Los plátanos: crisis cultivada en casa

 

«» Wladimiro Rodríguez Brito *

 

 

   En sus más de 120 años de historia, los plátanos en Canarias han sufrido varias crisis, fuera por falta de demanda o por exceso de producción. Esta situación, hasta ahora, ha sido coyuntural, y luego se han recuperado los niveles de precios en beneficio de nuestros agricultores. Hoy nos encontramos en una crisis diferente: la competencia ha concentrado su oferta, y en la UE la mayoría de los plátanos los proveen tres o cuatro multinacionales, mientras que nosotros, con menos del 6% del mercado europeo, atomizamos la producción en más de 30 empresas.

 

   Nuestros productores, supuestamente agrupados en seis organizaciones de productores de plátanos (OPP), solo se ponen de acuerdo en la publicidad. Las guerras locales impiden aunar criterios en asuntos básicos como fletes, cajas, marca... Todos aspiran a la incorporación del vecino, con una miope competencia local que nos impide luchar por nuestra cuota en un mercado global. Las multinacionales dominan el 40% del mercado peninsular, que considerábamos cautivo no hace tanto tiempo, y siguen subiendo a nuestra costa.

 

   La solución depende de nosotros mismos: los problemas sufridos durante 2015 fueron el resultado de las peleas familiares. Ya en Semana Santa una sobreoferta situó el mercado bajo mínimos entre abril y agosto, solo recuperándose los precios entre septiembre y diciembre. El corte de la fruta a medio granar para aprovechar los buenos precios ha supuesto otra caída, fruto de la lucha entre adversarios locales, que nos debilita en el momento que debemos ser más fuertes.

 

   La pérdida de cuota de mercado en la Península está dejando de ser coyuntural. Producimos más de 7.000 toneladas semanales, lo que nos obliga a dejar parte de la producción en casa. Ahora mismo, los precios en puerto peninsular están entre 0,55 y 0,75 euros/kg., si el empaquetado y el envío cuestan unos 0,40 euros/kg. no se cubren los costes de producción. Si seguimos así, solo la cosecha de los meses de septiembre a noviembre puede ser rentable. Necesitamos otra gestión conjunta. Asprocan tiene una rígida estructura de pactos por unanimidad que no es operativa y que solo sirve para la publicidad (seis millones de euros/año). Necesitamos aprovechar al máximo la Indicación Geográfica Protegida (IGP), un sello de calidad que puede reforzar el producto. Este prestigioso sello, obtenido en 2013, duerme en un cajón por el inmovilismo y la dejadez. Si el 94% de los plátanos en Europa lo gestionan seis empresas, con uniformidad en imagen y calidad, ¿cómo podemos mantener aquí hasta cinco categorías sin criterios claros?

 

   La economía de miles de familias se está llevando a la ruina. Continuamos en una senda que nos conduce al final del cultivo, y ello a pesar de más de 140 millones de euros en ayudas europeas. Nuestro modelo de gestión no puede continuar repartido entre más de 30 empresas. Seamos eficientes y profesionales; necesitamos unos criterios uniformes, y que el Gobierno canario los vigile.

 

 * DOCTOR EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA

 

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