Pisados por los españoles

 

Padre Báez *

 

Por supuesto, no daré su nombre, sino que es suizo de nacionalidad, es economista y amigo de un gran patriota de Lanzarote; pongamos que hablo del patriarca y prócer de Lanzarote,  Domingo Curbelo, padre de su hijo Manuel, a éste le cupo el honor, sin duda alguna, de defender Canarias y a los canarios militando en el MPAIAC -que aquí nos conocemos todos-, cuya madre, la Sra. Micaela, quien murió a los 101 años, defensora de Dimas Martín, como buena canaria que es, y defensora, por tanto, de los suyos, y defensora de los canarios.

 

Y son de las pocas personas que han visto y ven cómo nos hemos (o se han) dejado pisar los canarios por los españoles. Y así, estas islas, en otro tiempo boyantes y florecientes en todo, nadan en la mayor de las pobrezas, donde nada crece, sino el miedo al Medio Ambiente y al Seprona, que nos tienen atenazados, en la ruina, y desertizados. El cultivo -fuente de riqueza y vida-, no existe, en unas islas donde privilegiadas por la naturaleza y el Creador, se da de todo, todo el año.

 

Vive esta familia amiga en el pueblo Guatiza, el de las tuneras, cochinilla y casas blancas; sus antepasados, como todos los del pueblo, estuvieron dedicados a la cochinilla, pero que ahora, a pesar de lo dañino de los cosméticos sintéticos, el sector de la cochinilla está abandonado, sin la ayuda que debiera del cabildo, gobierno y ajunta y miento. Excepto cuando era alcalde el Sr. Dimas Martín. ¡Al buen entendedor pocas palabras! Porque aquí se prima, ayuda y trae la cochinilla de fuera, que aún siendo peor que la nuestra, la prefieren; a la que es insuperable, por nuestro sol y tuneras (clima y tierra), calidad y color. Hasta no hace mucho también el Sr. Curbelo poseía una fanegada de tuneras dedicadas a la extracción de la cochinilla, la cual ofrecía cosechar por épocas a una Sra. especialista en extraerla, llamada "cochinillera".

 

Les cuento. Me cuentan que un anciano, con su solo burro (Sebastián Valdivia), en el cráter o fondo del volcán “La Caldereta”, allá o allí, plantaba naranjos, perales, higueras, papas, parras..., con cosechas tremendas, y donde tanta vida y energía había, salud y trabajo; pero los que se asomen al mismo, solo verán ahora muerte y abandono, todo abandonado, seco y la huella de este gran hombre.

 

Siendo este el panorama, el anónimo amigo suizo dice no volverá más a esta tierra nuestra, porque ¿cómo es posible -se pregunta o dice- esto? Todo está abandonado; todo es pura mediocridad. Van los grupos de turistas o visitantes invitados por el amigo Manuel Curbelo a hablarles a los mismos, les presenta la realidad política y social, económica y laboral, el acoso y ataque al que son sometidos y por su verbo cálido y sin miedo, es aplaudido -hasta por los más recalcitrantes de derechas o nacional-españoles (porque él, como queda dicho, no es nacionalista sino independentista [pero sabido es, que nos han quitado y quitan las señas de nuestra identidad, al matar tradiciones, costumbres, etc.

 

Pero él y un servidor, y todo el que tenga dos dedos de frente y no sea un cabeza chica, lo ve, que la culpa de todo esto la tiene quienes apoyan y envían a un Medio Ambiente y Seprona, que coarta y frena toda actividad, por más tradicional y normal que sea, porque todo está prohibido, lo cual es ilegal, porque los "usos y costumbres", son ley..., si el hombre del campo o de la mar, logra convencer al juez. Y si, especialmente, le toca en tómbola que sea nativo canario y conozca alguna de las leyes canarias. Todo está protegido y si hay un enemigo a abatir, ese es el que ose tocar el campo y hacer algo positivo en él. Tal vez, unos ejemplos ilustren mejor lo que quiero decir:

 

A un buen señor, por quemar los sarmientos en Tinajo, fuera de las fechas por ellos impuesta absurdamente, ¡multa que te pego!, y que la venta de uvas y vino de la cosecha, no alcanzan a pagar una mínima parte de la sanción, por hacer lo que siempre se hizo: quemar los sarmientos de la poda, y echar las cenizas en el tronco de la cepa o parra, cual el mejor abono natural para la misma. Fefo Caravallo, presidente del lago de los Clicos, o Lago Verde, en El Golfo, fue quien nos presentó a este asustadito viejito al que multaron, el cual no podría pagar la multa, ni siquiera con dos años de agobiante trabajo bajo el duro sol, mientras Fefo exclamaba indignado ante tan manifiesto abuso: ¡Estas abusivas e injustas multas son para asustar a los poquitos agricultores, porque Madrid no quiere que cultivemos nuestra tierra, para que abandonemos el campo, ya que tanto aquí como en La Geria, a ver qué coño puede arder, ni qué incendio se puede producir en el solo picón, sin vegetación alguna que pueda prender! Ante nuestra presunta ayuda o palabras de ánimo el viejito fue recuperando el color o revuelto de estómago, mientras nos invitó al más rico malvasía que he saboreado en mi vida.

