Díaz Palarea, permanente eco

 

Agustín E. Díaz Pacheco *

 

Han transcurrido ya ocho meses del homenaje de despedida dado al que fue excelente abogado laboralista Miguel Ángel Díaz Palarea, a su vez licenciado en Psicología, profuso pintor y escritor. Recordar a las buenas personas, reflexivamente asertivas, quienes preconizan el diálogo y resultan comprensivas a la vez que firmes, es sumamente importante.

En tal sentido, así fue el pasado 26 de septiembre cuando se le rindió a Díaz Palarea un reconocimiento literario en el Ateneo de La Laguna[1]. Ante la mesa: Ánghel Morales, Alberto Comas, Álvaro Morera y Francisco Rodríguez Casimiro, quienes, singularmente atrincherados tras sus obras literaria, expresaron las cualidades de quien fuera amigo de sus numerosos amigos, y en su día fundador de la Confederación Canaria de Trabajadores (1977), oído y actitud solícito el suyo, intentando resolver las adversidades tan injustamente sembradas en esta inhumana sociedad. El recordado abogado y sindicalista reafirmó su permanente eco en la memoria colectiva, eco imborrable el suyo. Hemos de recordar su original, "¿Qué tal, puntal?", cordial divisa oral a manera de saludo, reencuentro y original aviso de su pacífica llegada.

Se dejaron oír gratificantes palabras, reconociendo su labor, destacando sus bonhómicas ideas radicalmente nacionalistas, y siempre desprovisto de protagonismo. Así, las firmes y cariñosas palabras del escritor y editor Ánghel Morales, descriptivas frases las de Alberto Comas, resaltando esencialmente su afanoso quehacer literario, pausado el acostumbrado pulso sensitivo de Álvaro Morera, y emocionado el esclarecedor verbo de Francisco Rodríguez Casimiro.

Coincidieron en recordarnos muchas de las anécdotas, afortunados gestos, acentos de la conducta, refrendando la solidaridad, honradez y coraje del abogado homenajeado: Miguel Ángel Díaz Palarea. A tener en cuenta lo nítidamente expuesto por el también abogado y pintor Francisco Rodríguez Casimiro acerca de una reconocida trayectoria: "Nunca quiso ser un líder", "no perteneció a ningún partido político", "luchaba por lo que creía", resaltando una admirable virtud: "siempre fue una buena persona", revelándonos: "Creía en Jesucristo, el hombre de Nazaret". Destacó, aparte de las 400 obras pictóricas por él dejadas, dos de sus libros: Entre piratas: el contraalmirante Nelson y el general Gutiérrez en las Islas Canarias (2006) y Javier Fernández Quesada. No olvidamos (2007). En el primero destaca el histórico papel jugado por las Milicias Canarias, y en el segundo, un testimonio en el que aborda los días tras la sorpresiva y violenta marcha del inolvidable Javier Fernández Quesada, vilmente asesinado el 12 de diciembre de 1977 a los veintidós años.

Permanente eco el dejado por Miguel Ángel Díaz Palarea, eco a considerar en esta indiferente, superficial y mezquina existencia, "sociedad líquida" al decir del acertado filósofo Zygmunt Bauman. Una sociedad tangencial, nada comprometida, y en la cual impera una evidente deshumanización.

* Escritor y columnista

 

[1] homenajemadp