¿Papas
sin corazón?
Wladimiro
Rodríguez Brito *
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Las
papas son mucho más que un alimento del supermercado, son nuestra referencia
cultural...
[…
Las papas “baratas” de importación son hambre para hoy y más hambre para
mañana: tierras sin campesinos, tierras para conatos e incendios en los largos
veranos canarios y campesinos parados…, digamos “no” a la especulación...]
Hace
pocos días han entrado por nuestros puertos una partida de papas importadas.
Cuesta creer que tal cosa esté ocurriendo en estas fechas, ya que estamos en
plena cosecha y los precios que obtienen los agricultores, entre 0,30 y 0,60
euros por kilo, ni siquiera cubren los costes de producción.
Solamente
cada kilo de semilla para producir dichas papas ha costado algo más de un euro,
a lo que hemos de incorporar los abonos, el coste del trabajo, y en teoría algún
beneficio para quien las sembró, y finalmente el coste de los distribuidores
hasta llegar a los mercas, ya que en la distribución no suele superar el euro
por kilo.
¿Hay
razones para importar papas en esta situación? En los últimos años hemos
pasado de unas
La
lucha por una tierra más solidaria en lo social y lo ambiental nos hace mirar
hacia Japón: allí el arroz es su cultura, más que un cultivo o una mercancía.
Ellos aplican unos fuertes aranceles de entrada, pero no por razones comerciales
o aduaneras, sino por razones sociales y culturales. Igual que aquí, las difíciles
zonas montañosas del Japón suben los costes de producción; pese a ello el
gobierno allí aplica subsidios para los que cultivan arroz de manera
tradicional y casi artesanal. Un plato de nuestras papas arrugadas es muchísimo
más que un alimento para aplacar el hambre. Las papas son mucho más que un
alimento del supermercado, son nuestra referencia cultural; pensemos que las
papas canarias de color son el resultado de los paisajes rurales canarios desde
los valles del norte de Lanzarote, Teneguime y Guiñate, hasta Nizdafe y Binto
en el Hierro. Redescubrir y mejorar las técnicas agronómicas, buscar
alternativas en la rotación de cultivos, animar a nuestros jóvenes, potenciar
la asociación entre tierra y ser humano, reducir nuestra dependencia de las
importaciones, etcétera. Tenemos que ponerle corazón a la vida y a las cosas y
no poner todos los huevos en el mismo cesto.
Las
papas saben a pueblo, a cultura, a campo limpio de maleza, pero también a
sociedad solidaria, comprometida con el mañana sin olvidar el ayer. Nuestro
campo es mucho más que un soporte físico, donde especular con miras a corto
plazo, buscando precios y beneficio.
Las
papas de Israel o de Malta saben a mundo insolidario, un mundo sin corazón. La
solidaridad con los que cuidan nuestra tierra se ve también en el caldero. No
hay derechos sin obligaciones, ni campo sin campesinos; el medio ambiente también
tiene que ver con ir al supermercado, es parte de un todo, de una cultura y un
compromiso. Los que han limpiado la maleza de nuestros campos para sembrar papas
no se merecen lo que está ocurriendo.
¿Malta
con
Teneguime
Guiñate
Binto
* DOCTOR EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
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