Los plátanos: lo social y lo económico

 

Wladimiro Rodríguez Brito *

 

En estos momentos se debate en la Unión Europea (UE) la Política Agraria para los próximos años. Además, la Organización Mundial del Comercio (OMC) acusa a Europa de excesivo proteccionismo hacia su agricultura. Existe a la vez un debate en diversos ámbitos sobre el papel de la agricultura como cultura, paisaje, historia, fijación de la población…, en vez de simple producción de alimentos mediante máquinas y productos químicos, sin agricultores.

 

En Canarias las razones principales que hemos argumentado en defensa del cultivo del plátano han estado en sintonía con las propuestas sociales de la UE: fijación de población en el mundo rural, creación de puestos de trabajo (unos treinta mil), mantenimiento del tejido productivo (unas doce mil explotaciones), paisaje, cultura y un cultivo con más de cien años de historia.

 

Sin embargo, los acontecimientos de los últimos años han traído un giro importante a la realidad canaria, devaluando gran parte de los argumentos anteriores. El economista Juan Nuez acaba de publicar los siguientes datos: del total de más de diez mil explotaciones plataneras en 1997 se ha pasado a unas ocho mil doscientas en 2010; eso significa que se han perdido unas doscientas explotaciones por año.

 

Han tirado la toalla gran parte de los agricultores que producían menos de cuarenta toneladas de plátanos al año, mientras que han aumentado los agricultores de más de cuarenta toneladas; la producción de plátanos se está concentrando en menos manos.

 

Ha aumentado significativamente el cultivo en invernadero. Las ayudas de la UE (a través del Posei) dan ventaja al aumento de la productividad sobre el mantenimiento del paisaje, al repartirse unos ciento cuarenta y un millones de euros para los kilogramos producidos. Las más de ocho mil doscientas hectáreas cultivadas al aire libre solo reciben una prima adicional del cinco por ciento de las ayudas del Posei (unos siete millones de euros), lo que supone unos mil doscientos euros por hectárea. Se favorece así el aumento de la productividad bajo invernadero, con un importante impacto paisajístico.

 

En el caso canario es muy significativo que el cultivo más mimado que hemos tenido en las Islas, con ayudas que superan los ciento cuarenta millones de euros anuales, esté perdiendo gran parte de sus explotaciones, siendo muy significativo que en numerosas zonas de pequeñas explotaciones (por ejemplo, en La Gomera) casi han desaparecido. En áreas de agricultura familiar como Los Sauces, el Valle de Aridane o Valle de Guerra y Tejina se ven numerosos lunares de tierras cultivadas de plátanos hasta hace unos años y ahora en abandono.

 

La salud del sector platanero en Canarias tiene mucho que ver con el cultivo al aire libre y con una cultura familiar. Es en este plano, como bien plantea Juan Nuez, donde las ayudas deben ser más verdes sobre los planteamientos productivistas que han potenciado el plástico incluso en zonas de discutible necesidad (por ejemplo, Tazacorte, Gáldar, Guía y el suroeste de Tenerife).

 

Los argumentos sociales y de una economía verde con los que se ha defendido el plátano canario son claves para el futuro de este sector, que no puede seguir perdiendo doscientas explotaciones al año, ocasionando pérdidas a numerosas economías familiares. La agricultura de plantación no puede ser el futuro del cultivo del plátano en Canarias.

 

La agricultura en nuestras Islas es algo más que cosecha: Es armonización de paisaje, singularidad histórica, población y cultura. Gracias a las condiciones tan especiales que se dan en nuestro campo es con lo que hemos logrado las vigentes ayudas europeas.

 

El cultivo del plátano debe estar en sintonía con otros sectores de la agricultura canaria, en la que de ninguna manera las importantes ayudas de la UE signifique discriminar al resto de agricultores y ganaderos de esta tierra.

Estas líneas pretenden apoyar los argumentos que hemos tenido desde el principio para defender el plátano canario como una actividad social, que arraiga a la población al medio rural, que frena los procesos erosivos al mantener los bancales cultivados, que mantiene el paisaje tradicional y que genera un producto casi artesanal con nuestra pequeña enana en clara oposición a la agricultura de plantación de las grandes multinacionales.

* DOCTOR EN GEOGRAFÍA

 

[sin ilustraciones]

 

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