 

El mismo Fefo, quien organizaba la Fiesta de las Pardelas, hasta que Medio Ambiente y el Seprona mediaron en el asunto; y habida cuenta que tienen un ejército por mar y tierra y control absoluto de las mismas, resulta que antes que las comían, habían y sobraban pardelas; ahora, que no se las comen, porque están protegidas y vigiladas, no las hay (y no quiero presuntamente insinuar quién o quienes se las comen -¡Dios me libre!- ahora, porque no sé). Eso queda en el misterio e interrogante.

 

Pero vengamos a la tercera: el mismo Fefo Caravallo, quien hizo de redentor contra muchos otros abusos de Medio Ambiente, además de muchas actuaciones directas contra éstos "ambientalistas", sufrió en carnes propias la represión de Medio Ambiente y Seprona con una desorbitada multa de a finales de los años 90, alegando..., por solo pisar el Parque Nacional, lo estropeaban, y ¡multa al canto!, por el simple pisar y pasar por una esquinita del mismo, pero no dos mil pesetas de entonces, sino casi tres millones de las dichas pesetas! Para asombrar y acojonar al personal, y replegarlo y someterlo y tenerlo inactivo, y sentados en sus casas, sin hacer nada. Asimismo nos cuenta una amiga que por la cercana zona de "Los Bufaderos" existe una red de cuevas y galerías con bóvedas debajo de tierra de casi quinientos metros, por lo que una vez entró con media docena de amigos y tardaron una media hora en salir. Cuando salieron a la superficie, se encontraron a una amiga francesa y bióloga, la cual no quiso entrar, por lo cual quedó esperando. Pero anormalmente la encontraron muy histérica, por el mal trato despectivo que sufrió por parte de dos agentes de Medio Ambiente que por allí populaban, tan por solo verla caminando por una zona no acotada por prohibición alguna, alegando éstos "que perturbaba la tranquilidad de las pardelas". Con mucha educación rechazó tal acusación y con sobradas razones ante su actitud brutal les contestó: "Los únicos que están perturbando a las pardelas son Vds., subiendo tanto la voz". Supongo que escapó y no la multaron porque era extranjera y a ellos solo le han dado la orden de asustar a los nativos canarios. ¡Y menos mal que pudo ocultar que en la cueva estaban media docena de nativos, si no los hubieran metido a todos entre rejas!

 

¡Y va la cuarta -y pudiera seguir, pero no les quiero cansar-! No hace mucho,  Medio Ambiente y el Seprona, a un pobre hombre que fue asustado, porque “engolando” al pescado, con sardinas majadas con gofio, y en los charcos del litoral dicho material, los antes dichos controladores de toda acción, fuera de casa, les dicen, que con dicha tarea, están “polucionando al mar” y se disponen a la pertinente multa, cuando el viejo (anciano) pescador, coge los aparejos de la pesca, con garfio o gancho incluido, se echa a correr detrás del Seprona y Medio Ambiente, con los gritos de quien les decía: “¡esperen ahí, que les voy a polucionar!, corriendo detrás de ellos con el bichero en alto; “¡ustedes son los que polucionan todo, estropeando el medio ambiente!” Es decir, persiguen a todo el que haga lo que haga, sin ton ni son, y son los que tienen frenada o parada toda actividad en las islas, que mueren por inanición.  

 

Cree un servidor, que este estado de cosas debe desaparecer; que los políticos desaparezcan a unos y otros (Seprona y Medio Ambiente), o desaparecen estas islas en manos de unos “señores”, que se creen dueños del territorio, y ya casi ni te dejan caminar, y menos tocar algo o nada, y son los que han terminado o han acabado con la ganadería y la agricultura en estas islas, que en tiempos bien cercanos daba de comer al mundo y ahora o el mundo nos manda la comida o morimos como ratas, comiéndonos unos a otros.

 

El Padre Báez, que dedica a Manuel Curbelo, unido en sentimientos y en ideales, este comentario.

 

* Fernando Báez Santana, Presbítero.