NUESTROS CAMPOS Y LOS MERCADOS DEL AGRICULTOR

 

 

«» Josefa Falcón-Assidd n Wayyur

 

 Medianías de Ycod el Alto

 

Cada fin de semana los mercados del agricultor de la isla cobran vida, se llenan de nuestros productos, de lo que producen nuestros campos, de todas las maravillas de la que es capaz de producir una semilla puesta en tierra, y la gente lo agradece y acude en masa a estos sitios. Gracias a estos mercados del agricultor, éstos  pueden vender sus productos directamente al consumidor, sin que tengan que pasar por las manos de los intermediarios que son los que terminan haciendo su agosto mientras que al agricultor se le pagan precios irrisorios que apenas le dan para cubrir gastos y poco más.

 

El sacrificado trabajo del campo es para el agricultor motivo de alegría y optimismo cuando ve que sus cosechas son productivas y pueden ser vendidas a precios, cuando menos, razonables. Siempre expuesto su trabajo y sus cosechas a las inclemencias del tiempo que puede hacer desaparecer sus ilusiones con un temporal de viento o con una sequía extrema es, llegado el momento de la recolección y si todo ha ido bien, razón para sentirse feliz y satisfecho de la labor hecha con la tierra, la semilla y sus cuidados.

 

Las grandes superficies o centros comerciales han ido a dar al traste con las ventitas de pueblo, aquellas donde antes se podían vender estos  productos que ahora, a falta de ellas, ya se pueden vender en estos mercados. Aún quedan algunas de esas ventitas en los pequeños pueblos de las islas y pienso que nunca deberían desaparecer, que no es lo mismo salir a la calle y acercarnos a la ventita más cercana del pueblo que tener que coger el coche o la guagua  e irnos hasta el hipermercado más próximo que además será, con seguridad, una multinacional que se ha ido tragando la economía de los pueblos, esos nuestros pueblos que, en lo comercial, están en decadencia por culpa de esos centros comerciales. La gente se deja llevar por el deslumbramiento de esos lugares y abandonan sus comercios de toda la vida. Competir con ellos en estos momentos de crisis es imposible. Nunca un pequeño comercio podrá competir con los precios de las grandes superficies y  la gente busca economizar al máximo. Y es una pena que tenga que ser así porque nuestros pueblos se mueren, apenas tienen actividad comercial y la necesitan para crecer, para prosperar, la economía es imprescindible para todo ello….  

 

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