JUVENTUDES: PARTOS DE LUZ, MÁS ALLÁ
DE 2012
Egler
Albornoz León
“…vivimos en “un
mundo de mierda” que no es el único mundo posible, de tal forma que cuando se asoma a estas
concentraciones lindísimas de indignados, que cuentan
cada vez con más gente joven, piensa que realmente hay otro mundo
que nos espera para ser conquistado, ese “mundo de mierda” está embarazado de
otro y son los jóvenes quienes pueden llevarlo adelante.
Eduardo Galeano.
“Porque
este sistema de vida que se ofrece como paraíso, fundado en la explotación del
prójimo y en la aniquilación de la naturaleza, es el que nos está enfermando el
cuerpo, nos está envenenando el alma y nos está dejando sin mundo. Extirpación
del comunismo, implantación del consumismo: la operación ha sido un éxito, pero
el paciente se está muriendo”.
Esa actitud conformista y
de irresponsabilidad por el futuro confirma la sentencia de Galeano: “La salud del mundo está hecha un asco.
“Somos todos responsables”, claman las voces de la alarma universal, y la
generalización absuelve: si somos todos responsables, nadie es”.
Irremediablemente, esto me recuerda cuán poderosa es la influencia judeo-cristiana
sobre la llamada “civilización” occidental, y que nos mantiene sutilmente
enajenados(as); me retrotrae al libro bíblico, “Génesis”, donde cada quien
evade la responsabilidad sobre haber comido de la manzana prohibida: Adán culpa
a Eva, y ésta, a la serpiente; al final -especulo- la culpa terminó siendo de
la vaca; también a la actitud de Caín cuando el creador le preguntó acerca de
Abel, ¿acaso soy yo el guarda de mi hermano? Hay muchos(as) “Caínes” en el mundo eludiendo la responsabilidad de velar
por la vida de todos(as) sus hermanos(as) humanos(as).
No. La responsabilidad
del deterioro de las condiciones de vida de la humanidad tienen nombre y
apellido: son las transnacionales empresariales y las empresas explotadas por
las oligarquías, las burguesías y por los Estados nacionales que superponen el
desarrollismo por encima del crecimiento, llevadas de la mano por el
capitalismo neoliberal salvaje y globalizado y por la avidez de riquezas
materiales de sus agentes. Si alguna responsabilidad tenemos sus víctimas, es
la de no hacer nada para remediarlo. Einstein tenía toda la razón cuando
afirmaba “…La vida es muy peligrosa. No
por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que
pasa”.
La esperanza -la
auténtica- es más que un acto de ciega fe; no se reduce a creer que “algo
pasará en algún momento”, que “depende de otros(as)”, o de algún “milagro
divino”. No. La verdadera esperanza es aquella que mueve a la acción, a
emprender todas las acciones a que las propias fuerzas y habilidades le den
oportunidad. Es por eso que las juventudes del mundo (y a sus eternos/as
jóvenes viejos/as) son las llamadas a cambiar los paradigmas establecidos desde
hace centurias y establecer un nuevo orden de justicia, que haga posible y sustentable
una vida digna y la oportunidad de preservación para toda la especie humana.
Por eso hoy escribo
sobre la esperanza, esa que está puesta en las juventudes del mundo; es la
esperanza de que, aunque este mundo “es una mierda”, como afirma Galeano, ahora
mismo está pariendo un mundo nuevo y mejor. Son esas juventudes que en todo el
planeta están hoy luchando por ese mundo de justicia en las calles, en las
fábricas y en las universidades de Europa, los Estados Unidos y en
Latinoamérica. Sabemos que históricamente han sido las protagonistas de las
revoluciones, como la cubana, por ejemplo. Con este respecto, Jean Paul Sartre escribió: “Puesto
que era necesaria una revolución (…) las circunstancias designaron a la
juventud para hacerla. Sólo la juventud experimentaba suficiente cólera y
angustia para emprenderla y tenía suficiente pureza para llevarla a cabo”.
