El almendrero de Nicolás

 

Felicidades y pal carajo

 

Paco Déniz Ramírez

                               

El problema no es que los americanos se hayan marchado de Irak, el problema es a dónde Irán ahora. Los persas deben estar temblando porque para la lotería de navidad han comprado flejes y flejes de boletos y es más que probable que les caiga algo. Un acoso internacional seguido de sanciones que finalice en un tremendo bombardeo podría ser el preludio a una nueva tormenta del desierto.

 

Mientras, como buenos legionarios que son, los soldados yanquis disfrutarán de unos días de borracheras chungas, peleas y putas, para nuevamente ser llamados a servir a la patria en peligro constante. Destrozarán algún que otro bareto y violarán a alguna piba, porque ellos se lo merecen todo, el mundo les debe mucho. Por la mañanita temprano se pertrecharán de su kit de tortura y descuartizamiento y acudirán a salvar al mundo de otros moros que hacen cola en el centro de la diana desde hace algún tiempo. Atrás dejan un país de escombros pringados de sangre con todos sus recursos saqueados y con una hipoteca que ríete tú de la crisis económica de la clase media y del euro. Irak no ha sido la tumba de los yanquis, ni Libia, y probablemente tampoco lo sea Irán o Siria. Afganistán lo dudo.

 

Al igual que Stanley Kubrick, que le ha dedicado unas cuantas películas a semejantes atrocidades, no podemos concluir en algo que no sea fatalismo, ira  y depresión. Con estos sheriff la cosa está realmente jodida. Y si a las miserias del mundo les sumamos las nuestras, convertidas en incertidumbres borrascosas, no hay lugar para celebraciones. Sólo podemos celebrar que, aunque un poco averiados, estamos vivos y tenemos amigos. La de este año será una celebración de esas de echarse un taponazo de ron sin respirar y decir, pal carajo, hay que seguir pa`lante, pelear y morir peleando. Peleando por los tuyos y por quienes valgan la pena, lo demás es cascarilla.

 

Sólo hay que ver el debate de investidura de Rajoy, la gerontocracia que nos gobierna en Canarias o los insaciables de Urdangarin para que, según termines de echarte el taponazo de ron Artemi blanco, te lances a la calle a pegarles un susto. Ya sé que hay más cosas en este mundo, ya lo sé, a mí me lo van a decir, pero lo que me recondena es que después de comerte el baifo, la dura realidad te lo atraganta, te obliga a desenfundar tu ratón y tu teclado y dispararles una parrafeada entre ceja y ceja a todos éstos que se creen que lo están haciendo muy bien, muy bien, como decía la canción. ¡Felicidades! … éste …