Presencia canaria en Venezuela (I)
Francisco
R. González Alonso
La presencia canaria
en Venezuela, a raíz del descubrimiento de las Indias Occidentales -continente
americano-, no es fruto de la autodeterminación de nuestros pueblos insulares.
El pueblo guanche fue sometido a la Corona de Castilla cuatro años después del
Descubrimiento, en 1496, pues había resistido ferozmente ante fuerzas invasoras
durante casi un siglo, y décadas antes de ser conquistado fue víctima de la
rapiña, piratería y comercialización esclavista, al ser vendidos como esclavos
miles de aborígenes guanches en la Europa medieval.
A pesar de todas estas
calamidades que sufrieron nuestros primitivos pobladores de las Islas Canarias,
los guanches, y el cruce genético experimentado por la presencia de los
conquistadores castellanos, nuestra raza aborigen permanece en las actuales
generaciones, de acuerdo a los análisis realizados por la antropóloga alemana Ilse Swidesky, al ratificar que
el 67% de la población canaria conserva los genes raciales de nuestros
primitivos pobladores.
Al analizar los
factores endógenos y exógenos que gravitaron sobre la población aborigen de las
Islas Canarias después de haber sido conquistadas, manifiesto que nuestra
presencia canaria en América, por ende en Venezuela, no se debe interpretar
como que nos impulsó el afán de dominio que manifestaban los conquistadores
castellanos; nuestro pueblo aborigen era víctima de la presión dominadora y no
tenía otra alternativa que sumarse a la legión de miles y miles de conquistadores
castellanos. O aceptaban emigrar hacia las nuevas tierras descubiertas, o eran
vendidos como esclavos en el viejo continente europeo. Por supuesto que no
tenían otra alternativa que elegir, y es así como nuestros pueblos insulares, a
pesar de ser utilizados como esclavos remeros en las calmas tropicales,
prefieren emigrar a lo desconocido que sufrir la esclavitud, aunque fuesen
usados en la conquista del continente americano.
Nuestra presencia en
América fue impuesta brutalmente por los conquistadores castellanos en calidad
de esclavos, no la alimentaron las apetencias de conquista que tenían los
castellanos, sino la de evadir el dominio absoluto que sufrían nuestros pueblos
insulares al quitarles sus propiedades, abusar de sus mujeres y someterlos a la
esclavitud. Nuestra presencia en América fue, y sigue siendo, a causa de que
nuestras Islas Canarias tienen un "statu quo" político colonial por
casi seis siglos, y los canarios queremos vivir en libertad plena que aún no
tenemos.
Para el año 1542, el
75% de los pobladores que existían en Venezuela eran descendientes directos de
los emigrantes canarios, y las primeras manifestaciones de rebeldía contra el
poder colonialista las realiza un emigrante nacido en la isla más pequeña del
Archipiélago Canario, El Hierro (Hero), hoy amenazada
por erupciones volcánicas que tienen muy deprimida a su población. Me estoy
refiriendo a don Juan Francisco de León, cuando se enfrenta a la Compañía
Guipuzcoana, que controlaba con gran rigor la comercialización del cacao y del
café. Esto le costó, además de la cárcel, su propia vida meses después en la
Carraca de Cádiz.
Nuestra presencia en
el movimiento emancipador, donde una minoría obligada permaneció apoyando el
estatus colonial, la mayoría se plegó a las fuerzas de liberación contra el
poder real constituido durante siglos.
Al observar los
caracteres intrínsecos del hombre hispanoamericano o latinoamericano, no
dudamos en afirmar que su sello de identidad es fruto de su gran mestizaje. El
indio, el blanco y el negro se mezclan para constituir a través del tiempo el
tipo humano dominante que habita desde Alaska hasta la Patagonia.
Cuando se inician los
roces sociales entre los diferentes estamentos humanos, surgidos a raíz de un
global mestizaje, comienzan las luchas políticas en Venezuela entre blancos,
negros, indios y pardos.
En 1770 es cuando la
Corona equipara los derechos de los nativos de las Islas Canarias con los
españoles en Venezuela, y esto se debió al conflicto entablado por don
Sebastián Miranda Ravelo, padre del que sería más
tarde el precursor de la independencia de Venezuela, don Francisco de Miranda.
Don Sebastián denuncia a la aristocracia caraqueña entronizada en el Cabildo,
que lo acusa de mulato, comerciante e indigno para ejercer el cargo de capitán
de la Sexta Compañía de Fusileros del Batallón de Blancos Isleños de Caracas.
Este conflicto genera entre las clases populares solicitudes de
reivindicaciones sociales a la Corona, pero los canarios, siendo notoriamente
blancos, siguieron considerados como pardos o mulatos, limitando sus derechos
sociales. Desde entonces comienza una verdadera insurrección por vía legal de
las "castas inferiores", que a partir de 1810 deciden tomar el camino
de la violencia.
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