Plátanos
a los barrancos
Wladimiro
Rodríguez Brito *
Es difícil entender que en los tiempos
que corren tiremos a los barrancos millones de kilos de fruta, cosa que está
ocurriendo esta semana y que seguramente continuará durante el próximo mes de
julio. El mercado peninsular están totalmente saturados, el precio medio del
mercado mayorista no llega actualmente a cuarenta céntimos el kilogramo, que es
aproximadamente el coste de llevar los plátanos desde el cantero hasta
descargarlos en el muelle en la Península. Solamente en el caso de la calidad
superior se cubren los costes de empaquetado y flete; las calidades inferiores
no llegan ni a eso, con lo que los agricultores isleños no solo regalan los plátanos,
sino que tendrían que pagar de su bolsillo los costes para llevar su producción
al mercado peninsular. ¿Y cuáles son las causas de esta situación? ¿Cómo hemos
perdido más del cuarenta por ciento del mercado peninsular en los últimos
veinte años?
Se han bajado significativamente los
aranceles para los plátanos de Sudamérica desde los ciento setenta y cinco
euros por tonelada. Los plátanos de los países del área ACP (África, Caribe y
Pacífico) entran sin aranceles. En todos esos países se producen plátanos en
unas condiciones naturales favorables y con una mano de obra en muchos casos
sobre-explotada que apenas cobra unos cuarenta euros al mes. Si hemos perdido
cuota en el mercado peninsular, lo lógico sería hacernos con una cuota del
mercado al norte de los Pirineos; no para colocar un excedente puntual de la
producción, sino de manera continua y estable a lo largo del año. Para ello
evidentemente se debe defender nuestro producto por sus diferencias; no son
bananas sino plátanos. Es un producto más natural, con menos pesticidas ya que
no requieren tratamientos semanales como los que se aplican en Sudamérica para
la sigatoka negra. Es una fruta producida en la Unión
Europea cumpliendo con todas la normas y leyes concernientes tanto al medio
ambiente, la calidad así como a los derechos humanos y laborales. No olvidemos
tampoco que estamos a tres días de navegación de los puertos de la Unión
Europea, mientras que las bananas están entre ocho y quince días.
Vamos a ser claros, no hemos hecho la
tarea. No hemos cumplido con los objetivos estratégicos que le darían
sostenibilidad económica al sector platanero canario. No hemos concentrado las
actividades de empaquetado, transporte, flete y distribución de la fruta. No
hay un flete con criterios uniforme. No hay marca única, ni caja ni etiquetado.
No hay concentración ni racionalización de costes, oferta, ni gastos. El
noventa y cuatro por ciento de los plátanos consumidos en la UE los gestionan
media docena de entidades, unificando marcas, calidades y precios.
Aquí, para el raquítico seis por ciento
restante, tenemos más de treinta entidades agrupadas en seis OPP reunidas en Asprocan. Ahora Asprocan se
desmarca de las seis y con el alegato de que no hay unanimidad no se toman
decisiones críticas para supervivencia del sector, en esa torre de babel que es
Asprocan. El pasado mes de mayo enviamos en una
semana al mercado nueve millones de kilos, saturándolo y tirando los precios en
consecuencia. Esa saturación es plenamente previsible; con más de siete
millones de kilos de plátano canario a la semana el mercado peninsular cubre
completamente la demanda, ya que hay dos millones de kilos de bananas
extracomunitarias asentadas de manera estable en la demanda. Se hace evidente
ahora que depender únicamente del mercado español es muy arriesgado para
nuestros plátanos. Tendríamos que habernos hecho con un nicho del mercado
europeo, manteniendo y cuidando la demanda comunitaria. Eso nos permitiría no
sólo enviar los excedentes productivos como reducir los riesgos de depender de
un único mercado, diversificando a otros basándonos en la calidad de nuestra
fruta. Asprocan, la supraorganización
de los plataneros canarios, no llegó a un acuerdo para evitar la saturación del
mercado, y ahora nos vemos obligados a tirar a los barrancos un tercio de la
producción, más de dos millones de kilos, solamente esta semana, más de un kilo
por cada canario a la semana; tengamos en cuenta que en Canarias consumimos
diecisiete kilos de media al año por habitante. Una organización que cuesta más
de nueve millones de euros al año no ofrece solución alguna para un problema ya
conocido que viene de antiguo.
Pero son muchos los problemas que no
parecen tener solución: La marca única en etiquetado, cajas y distribución; la
optimización y mejora en el empaquetado, flete, maduración y distribución, con
criterios profesionales como el que teníamos hace dos años y se cambió debido
al politiqueo local. Mientras tanto media Península no tiene plátanos de
canarias, y no hay mercado fuera de España. Mejor no hablar de las
negociaciones que la Unión Europea, en presencia de nuestros representantes
pero no nuestros agricultores, que están llevándose a cabo con los países ACP
para eliminar aranceles y tarifas para la importación de bananas. Hagamos la
tarea. Aquí se continúa perdiendo superficie cultivada y puestos de trabajo. Se
prevén pérdidas de más de veinte millones de euros. La coyuntura actual está
afectando especialmente a las explotaciones al aire libre en la zona norte,
donde predomina la pequeña propiedad y se produce la mayor parte de la
producción en estos meses. Las administraciones públicas deben intervenir, al
estar involucrados fondos públicos y el interés general; la situación es
especialmente grave en la actual situación económica. Demos de una vez pasos en
la dirección correcta, antes de que sea tarde.
* Profesor de Geografía de la Universidad
de La Laguna