los verdaderos culpables somos nosotros mismos, al ser los perdedores de su batalla política.

¿Quiénes viven en las islas en zonas residenciales? ¿Quiénes trabajan mayoritariamente en los puestos relevantes u oficiales? ¿Quiénes nos imponen el importe de los salarios? ¿Son los españoles o somos los canarios? La sabiduría, la de la madre naturaleza, nos avisa de que "el pez grande se come al chico". Pero hay otra ley en las Islas Canarias que nos legó nuestro antecesor guanche, y es: ¡si el chico se deja comer! Por todo ello se reclama nuestra independencia por razones obvias de discriminación social. El orgullo guanche es el arraigo a la tierra, con la lucha contra el hambre y la esclavitud, y apelar a la soberanía de Canarias es nuestro derecho avalado por la ONU.