Hoy día esas juventudes
ocupan las calles de Nueva York, Madrid o Chile, entre muchas ciudades del
mundo; pelean por su derecho a no dejarse aplastar por la fuerza del dinero y
del poder. Reclaman con la fuerza y la pasión que se generan de su derecho a
rebelarse ante las injusticias; no están dispuestas a someterse sin pelear. “Rebelarse es afirmar un nuevo ideal. “El
perverso sistema capitalista salvaje globalizado, le impone el espíritu
quietista, resignado/fatalista a la juventud, con una rutina –con mucho
peloteo, Rocks, drogas, pornografía, depravación, telebasura
y consumo al por mayor– en la manipulación de las
ideas, hipocresía en la moral y domesticidad en la vidorria diaria”, nos
recuerda Eduardo Galeano con su muy particular estilo; más adelante nos sigue
diciendo: “La rebeldía, afirmaba el Prof. Viterbo Osorio
Santelices, uno de los grandes ideólogos de la reforma
universitaria chilena de fines de la década de los sesenta, “es eterna y creadora y
una
juventud sin espíritu de rebeldía es servidumbre precoz…”.
Son precisamente los y las jóvenes chilenos(as) quienes se convierten en
el combustible que aviva la llama de esa esperanza. Son ya largos siete meses
de lucha enfrentando diariamente la represión policial de los carabineros
chilenos, quienes obedeciendo a los intereses de la clase oligárquica
gobernante, representada en su Presidente-Empresario Sebastián Piñera,
arremeten con fuerza asesina contra su propia clase social de proveniencia, los
y las estudiantes que no están en capacidad de pagar una educación privada y
por eso pelean porque en su país todos y todas tengan derecho a una educación
pública gratuita y de calidad. Liderados(as) por una inteligente y joven mujer
proveniente de la juventud del Partido Comunista Chileno (J-PCCH), Camila
Vallejo, han librado dignas batallas que han obligado al gobierno a sentarse a
conversar, aunque la derecha reaccionaria se niega aun a ceder en sus
posiciones. Veamos el saludo que Galeano les envía a esos(as) jóvenes
chilenos(as):
Hoy esas juventudes
están demostrando tener la suficiente rabia, la suficiente angustia, la
suficiente pasión y la suficiente pureza -requisitos de los que habla Sartre-
para avanzar una revolución global y parir ese nuevo mundo deseado y requerido.
De allí mi esperanza, de la esperanza de millones en el planeta. Es a esas
juventudes que Benedetti les dedica uno de sus últimos versos:
¿Que
les da por probar a los jóvenes en este mundo de paciencia y asco? ¿Solo grafitti? ¿Rock?
¿Escepticismo? También les queda no decir amen
|
Es a esas juventudes del mundo a quienes llaman Benedetti, Galeano y el
Che Guevara a la lucha por defender a este planeta de
la destrucción a la que irremediablemente le conduce el capitalismo. Que
podamos darnos cuenta que es el consumismo y la orgía explotadora y criminal
que lo sostiene lo que a la larga le convierte en la única y verdadera
veneración religiosa; su único dios y tesoro es el dinero, y “donde está tu
tesoro, ahí está tu corazón”. La propaganda y la publicidad son “el espíritu
santo” de esa religión llamada consumismo, desde ella nos convencen de que lo
importante es el consumo; que hay que generar riqueza material para poder ser
feliz y que el libre mercado es el único camino que le queda a la humanidad.
Necesitamos recordarle a la juventud que el Che Guevara, por ejemplo, es
más que una figura de moda en una franela, que su vida y lucha fue por una
sociedad nueva y mejor. Que no es malo que el o la joven tenga algo de
aguafiestas, que hay que incomodar al poder y a los poderosos con la crítica basada
en la conciencia de clase, que anuncie y denuncie sus abusos e injusticias.
Recordarle que muchas veces el poder del Estado (que no solo es el gobierno) es
utilizado para amortizar, apagar o anular la pujanza de una juventud crítica y
rebelde.
Ponemos nuestra esperanza en una juventud que se mantenga en alerta
mental e ideológica para no permitir que el consumismo se les imponga como modo
único de expresar éxito social; que no se ahoguen en un vaso de agua –y menos
en uno de cerveza-, tampoco que lo hagan en un estanque de fatiga, sino que
midan sus fuerzas y las administren sabiamente; que alimenten su sabiduría
mediante la investigación seria de sus entornos y contextos, y así puedan
comprender de donde nacen sus modos de relacionarse con aquellos y puedan
entender mejor de dónde provienen sus fortalezas y miserias. Que nunca se
cansen de ser rebeldes, ni de las ganas de vivir y transformar el mundo, que no
se dejen vencer nunca por el aburrimiento o el pesimismo, sino que hay que
mantener siempre la esperanza, la resistencia y la lucha por la sociedad y los
hombres y mujeres nuevos y nuevas.