¿NO HAY MAL QUE POR PLAYA NO VENGA?

 

Javier Guillén

"Playa de la Vergüenza"

No hace muchos días, alguien me dijo de la existencia de una hermosa y como nueva playa que se había formado (o cambiado sus condiciones como de la noche al día) gracias y junto al Puerto de Granadilla de Abona, en Tenerife (Chinet), Canarias. Y la semana pasada llegó el día en que me dirigí hacia esa costa, hacia esa orilla...

No puedo ni quiero negar la evidencia, tal como se muestra en la foto, de que me encontré con una bella playa de arena, bastante extensa y abrigada de las mareas habituales gracias a la estructura del Puerto. Sin ir más lejos, ese mismo día soplaba fuerte el viento en su dirección habitual, como son sus usos y costumbres por esta zona, y, sin embargo, ahora esta playa queda totalmente protegida de estas embestidas aéreas, debido al abrigo del Puerto.

Y desde este nuevo rincón de la isla, no he podido evitar reflexionar, y con sinceridad y con salitre déjenme que les comparta.

Dice la frase que "no hay mal que por bien no venga", y cierto que muchas veces la uso, pero firmemente creo que no debemos dejar que nos vendan el concepto de la frase para cualquier circunstancia. Es decir, y hablando más claro que el agua clara, que hay ciertos bienes, o resultados secundarios positivos, que ni mucho menos compensan el mal de donde vienen; y para verlo aún más claro tenemos el caso que nos ocupa: pues el destrozo medioambiental causado por el Puerto de Granadilla no puede ser ni mucho menos compensado por la actual existencia de esta playa, que en cierto sentido está mucho más dada al disfrute del bañista en la actualidad por su cambio de condiciones. Y sí, destrozo medioambiental, con todas sus letritas y desgraciadamente con toda su barbaridad; pues sin irnos más lejos, aún nada claramente en mi memoria la turbiedad (valga la paradoja) de esa mar que hasta bautizaron "mar de chocolate", producida durante la construcción de este Puerto, y que podía observarse por los vecinos hasta de lejanos lugares. Sirva como ejemplo el de un servidor, que con mucha pena y con un mar de tristeza, hasta desde el caserío de Las Vegas (muy alejado de la costa) estuvo contemplando esa mar de chocolate. Y a riesgo de explicar lo evidente, pero con la intención de no dejar ninguna duda de que esto tenga nada que ver con el chocolate, pues la realidad es mucho más amarga, déjenme aclararles (siga valiendo la paradoja entre tanta turbiedad) que la mar de chocolate no es otra cosa que una inmensísima cantidad de tierra volcada a la mar durante la construcción del Puerto, con el consiguiente daño medioambiental que lógicamente ello produce. Y ahora, ¿habrá que ponerle nombre de nuevo a esta playa aunque ya lo tenga? ¿Habrá que cambiarle el nombre? A mí, en cualquier caso, el primer nombre que se me viene a la cabeza es el de "Playa de la Vergüenza".

Y para acabar quiero decir también, para aquellos que tengan oídos que oigan, que en todo el rato que anduve por allí, en esta playa junto al Puerto, ningún barco, ni grande ni pequeño, molestó a los bañistas.

Ojalá, querido lector y compañero, nos embarquemos en el cuidado del medioambiente, que eso seguro que nos llevará a buen Puerto.

Desde la orilla... de la costa, Javier Guillén