Pancanarismo
versus españolismo
Francisco R. González Alonso
En un artículo de opinión publicado en uno
de los tantos diarios de Canarias donde se hace alarde del españolismo,
confabulado con el poder que nos gobierna desde hace siglos, fundado por
iniciativa privada de empresarios canarios que dejaron de ser sus dueños
-pertenece en la actualidad a editoriales españolas, como casi todos los demás
diarios menos EL DÍA, como ocurre con casi todas las empresas que surgen en
nuestras Islas. En eso consiste en parte nuestro coloniaje, el no dejarnos ser
autosuficientes por el temor que tiene el poder central español a nuestra liberación
económica y política. En dicho artículo, digo, se realza el españolismo
haciendo referencia a connotados valores humanos de hombres nacidos en Canarias
en el pasado histórico, que fueron catequizados para ocupar puestos
preponderantes del Estado español.
El catequizar valores humanos canarios en
el pasado y presente ha sido la prédica constante del poder central español,
con más énfasis en aquellos valores que han descollado por sí mismos. Para
ello, les brindan villas y castillos del poder político que no tienen otra
alternativa que aceptar, pues de lo contrario hubiesen sufrido el rigor del
abuso del todo poderoso Estado español. Una vez que se integra al poder que le
han conferido, comienzan a ponderar sus actuaciones políticas encumbrando su
ego, y facilitándole todas las oportunidades para que se destaque hasta ciertos
límites de poder. Aunque sus conocimientos lo impulsen a realizar acciones
loables en sus funciones, no le era ni le es permitido que sobresalga a la
acción de sus superiores. En el momento que siente dicha limitación comienza su
retroceso jerárquico políticamente y se da cuenta de que ha sido utilizado
maquiavélicamente y no le queda otra salida que renunciar. Lo que le interesaba
al poder central español era utilizarlo para luego aplicarle la zancadilla
política y anular su jerarquía humana que le impidiera proyectarse como líder
en Canarias. A través de nuestra historia colonial, eso le ha ocurrido y sigue
ocurriendo a muchísimos valores humanos nacidos en Canarias, que no tuvieron
más alternativas que las de aceptar incondicionalmente y, una vez que fueron
utilizados, destruyeron su aureola jerárquica aplicándole el cerrojo político
como si se autoaplicara el principio de Laurence J. Peter, aunque demostraran
tener más capacidad política en sus funciones de las que tenían sus superiores.
En la actualidad hay muchísimos canarios
intelectuales partidarios de la independencia de Canarias, y otros que, por
razones personales, se sienten primero españoles aunque hayan nacido en
Canarias. Estos no conciben la emancipación de nuestras queridas e inolvidables
Islas Canarias, sino el seguir viviendo a la sombra de quien le ofrece disponer
de muchas puertas abiertas del poder omnímodo nacional, para continuar con una
relativa y cómoda figuración personal sin trascendencia.
El españolismo en Canarias es una condición
"sine qua non" desde que fuimos conquistados, pues el poder central
español lo ha infundido con intensidad utilizando todos los recursos de
persuasión, tanto por las buenas como por las malas. En una oportunidad, cuando
alguien comentaba el pasado histórico de nuestros aborígenes guanches en una
emisora de Fuerteventura, en Puerto del Rosario, un radioescucha llamó a la estación
para interrogar al comentarista con la siguiente pregunta: "¿Se siente
usted más canario que español, o más español que canario?" Por supuesto se
trataba de un godo recalcitrante y petulante que ocupaba cierta posición
política en la isla, el cual se delataba al escuchar su expresión verbal. La
respuesta fue: "Soy español políticamente por haber sido conquistadas las
Islas Canarias por los castellanos, pero sentimentalmente soy canario cien por
ciento". Lamentablemente, el comentarista no pudo aclarar por radio qué
significaba sentirse canario cien por ciento. De haberlo hecho, hubiesen
cortado la comunicación.
Uno de los grandes valores políticos e
intelectuales canarios nacido en la isla de El Hierro, al cual admiro por su
nobleza de espíritu, condiciones humanas, socialista íntegro, republicano por
excelencia y por sentir lo canario con gran intensidad, ha manifestado sentirse
españolísimo. No quiero compararlo con las figuras
del pasado histórico de Canarias a las cuales se hace referencia en el artículo.
Él es clase aparte de nuestra sociedad insular, me merece el mayor respeto y
consideración a su gran capacidad humanística, pero disiento en su apreciación
al hacer referencia a figuras ilustres, tanto del Parnaso canario, como de
otras áreas del saber humano que fueron utilizadas políticamente por el poder
central español. Tema que me gustaría discutir, de ser posible, en un foro
abierto donde participarían democráticamente todas las organizaciones políticas
canarias interesadas, pues tales sentimientos de libertad para Canarias están
contemplados en la Carta Magna de las Naciones Unidas, por haber sido anexada a
la Corona de Castilla por la fuerza.
Dichos sentimientos de emancipación no
abrigan animadversión al españolismo. Los latinoamericanos, que fueron
conquistados después de Canarias, siguen llamando a España "Madre
Patria". Ellos lograron su mayoría política independizándose y eso no les
ha impedido el seguir con los lazos de amistad y toda clase de relaciones, como
actualmente las mantiene España con todas las naciones del continente americano
que fueron sus colonias. ¿A Canarias por qué se le impide su emancipación
pacífica? ¿Es que tenemos que luchar como lo hicieron todas las colonias que se
emanciparon de la Madre Patria? Nuestros ideales pacíficos de libertad nos
conducirán, más temprano que tarde, al "pancanarismo
nacional del Archipiélago", que se hará sentir en el corazón de la mayoría
de los canarios en pro de su independencia.
Sean conscientes de nuestros derechos a ser
libres e independientes como pueblo que fue engañado y conquistado a la fuerza;
no nos obliguen a una emancipación turbulenta que nadie desea.
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