Las
ovejas con pañales
Wladimiro
Rodríguez Brito
Estamos
aplicando en nuestro mundo rural un marco de leyes hechas en territorios y por
personas alejadas de nuestra realidad, esta situación se agrava en Canarias ya
que no solo estamos en un marco insular con peculiaridades muy alejadas de lo
que ocurre en el continente y en consecuencia estas leyes son de difícil
aplicación.
Valga
como referencia lo ocurrido a un agricultor en Barlovento con relación a sus
ovejas y la actividad agraria relacionada con el cultivo de plataneras, en los
pasados días fue sancionado porque las ovejas no tenían un estercolero
impermeabilizado con estanqueidad, de tal manera que los purines quedasen
aislados por la supuesta contaminación del acuífero y en consecuencia generan
nitrito en las aguas subterráneas, es decir se le aplican unas leyes hechas en
Bruselas en la que la problemática de la contaminación de los acuíferos no
tiene nada que ver con lo que ocurre en Barlovento.
La
política agraria común tiene una especial preocupación por los aspectos
ambientales y las leyes de bienestar animal, es en este plano en el que desde
Bruselas se ha legislado lo que para nosotros resulta de una gran rigidez; pues
no olvidemos que los ríos en el entorno de los países Bajos y Alemania
soportan unas grandes cargas de elementos contaminantes propios de las
densidades de población de la zona, en la que en el caso Belga y Holandés, no
solo viven más de 20 millones de personas si no que tenemos que incorporarle más
de 15 millones entre vacunos y cerdos a la que se une un aparato industrial
potente sobre todo en el campo de la química con una agricultura intensiva muy
desarrollada.
Un
marco geográfico cargado de canales navegables, es decir que los ríos Rin,
Mosa y Escalda sufren una gran presión y en consecuencia las autoridades han
hecho un gran esfuerzo en la lucha contra la contaminación, ya que mantener las
aguas con una calidad potable no es nada fácil. Por ello, la sanción impuesta
a una docena de ovejas y al ganadero de Barlovento por la supuesta contaminación
del acuífero, es un despropósito de unas leyes alejadas geográfica pero también
socialmente de nuestro territorio.
Entendemos
que los planteamientos que se están aplicando en Canarias de la llamada
Condicionalidad de la Política Agraria Común, necesitan una revisión de fondo
ya que resultan inaplicables; cuando nos hablan del estiércol que podemos poner
en una hectárea de cultivo o si las vacas las podemos atar o no (si han de
estar sueltas o no), si el ganado lo podemos dejar en el campo a la intemperie o
qué tipo de protección le debemos de dar para el sol o la lluvia, como hemos
de tratar las vacas, terneros y cerdos, su alimentación, el manejo de los
pastos y un gran largo etcétera de libros de registro que debemos de llevar en
cada explotación sea pequeña o mediana o los problemas que tiene una ganadero
para deshacerse de un animal que se le muera en la explotación, que hace aún más
problemática la actividad del sector primario en estas islas.
Es
más, la relación que hay entre la actividad agraria o ganadera en Canarias y
Holanda, dista mucho no solo en lo geográfico sino en la realidad ambiental en
la que debemos criar el ganado, las leyes de Condicionalidad nos dicen que hemos
de tener una vaca por hectárea o como hemos de tratar los pastos o si podemos o
no labrar tierras con un 15% dependiente o como hemos de proteger nuestra flora
y fauna, se olvidan de las diferencias que tiene un país en el que viven más
de 400 personas/km2, en la que su paisaje es enormemente artificial y su
naturaleza ha sido totalmente domesticada por el hombre, al contrario de
Canarias que nos queda una naturaleza relativamente mantenida y nuestros
ganaderos y agricultores han convivido con la misma, sin necesidad de marcos teóricos
que nos dicen si podemos tener una vaca suelta o amarrada o si le debemos poner
una sombrilla en el verano para la protección de la misma, nuestros ganaderos
también tienen algo que decir y los documentos que se redacten han de escuchar
las necesidades reales de los mismos, es decir hay que respetar gran parte de la
cultura y de la manera de hacer las cosas que hemos tenido en esta tierra y en
consecuencia no nos merecemos que nos penalicen por tener un papayero o un
naranjo en las tierras cultivadas de plátanos o que el estercolero aquí se le
tengan que aplicar las medidas de las cuencas del Rin, Escalda, Mosa o Danubio.
Es
en este plano en el que entendemos que lo ocurrido con las ovejas en Barlovento,
es algo más que un tema aislado, puesto que está generando desanimo y
preocupación en el mundo rural, por unas leyes que se aplican desde un plano teórico
alejado de nuestra realidad y sobre todo creando aún más incertidumbre a
nuestros campesinos, tan necesitados de crear estado de ánimo positivo, que
motiven sobre todo a nuestros jóvenes a mirar para el campo con emprendimiento
y con garantías de futuro, sembrando y cultivando la tierra con menos quintales
de papeles y más apoyos económico y ambiental, para que el sector primario
vuelva a ocupar un papel importante en la sociedad canaria y dejemos así de ver
a la administración como una burocracia alejada de la realidad y en muchos
casos agresiva hacia el sector primario y es más, las leyes creemos que no se
están aplicando en toda la Unión Europea con la misma rigidez, un claro
ejemplo es el que sucede en Azores, donde las vacas viven a la intemperie y el
ordeño y las actividades ganaderas son mucho más tolerantes que lo que venimos
contando de La Palma o de otros puntos de Canarias, claro que nos hemos de
preocupar por las leyes de bienestar animal, pero también del bienestar de las
personas, de los campesinos y de los urbanos, es en este plano en el que le
pedimos a las autoridades de las islas unos documentos para defender en Bruselas
acordes a nuestra realidad y que destierren para siempre casos como el comentado
en Barlovento, que no ha ocurrido de manera aislada sino lamentablemente está
ocurriendo con mucha frecuencia.
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DOCTOR EN GEOGRAFÍA POR LA ULLL