Plátanos
y chiringuitos
«» Wladimiro Rodríguez Brito *
Estos días se repite la historia de todos los años: retenemos o
enviamos al mercado fruta que no reúne las condiciones adecuadas, buscando
mejorar el bolsillo a cortísimo plazo. Nos volvemos a olvidar de nuestro
compromiso con los consumidores, de comercializar solo lo mejor que da la
tierra. La ventaja de la proximidad del mercado peninsular, con una competencia
que debe transportarse en largas distancias, no significa que tengamos un
chiringuito asegurado. Tenemos que competir haciendo las cosas bien, cuidando
las ventajas de producto artesanal y de calidad, fresco; cuidando a los
consumidores del resto de España, que valoran la cultura de nuestros plátanos.
Este
año, en apenas dos semanas, se ha hundido el mercado, sin aparentes razones que
lo justifiquen. No hemos sufrido una ola de calor para que, en apenas una
semana, se haya enviado un millón más de kilos, el 16%, tras subir los precios
en la primera semana de diciembre, después de los ya altos precios de
noviembre. Un grupo de agricultores se ha saltado algo tan básico como es
cortar la fruta sin llenarla completamente. Esto se ha traducido en tal caída
de precios que se han hundido los ingresos del resto de los agricultores; los
precios han bajado a los niveles del verano, de abril a septiembre, en tomo a
los 0,30 euros por kilo.
Tenemos
que tomar medidas de control, con estricta aplicación de estándares de
calidad, únicos y de obligado cumplimiento, y hay que implantar una marca
comercial única, a la vez que clasificar mejor y reducir las actuales categorías
(a dos o tres), junto a la activación de un eficaz régimen de sanciones. La
falta de vista de unos pocos no puede tomarse como si esto fuera su chiringuito
particular: está en nuestras manos, a través de Asprocan y del propio Gobierno
de Canarias.
En
la situación actual de feroz competencia internacional, no es posible mantener
estas actitudes. El mercado no cubre los costes de producción y transporte, y
mientras enviamos cientos de miles de kilos a bancos de alimentos, pagando los
agricultores los costes de empaquetado y transporte, o bien mantenemos en el
campo la fruta sin cortar.
En
la Península continuamos perdiendo cuota de mercado por hacer nosotros las
cosas mal: necesitamos la estricta y uniforme aplicación de normas de calidad
para el corte de la fruta en su grano adecuado. Pero tampoco debe permitirse que
los agricultores cambien de entidad exportadora para intentar enviar esa fruta
en las peores condiciones. Los plátanos en Canarias tienen sobradas razones
para continuar. Socialmente generan más de 20.000 puestos de trabajo, y son el
fundamento de la vida en muchos pueblos de nuestras islas. Por otro lado, ayudan
a reducir los costes de transporte a Canarias, al suponer el retorno desde la
Península de más de 300.000 toneladas métricas anuales en los barcos.
Los
plátanos son parte de nuestra historia y cultura, la dignificación y el
sustento de una parte importante de nuestro pueblo. No dejemos que el egoísmo
miope de unos pocos arruine el futuro.
*
Doctor
en Geografía por la Universidad de La Laguna
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wladimirorodiguezbrito.blogspot.com.es