NUESTROS
MONTES EN LLAMAS
Francisco R. González Alonso *
Con gran
estupor la diáspora canaria ha recibido las tétricas vistas de nuestros montes
en llamas. No es la primera vez ni será la última, que nuestros montes han sido
arrasados por las llamas. Incendios, unas veces provocados por fenómenos
atmosféricos, otras por las erupciones volcánicas y…, en esta oportunidad al
parecer, por seres humanos con mentes enfermas.
De ser
cierto que los incendios fueron provocados intencionalmente al mismo tiempo por
diferentes partes, no cabe dudas que es muy grave el paroxismo existente en
nuestra gente piro-maniática, que siempre ha existido, pero que tal vez por
otras razones inconscientes, se hayan visto impulsados a incendiar nuestros
montes, en venganza por no estar satisfecho del orden y bienestar social en el
medio en que viven, por no ser atendidas políticamente sus necesidades a
tiempo. Todo esto es posible y merece un análisis minucioso de las autoridades
competentes, con el fin de conocer el verdadero origen de la incoherencia
mental, en seres humanos que han perdido la razón para apreciar el mal que
generan a la comunidad donde conviven.
Por otra
parte, al analizar las condiciones de vigilancia de nuestra flora y fauna,
también se desprende que es insuficiente para cubrir dichas observaciones el
personal responsable de custodiar el medio ambiente que le rodea. Y si estoy
equivocado y en verdad hay el personal suficiente para custodiar nuestro medio
ambiente, entonces hay que actuar con sensatez inmediata para cesar a dichos
señores que no cumplen con su deber.
Yo recuerdo
siendo un niño ver arder el monte de Tágara, parte
alta de mi pueblo natal “Guía de Isora”.
Recuerdo el repicar de campanas llamando a todo el pueblo, para que de
inmediato fuesen a sofocar el incendio, que lamentablemente carecían de medios para extinguirlo, aunque
todos los hombres disponibles del pueblo voluntariamente se alinearon para
subir en bestias, (burros, mulos, yeguas y algunos caballos), no pudieron
actuar con la eficacia necesaria para hacer frente a enormes llamaradas que el
viento hacía flamear, y sólo se abocaron a efectuar los corta fuegos para
evitar la propagación, que al final se logra sofocar al cambiar el sentido del
viento.
También
recuerdo que nuestros cultivos se abonaban con estiércol elaborado con la hoja
del pino que utilizaban como colchón de los abrevaderos del ganado vacuno, caprino
y porcino. Había muchísimos labradores que continuamente estaban transportando
la pinocha con sus bestias, y esto contribuía a la limpieza necesaria del pinar
para así evitar los incendios.
A raíz de
haber cambiado el estiércol orgánico por los abonos químicos, la pinocha no se
utiliza para nada y los pinares permanecen con un colchón natural de sus
propias hojas, que hace imposible el sofocar cualquier incendio provocado o no
por seres humanos o por cualquier otro motivo.
Ahora bien,
analizando la conducta de los diferentes Gobiernos Autónomos, con relación a la
vigilancia y estricto control preventivo que debe tener sobre los montes de las
Islas Canarias, se observa que no se cumple con la rigidez que debe existir en
los guarda bosques o guarda montes, y no hay el control sobre las personas que
disfrutan del clima bajo los pinares, donde se han instalado campamentos de
recreación y no son protectores de dicho medio ambiente, por carecer de los más
elementales principios de convivencia ciudadana.
Por otra
parte, desde niño contemplé como se botaban a la orilla del mar y en los
barrancos (por no haber una planta procesadora), camiones y camiones de tomates
cuando los mercados estaban saturados de dicho producto y los precios no cubrían
los gastos de embalaje. Los intermediarios sólo aceptaban los frutos para
embarcar, cuando los precios cubrían al menos sus comisiones, no les importaba
que el cosechero perdiera sus frutos que con tanto sacrificio producía.
El otro
aspecto que manifiesta el poder central español, es el de evitar cualquier
iniciativa económica que tenga vida propia sin su injerencia. Esta actitud está
inherente al principio colonialista de España sobre Las Islas Canarias, para
evitar su auto-suficiencia económica que las libere del yugo español. Al poder
central español no le conviene que en Canarias funcionen empresas que generen
riquezas a los canarios. Siempre tratan de negarles el apoyo para su evolución
y consolidación. Funcionan aquellas que dependan directamente del poder central
español, cualquier otra iniciativa sólo es posible si lo decide Madrid.
Es muy
lamentable que en Canarias no haya industrias que definan el verdadero
potencial económico que tienen. Una de ellas es la de utilizar la hoja del pino
en la elaboración de maderas comprimidas. De haberlas, no existiría el colchón
que forma su caída libre, ni se originarían los incendios que últimamente han
ocurrido. Sería una fuente de mano de obra precisamente para el campesino
canario, puesto que la orografía de las islas no permite la mecanización de su
recogida, tendría que ser manualmente.
En fin,
nuestras fuerzas vivas son las llamadas a ejercer la presión necesaria, para
iniciar el despertar de nuestra Patria Guanche, no las del campesino canario,
que su mente está obnubilada y no puede ver ni entender lo que pasa en los
bastidores políticos colonialistas. Nuestro despertar no lo va a provocar ni
realizar quienes nos tratan como seres subdesarrollados, mientras Canarias
posea fuentes de producción, el poder central español se encargará de digerir a
sus antojos, y si algo le toca al canario, serán las migajas nada más.
Mi consejo
es que no sean conformistas y defiendan la CANARIEDAD. Sin identidad, la vida
de los canarios se limita a vivir en un vacío de aspiraciones, es sencillamente
compatriotas “no vivir”.