«» Wladimiroo Rodríguez Beito *
[... Mejoras posibles: hemos de unificar los criterios de calidad con una presentación uniforme que permita identificar con claridad nuestros plátanos por dos o tres categorías, cajas homologadas, al menos una por OPP, y que la tan defendida y no aplicada IGP ( Indicación Geográfica Protegida), puesta en marcha, por una sola OPP, pase a aplicarse para todos los plátanos de Canarias, pues resulta inexplicable que la competencia tenga uniformidad en los puntos de maduración y presentación, aunque proceda de países marcadamente diferentes, mientras que Canarias tiene diferencias marcadas entre lo que llamamos por el mismo nombre, aunque en teoría tenemos hasta seis categorías y más de treinta adjetivos y nombres diferentes en las cajas que presentan nuestros plátanos en el mercado peninsular. Separación clara entre las ventas de bananas y plátanos...]
En los últimos días de octubre tuve la oportunidad de valorar, sobre el terreno, el mercado del plátano y el banano en el noreste peninsular, siendo de destacar algunos aspectos. En primer lugar, los plátanos tenían buena presentación, pocas rozaduras..., sin embargo, en algunos casos, la fruta estaba muy llena (pepinos), máxime al tratarse de fruta mayera y juniera. Lo del llenado es parte de vicios viejos; por un lado, cuando los precios están mal, esperando mejora no cortamos, y, por otro, la falta de disciplina en los empaquetados, situación que parece que se repite, ahora con vainas de habas, ya que los precios han subido unos céntimos y hemos de aprovechar la oportunidad, tema este que tenemos que resolver ya por el interés de todos, cortando en su punto.
El cultivo más mimado de Canarias a lo largo de más de 100 años tiene numerosas dificultades. Unas están en nuestras manos, otras no, como el competir con banana que entra en la Península sin arancel o bien las que entran con arancel reducido; otro punto débil es el margen comercial de las grandes distribuidoras, ya que, en algunos casos, los precios no reflejan los costes. Tenemos grandes superficies con precios similares en Canarias y en la Península, y lo que es peor, el margen con la banana es de 0,50? a 1?, cuando las compras en verde difieren pocos céntimos. Otro aspecto poco entendible es que la fruta local esté, en algunos casos, con precios que superan el de los plátanos de Canarias; por ejemplo, manzanas de Lérida más caras que plátanos de Canarias, no digamos bananas de Costa de Marfil con precios que no alcanzan el euro en los Pirineos Catalanes.
Mejoras posibles: hemos de unificar los criterios de calidad con una presentación uniforme que permita identificar con claridad nuestros plátanos por dos o tres categorías, cajas homologadas, al menos una por OPP, y que la tan defendida y no aplicada IGP ( Indicación Geográfica Protegida), puesta en marcha, por una sola OPP, pase a aplicarse para todos los plátanos de Canarias, pues resulta inexplicable que la competencia tenga uniformidad en los puntos de maduración y presentación, aunque proceda de países marcadamente diferentes, mientras que Canarias tiene diferencias marcadas entre lo que llamamos por el mismo nombre, aunque en teoría tenemos hasta seis categorías y más de treinta adjetivos y nombres diferentes en las cajas que presentan nuestros plátanos en el mercado peninsular. Separación clara entre las ventas de bananas y plátanos; debe quedar claro que los plátanos tienen una calidad y un compromiso social que no tiene la banana y, en consecuencia, es una mercancía diferente que defiende la solidaridad con productores y consumidores de un territorio, que es algo más que una mercancía en el mundo de la globalización. Aprendamos de los valores mostrados, por ejemplo, por la población de Valonia, defendiendo el valor de lo local ante los acuerdos entre Canadá y la UE. Aquí y ahora nuestro campo y nuestros campesinos se merecen algo más que lo que defienden las multinacionales y lo que supuestamente suponen los mercados, que algunos casos marginan y maltratan a los campesinos, como de hecho ocurre en las regiones bananeras. La UE defiende campesinos y campo dignos, con calidad de vida para los que cuidan el paisaje y producen alimentos frescos.
Los plátanos de Canarias y las manzanas de Lérida o las naranjas de Valencia o de Andalucía, o bien la leche de Asturias, Cantabria y Galicia, son parte de unas relaciones de solidaridad y compromiso de un pueblo, mucho más que mercancías, pero también frigos que mueven todos los días más de cien entre Canarias y la Península, miles de puestos de trabajo y rasgos de solidaridad entre los pueblos que aspiramos a vivir con dignidad arañando la tierra, lamentando como malviven los que producen la banana en un mundo insolidario y egoísta, lamentando las condiciones de los campesinos de Costa de Marfil y Ecuador. Está en nuestras manos defender que tal modelo no lo apliquen en nuestra tierra.
Plátanos como pepinos o bien como vainas de habas no deben ser referencia de coyuntura del mercado, por lo que urge aplicar la IGP para la defensa de la calidad de nuestra fruta para nuestros consumidores.
* DOCTOR EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
Otros artículos de Wladimiro Rodríguez Brito publicados en El Canario