Pastoreo agonizante y acorralado

 

Herzog *

 

[En caso de un eventual bloqueo provocado por una crisis internacional, pondrían al Archipiélago en una situación realmente comprometida, aunque no iría tan lejos, un posible o previsible conflicto en el Magreb.]

El sector primario de la economía canaria está abocado a su desaparición ante la presión del crecimiento urbanístico o la prolongación de los núcleos habitados hasta las zonas rurales o entornos tradicionalmente agrícolas y ganaderos, y ante una falta de implicación del conjunto de la sociedad civil, acomodada y anestesiada por un concepto de confort ilusorio o transitorio, lo que conlleva una acentuación de la dependencia exterior y de una menor capacidad de respuesta ante potenciales escenarios de desabastecimiento. No es la primera vez que escucho la comparación de las Islas Canarias con una gran plataforma anclada en el océano Atlántico, no solo a merced de los beneficiosos Alisios, sino también a los efectos molestos del siroco sahariano. En caso de un eventual bloqueo provocado por una crisis internacional, pondrían al Archipiélago en una situación realmente comprometida, aunque no iría tan lejos, un posible o previsible conflicto en el Magreb.

Comparto con ustedes mi meditación en voz alta a tenor de la noticia publicada por este periódico (El Día) la semana pasada sobre la intervención por parte de la administración regional de una explotación ganadera itinerante, o propietario de un rebaño de cabras, como resultado de una inspección sanitaria que detectó un foco infeccioso y su posible repercusión para la salud pública.

Durante muchos años se ha venido reclamando un control efectivo sobre todas las explotaciones agropecuarias, en particular con el pastoreo del ganado menor, concretamente, el caprino, y consta que en este aspecto se ha actuado diligentemente, al menos, en la elaboración de censos de cabezas de ganado, aunque cabría preguntarse qué cantidad queda fuera de control. Si bien se ha de ser exquisito y riguroso en los controles sanitarios de la población animal en general, muy particularmente, sobre las importaciones, también se ha de buscar alternativas que no impliquen solo la detección y cierre de las explotaciones defectuosas, sino propiciar un conjunto de medidas de apoyo a los cabreros que supuestamente incumplen la normativa, con su regularización y rehabilitación. Bien es cierto que la limitación de recursos que ha acompañado siempre a los pastores y cabreros a lo largo de su historia ha mermado las posibilidades de una producción láctea en condiciones sanitarias óptimas, de ahí que nos encontremos ante una situación de riesgo sanitario que, por cierto, le ha acompañado casi siempre, en función del nivel de responsabilidad y de atención de los propios ganaderos. No obstante, esta situación se ha corregido con el paso de los años y con la constitución de factorías de elaboración de productos lácteos o queserías bajo las normas de sanidad e higiene y controles estrictos, al menos, con respecto al producto final.

Ahora bien, creo que se está demonizando la práctica del pastoreo esporádico, y a veces de obligado paso, en los núcleos urbanos o carreteras, por los desperfectos que ocasionan las cabras en jardines particulares y públicos, además de otras incidencias, y se debería ser más comprensivo y tolerante y no quedarse solo en la denuncia, la protesta o persecución de una actividad centenaria en las Islas. El pastoreo ya existía antes de la irrupción de las urbes o núcleos urbanos, pero se ha ido relegando a una actividad meramente testimonial.

La población caprina en Canarias es de 368.389 frente a las 392.740 cabezas registradas en 2005. Un dato que contrasta con los resultados del período comprendido entre 2002 y 2005, con crecimiento del 23,6%, o sea, que pasó de los 317.583 en 2002 a los 392.740 de 2005, según datos del Ministerio de Agricultura. Fuerteventura está a la cabeza en este subsector ganadero con 125.718 cabezas. Tenerife solo dispone de 56.704. La venta de leche y de carne de cabra representa 66 millones de euros del total de 200 millones de euros que mueve el conjunto de la ganadería en las Islas, según un estudio de Infocarne. Tal protagonismo se debe al nivel de renta que genera desde punto de vista global, y a esto han contribuido las ayudas de la administración regional y la propia modernización del conjunto del sector.

Sin ánimo de extenderme sobre este prolijo asunto, sí me gustaría dejar patente la importancia socioeconómica de este subsector ganadero, vinculado a la sostenibilidad del medio ambiente en cada una de las variedades de explotación, entre las que figura el pastoreo, que parece no pasar por sus mejores momentos en cuanto a su convivencia en los entornos urbanos. Al menos, es una apreciación personal no exenta de posibles errores.

* Publicado en el periódico El Día, 2012-10-03