LAS PAPAS Y LOS ANZUELOS

 

[...Vivimos tiempos nuevos, queremos menos fraude. Debe quedar claro que se han vendido muchas mentiras en nombre del progreso y del bienestar. Veamos un caso: papas de Malta en Canarias, ¿papas anzuelo, con precios ridículos para que el consumidor pique?. ¿Puede exportar papas Malta?, este país tiene una superficie como La Gomera, con una población de casi medio millón de habitantes, ¿tiene excedentes?...]

Estos días se ha abierto un debate en las islas, apoyado en la nueva situación que vivimos, en la que los problemas viejos del campo, hoy son de máxima actualidad. Estamos hablando de la alimentación y de la estabilidad social de nuestra tierra, tema olvidado en los últimos treinta años.

En Canarias, nos podemos autoabastecer de papas, aunque tengamos un consumo per cápita muy alto, sin embargo, no llegamos a la mitad del consumo per cápita más alto del mundo, que es Ucrania, con 130 kgs/ habitante/año. Tenemos suelo y clima para cultivar a lo largo del año, aunque ahora gran parte de los suelos en los que podemos cultivar sean tierras balutas, ideales para la propagación de incendios.

El autoabastecimiento está garantizado si pagamos a los agricultores lo que cuesta producir.

Es bueno que sepamos, que aquí hemos exportado fuera papa en las peores condiciones de hambre en  las Islas. Así, en el año 1940, se exportaron más de 30.000 Tm, con unas islas cargadas de hambre y miseria. En la década siguiente, se constituyeron numerosas cooperativas, mirando para la exportación (San Miguel, San Isidro en Granadilla, Los Roques en Fasnia, San Lorenzo en Arona), que armonizaron la producción local con los mercados de Europa. En dicha época, importábamos del Reino Unido, Irlanda y Dinamarca, hasta 17.000 Tm de papas de semilla, es decir, para sembrar algo más de 14.000 Has, sin olvidar la superficie sembrada con semilla de la tierra. Apenas importábamos papa de consumo, y la superficie cultivada de papas superaba las 20.000 Has.

En numerosos momentos de la historia, se han producido contradicciones entre la producción local y la importación. Hemos vivido una cultura de devaluación de lo nuestro, dejando la suerte del sector agrario en manos del mercado y los importadores, con el alegato de la cesta de la compra.

Aquí hemos sufrido el dumping, es decir, importación de excedentes del mercado mundial, con precios inferiores al coste de producción. Veamos un caso muy repetido, papas a 15 € las bolsas de 25 Kg. Es difícil encontrar agricultores que produzcan papas para venderlas a ese precio. Tal situación ha generado una atmosfera hostil hacia el campo, máxime con el espejismo que se ha creado en torno al medio rural, degradado social y económicamente, con altos niveles de fraude. Y en esto, llega el coronavirus, y nuevas plagas en nuestra agricultura. Los venenos y la salud, el glifosato o el bromuro de metilo. Los pocos recursos de la Fito en los puertos.

Vivimos tiempos nuevos, queremos menos fraude. Debe quedar claro que se han vendido muchas mentiras en nombre del progreso y del bienestar. Veamos un caso: papas de Malta en Canarias, ¿papas anzuelo, con precios ridículos para que el consumidor pique?. ¿Puede exportar papas Malta?, este país tiene una superficie como La Gomera, con una población de casi medio millón de habitantes, ¿tiene excedentes?.

¿Puede una entidad que está para defender los intereses de los agricultores/as importar papas? (con alegatos comerciales de las distribuidoras). ¿Qué compromiso tienen los distribuidores con los agricultores de esta tierra?. Y los consumidores, ¿mantienen un compromiso con los campesinos?

Sólo hablamos de precios, y en contadas ocasiones miramos para el campo. Las papas de Israel hacen bajar los precios, pero nuestros agricultores que han sembrado y se han encontrado con la sequía, el viento y el siroco, me dicen que 1 Kg de papas del país no cubre sus costes, cobrando ellos 0,80 o 0,90 €/ Kg.

Todos los días hablamos de la discriminación social, pero aquí arrugamos papas cultivadas por palestinos maltratados, y las vendemos como papas del país.

Lamentamos que la Cooperativa San Miguel, que es de las pocas que sobreviven en las medianías canarias, se complique con tal tema. Hemos de separar la producción local y la importación. Si queremos agricultura, hemos de cuidar a los campesinos. El cultivo de las papas puede generar más de 10.000 puestos de trabajo. Los agricultores han sido discriminados muchos años, no nos extrañe que no se incorporen jóvenes al campo, mientras primen los intereses de los importadores sobre los campesinos.

Creo que los nuevos tiempos nos obligan a una nueva época, en la que los agricultores no sean discriminados.

Es lamentable que esto nos lo enseñe el Covid-19 y no la lógica, el sentido común y el compromiso como pueblo. Otro campo y otra sociedad son posibles.

 

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