OFICINA ESPAÑOLA DE PATENTES Y MARCAS  (I + D)

«» Juan Edilberto Rodríguez Morales

 

[...Evidentemente (los españoles) ignoran nuestra existencia, cuando se confirma que el protagonista no forma parte de ellos mismos, ni de apellidos ilustres y españolísimos; por si llegado el caso, con el resurgir de otros proyectos, a los canarios se nos suba los humos a la cabeza; y que fortaleciéndose nuestra autoestima identitaria nos atrevamos unitariamente a dar pasos reivindicativos... Que nadie tenga ninguna duda: con España jamás levantaremos cabeza.]

 

  Todo el mundo sabe que los felpudos clásicos son focos de infección permanente con continuos intercambios de gérmenes, situados paradójicamente en la misma entrada de nuestros domicilios. Sin embargo sirve de preámbulo para expresar mi indignación a unos hechos que incomprensiblemente no son aislados y que se repiten en base a unos criterios irresponsables.  

  Para no extenderme demasiado, imaginémonos por un momento, solo por un momento, si sabríamos decir de quién y desde dónde arrastramos los restos de basura y escupitajos que olvidamos llevar adheridos a la suela de los zapatos, en nuestro cotidiano itinerario; y, que tales circunstancias tengan como escenario final, no cualquier lugar, sino un recinto hospitalario.         

  Es vox populi que muchos enfermos fallecen por causas ajenas a la que era objeto la propia intervención quirúrgica y de las que luego achacan a una bacteria hospitalaria pero asesina. Quizás, cuando en alguna que otra ocasión, quisiéramos interesarnos, in situ, cómo evoluciona la enfermedad de un familiar, debamos de ir acostumbrándonos a informarnos por teléfono.

  Es a partir de aquí que ante tales vicisitudes, y viendo que era deficiente el paripé de los felpudos tradicionales, cuándo decidí presentar un proyecto en la Oficina Española de Patentes y Marcas denominado “felpudo higiénico”; que de verdad limpiara la suela de los zapatos y que a la vez fuera un bactericida: un artilugio tipo bandeja incrustado a nivel del suelo, que sustituyese esas alfombras, y que estuviese conectado a la red de saneamiento; que se mantuviera siempre limpio tantas veces como se utilizara y no fuera un foco de infección permanente como los que ahora conocemos.

  Acertadamente el Ministerio de Industria entiende mi proyecto, y aprueba la idea. Como pueden apreciar no hace falta ser un lumbrera para que a fecha de hoy tenga registrado mí nombre a una patente de ámbito Nacional con el expediente nº 2005/02363. Así que como titular de la misma, entusiasmado como estaba; y sin que fuera difícil convencerme de que debía promocionar este nuevo mecanismo de limpieza, acepté la invitación de acudir a la Feria Internacional de Inventos en la ciudad alemana de Nuremberg, acompañado por mi amigo y arquitecto tinerfeño Juan José Alonso González. Impulsor y testigo presencial de que dicho proyecto no pasó inadvertido para los jueces de dicho evento; tanto como que hemos sido premiados con una medalla de bronce y diploma.

  Una vez pasada la euforia, después de que la burocracia me siguiera dando largas en todos los ámbitos, y transcurridos doce años, sin que por mis medios y dedicación, fuera capaz de captar a algún patrocinador con quien pudiera compartir dicha titularidad, decido exponer al Ministerio de Sanidad dicha propuesta con la esperanza de que tuviesen algún interés. Pues no. Cortésmente me responden que dicho proyecto no es de su competencia.

  Contratiempo que me devuelve a la misma realidad de otros muchos emprendedores canarios creyendo que I + D fuera igual a progreso; pero no, I + D tiene una variante de coste potencial cero, cuyo referente no es la clase intelectual canaria: pilar y motor del colonialismo español; sino que se fundamenta principalmente en aquellas empresas que surgen a fuerza de que miles de trabajadores se ven en la calle sin perspectiva de nueva ocupación: 24 Horas, tascas, tabernas, bodegones, chiringuitos, etc.; autónomos de la noche a la mañana, que se ven obligados a pedir un préstamo hipotecario o que en el mejor de los casos invierten sus últimos ahorros jugándoselas a una sola carta. Actividades que no fomentan riqueza pero permite al Gobierno colonial español vanagloriarse del incremento de afiliados a la Seguridad Social.

  Entiendo que los señores diputados del Parlamento español no tengan por cometido prestar las oportunas diligencias para aprobar o refutar proyectos similares, faltaría más. Sí siendo evidente que las condiciones sanitarias de los Centros Hospitalarios, no reúnen las garantías que hacemos alusión. En cambio, sí deberían considerar conveniente, y sería significativo, que algún departamento o área dependiente de esa Administración tendrían que prestar apoyo informativo a temas que si deben estar relacionados con el proyecto que expuse.

  Sospecho que les importa un bledo las “ocurrencias” que puedan partir de los súbditos de la colonia española en África; o que les de igual el número de trabajadores en paro que podrían emplearse en hacer realidad la fabricación en serie de este prototipo o de cualquier patente en curso, que curiosamente nunca salen a la luz pública. Evidentemente, ignoran nuestra existencia, cuando se confirma que el protagonista no forma parte de ellos mismos, ni de apellidos ilustres y españolísimos; por si llegado el caso, con el resurgir de otros proyectos, a los canarios se nos suba los humos a la cabeza; y que fortaleciéndose nuestra autoestima identitaria nos atrevamos unitariamente a dar pasos reivindicativos.

  Sin embargo, en ningún caso, podemos aceptar que gobiernos hostiles y anacrónicos, tercermundistas, auspiciados en un egocentrismo ideológico que convergen peligrosamente en los límites de una involución totalitaria, nos inviten a que nos conformemos con salarios precarios, humillantes bolsas de alimentos o que nos acojamos a una pensión social totalmente dependiente de votos cautivos y agradecidos; o, se dediquen a desacreditar o anular con excusas impertinentes, los cauces autogestionarios que propician la libre creación y diversificación de industrias propias: única manera de pautar con sentido común que haya “trabajo y salario digno para todos”.

  Tan cierto como que a esa misma conclusión ha llegado la clase trabajadora del Reino Unido al permitírsele poder tomar elección entre la disyuntiva de la Unión Europea o votar a favor del BREXIT: la prioridad de auto gestionar sus recursos por encima de los intereses económicos de otros Estados: puntas de lanza de los lobbies financieros y de las multinacionales.

  Que nadie tenga ninguna duda: con España jamás levantaremos cabeza.

 ¡Canarias libre, independiente y autogestionaria!

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