Lo poco que vale el dinero
Wladimiro Rodríguez Brito
El
próximo domingo termina una etapa preciosa en mi vida, en la que he tenido la
suerte de contar con un equipo humano motivado, que ha hecho con cariño y
entrega un trabajo de defensa de nuestra naturaleza, obviando en muchos casos el
convenio laboral, porque cuando hay fuego ni se mira el reloj ni las horas
extras ni si has comido o no.
Hemos compartido muchos
ratos agradables y otros un tanto amargos, sobre todo en las cumbres de la isla
picuda, en la que cito algunos casos como referencia de una historia que está
llegando a su punto y final. Así, en la pista de Agua Agria, en Vilaflor, tuve
la primera oportunidad de encontrarme con unos "catedráticos de la
Universidad de Harvard" -que no tienen título pero sí conocimientos- que
dieron un contrafuego ante una situación extremadamente grave en la que el
fuego bajaba hacia la embotelladora de Pinalito -con miles de recipientes de plástico-,
que podía generar una nube tóxica hacia el pueblo de Vilaflor. Por ello, el
contrafuego que dieron las brigadas que dirigían Miguel Rodríguez y Antonio de
la Cruz, pararon lo que podía haber sido un desastre. Fue una lección del
conocimiento de nuestros queridos "magos" y del trabajo bien hecho,
aun con riesgos para esas personas.
En esa madrugada, un
camión averiado en este incendio me permitió conocer a un personaje que ahora
es un buen amigo, Agustín Perera, un mecánico del parque móvil entregado las
veinticuatro horas a su trabajo y que conoce con detalle a cada uno de los
conductores y el estado de los vehículos que ruedan por la isla de Tenerife.
Agustín es parte del patrimonio ambiental de la isla y ha defendido nuestra
naturaleza en los últimos treinta años.
En el incendio de La
Guancha, con viento fuerte del noroeste en el que el fuego bajó por debajo de
la carretera, en la zona del Pinalete, conocí a un profesional de un valor
extraordinario que se llama Francisco Ravelo, que con viento de copa estaba
defendiendo con sus cuadrillas unas casas de El Farrobo y El Frontón, rodeadas
de pinos de más de veinte metros de altura que estaban ardiendo. He tenido la
suerte de conocerlo posteriormente en su trabajo de entrega y cariño a nuestros
montes y su compromiso con esta tierra, liderando el grupo de los guanches de El
Amparo (del grupo folclórico El Hachito) y siendo pionero junto con Manuel
Reyes del Beñesmén en San Juan de la Rambla. Francisco ha sido un hombre
comprometido con la naturaleza y la cultura de la tierra, como pone de
manifiesto, entre otras cosas, el mantenimiento del parral de viña de la Casa
Forestal de Icod.
En el incendio de La
Palma llevamos a unas cuadrillas de esperanceros con Fidelillo (que en paz
descanse) al frente, y pararon con un contrafuego el avance del mismo en el
barranco de Las Grajas hacia la llanada de Gallegos, donde evitaron que el fuego
siguiese hacia el sur de la isla. Nos enseñaron cómo se hace un contrafuego
tirando bengalas ladera abajo, algo que hasta ese momento yo no conocía.
En el gran incendio de
2007, entre el Cerrogordo y San Juan del Reparo, hacia La Montañeta, me di
cuenta de que sé muy poco sobre el fuego, con llamaradas que superaban los
quince metros de altura. Fueron testigos de esa lucha dispar entre el hombre y
la naturaleza el capitán de la UME, el portavoz del PSOE en el Cabildo y, por
supuesto, el conductor del Cabildo, Heriberto Padrón, mi querido Bertín, al
que tengo tanto que agradecer. Ahí confirmé que no todo está en unas
coordenadas controladas por los GPS y por los supuestos hombres de Harrelson,
que resuelven todo de forma feliz.
La lucha contra el
fuego tiene sus riesgos, y la principal herramienta con la que contamos es la
prevención, la preparación de nuestra gente y, por supuesto, el cariño, la
profesionalidad y la entrega con la que gran parte del personal de Medio
Ambiente del Cabildo ha realizado su labor. Dicho trabajo a veces no ha sido
suficientemente valorado, y, como no cotiza en Bolsa, solo nos acordamos del
fuego cuando se quema el monte y hay un problema de seguridad para nuestra
gente. ¿Cuánto valen la masa forestal de Tenerife y los equipos humanos que la
cuidan?
No quiero olvidar a José
Gregorio, Cristóbal Rodríguez, Buenaventura Machado y los equipos humanos que
han trabajado con ellos, que siguen siendo parte del patrimonio para el
mantenimiento de nuestra tierra. Junto a ellos, quiero destacar la labor de
reforestación realizada durante estos años, en la que han participado muchas
empresas, con un papel destacado de Tragsa, con Salvador Domínguez al frente,
que hizo un esfuerzo para preparar equipos de riegos y balsas desmontables para
regar los pinos que se han plantado en el sotavento insular.
Los nombres y apellidos
que aparecen en este artículo son representativos de un colectivo de más de
seiscientas personas a las que he tenido la suerte de dirigir. Hago extensivo el
agradecimiento a todos mis compañeros del Cabildo y a los dos presidentes con
los que he trabajado, que han sabido aguantar "mis cosas" y me han
respaldado, y a otros tantos anónimos que en estos dieciséis años me han
mostrado su apoyo de una u otra manera para desarrollar un trabajo en el que,
aunque ha habido algún momento ingrato, se cierra, en mi opinión, con un
balance satisfactorio.