Porque me siento Canaria
Victoria Dorta
Me encanta el gofio. Mientras pueda seguiré dando vida a esta costumbre isleña tan nuestra de enriquecer frecuentemente desayunos, almuerzos o cenas, según se tercie, con el nutritivo alimento canario. Aunque me encuentre lejos de nuestras islas, esta harina milagrosa, el gofio, forma parte de mi existencia diaria y, por supuesto, de mi dieta; la suelo mezclar con profundas y sentidas folías e incluso a veces le brindo la compañía de un vasito con vino de la tierra, esto último para ahogar las distancias que duelen y para alegrar el paladar con auténticos sabores del terruño. Cada vez que regreso al país canario tengo por costumbre surtir la lata del gofio que llevo en la maleta con el sano y rico polvo alimenticio.
Los besos y sentidos abrazos de mis seres queridos; un frasco con
mojo picón del nuestro, regalo de una vecina de toda la vida a la cual llamamos
cariñosamente Pachoboca; queso blanco de las Islas y las notas de un timple,
entre otras cosas, me alegraron de una manera bastante saludable y melodiosa el
viaje de vuelta al frío invierno.
Creo que es eso, estar residiendo en otras latitudes de forma
permanente, lo que me hace aferrarme a él, me refiero al gofio; lo que me hace
pensar constantemente en nuestras tradiciones en general, para no olvidarlas o
terminar cambiándolas por las de turno. En fin, cada uno obra según su
conciencia y yo, como emigrante canaria, solo Dios sabe hasta cuándo, tengo que
mantener vivas las costumbres y tradiciones del terruño isleño, porque así lo
quiero, porque me siento orgullosa al colaborar con mi humilde granito de arena
para que estas no se pierdan; al menos lo intento, por aquello de "nunca
olvides tus raíces"; también porque soy realista y consciente de que si
los canarios no defendemos lo nuestro ¿quién va a hacerlo entonces?
Estoy espiritualmente abierta a otras culturas (eso por supuesto); me gusta aprender de las formas, olores culinarios y colores de sus tradiciones e incluso quiero conocer, cuando me es posible, lo mejor de ellas, pero ¿cómo podría yo olvidar las mías propias si son las de mi tierra? ¿Cómo borrar de mi mente la emoción que siento al escuchar unas folías si crecí junto a ellas? ¿Cómo olvidar esas cumbres, barrancos y orillas que aún hoy estando lejos forman parte de mi yo más profundo? Siento el aliento de la brisa cuando sueño el paisaje de unas islas que enamoran volcanes. Hoy pienso en ti y respiro versos con aromas de mar, gofio y retama.
Déjame
escuchar folías; déjame
arrugar las papas; déjame
decir mi niña; déjame
que diga guagua; déjame
que cante al gofio; déjame
que alegre el alma; déjame suspirar islas y que las llame "mi [patria"; ¿Y
me preguntas por qué? Porque
me siento canaria. Victoria
Dorta |