Nuestro masoquismo político
Francisco
Ramón González Alonso
En estos momentos actuales de
vacas flacas, los diferentes bloques del poder económico de las naciones
desarrolladas están viviendo momentos difíciles, por la gran competencia
generada entre ellos, al carecer el mundo occidental de la masa obrera barata
que disponen ciertas naciones asiáticas, las cuales han dado el visto bueno
para que las compañías transnacionales operen en dichas naciones, con el favor
de esa masa inmensa de trabajadores sacrificados, ante el poder omnímodo
que se ejerce sobre ellos para que rindan al máximo, lo que permite grandes beneficios
al capital salvaje de las grandes compañías.
Más del 50% de la población mundial se
encuentra desocupada debido a la contracción económica global, que el gran
capital ha impuesto a la clase trabajadora, a sabiendas de que la clase obrera
es la que gasta todo lo que gana y moviliza el capital.
Las grandes compañías transnacionales viven a costa de la sangre, sudor
y lágrimas de la gente humilde trabajadora, lo que
está generando el descontento mundial de la gente joven sin trabajo.
Las naciones superpobladas tratan de
explotar al pueblo con bajos salarios, protegiendo así los grandes consorcios
económicos que se han instalado en su territorio, como es el caso de cierta
nación asiática bajo el sistema comunista, cuyo régimen totalitario se ha
consolidado a costa de un pueblo que permanece sometido a un régimen sin
libertades.
Las desleales competencias económicas
siempre han sido las que han generado los
conflictos bélicos, pues el bienestar de unos es el malestar de otros, de ahí
que se esté viviendo con el temor de una explosión suicida generalizada que
pueda conducimos a la autodestrucción de nuestro hábitat planetario.
El sistema capitalista, de acuerdo a lo
manifestado por el cardenal Pierre Teilhar de Garden en su gran obra
"Visión cósmica", tiene que dejar de ser esclavista del'
género humano e iniciar la etapa de la sociabilización del capital,
donde el hombre participa de los beneficios que genera al recibir no
solo su salario, sino también dividendos porcentuales sobre las .ganancias
libres que haya generado su participación.
Lamentablemente, el malestar económico reinante
en estos momentos tiene un origen múltiple. No es solamente la contracción
económica mundial, generada por las competencias entre
los "trust" económicos de las naciones desarrolladas,
la que ha llevado a España al descalabro económico que está sufriendo.
Ha sido el mal uso de un falso socialismo democrático, que amparó el olé y olé
y sembró la idea de vivir sin trabajar, donde el despilfarro y la corrupción se
hicieron presentes en la élite partidista que ha dejado de gobernar,
afortunadamente, y cínicamente pretende desconocer lo mal que administró el
erario de dicha nación.
Dicho malestar ha repercutido trágicamente
en nuestros pueblos insulares canarios, a consecuencia de seguir viviendo bajo
Un sistema colonial que España nos ha impuesto, que
hoy viven con grandes limitaciones, gracias a las complacencias de un Gobierno
autónomo al que no puedo darle un calificativo
respetuoso, todo lo contrario, prefiero dejar que quienes están sufriendo las
consecuencias de sus malversaciones descalifiquen
a sus gobernantes por lo mal que lo han hecho. ¿Hasta
cuándo nuestros pueblos insulares van a permitir tanto abuso?
No quiero pensar que el mentecatismo haya
minado a nuestro pueblo en cierto grado, que
esté influyendo en su actitud apática de reaccionar, pues no concibo la inercia
mental que manifiestan mis coterráneos para no darse cuenta de
que la actual situación de empobrecimiento se debe al poder central español que manipula al
revés y al derecho a nuestro Gobierno autónomo, y a muchos títeres políticos que se han
puesto a mamar en la misma teta de la corrupción,
y que nada hacen para superar nuestro
estatus político, económico y social. Su inhibición es tan manifiesta que me impulsa a pensar
que sufre la influencia de un masoquismo político que no les hace sentir su mala
situación ni les duelen sus penurias, al permanecer indiferente sin poder alzar
su voz de protesta con la intensidad que se requiere en defensa de su
integridad y la de los demás conciudadanos, afectados por la pobreza extrema
que sufren nuestros insulares canarios.
Desde la diáspora que conocemos ya la
libertad de acción, reciban nuestro aliento solidario en pro de nuestra
independencia, único camino que nos conducirá a un mejor vivir
en nuestras queridas e inolvidables Islas Canarias. Libres y soberanos, no
permitiremos chupasangres foráneos en nuestras islas, que solo les interesan
los dividendos económicos que puedan obtener
en perjuicio de nuestro bienestar. Termino como
siempre diciéndoles, con todo mi sentir canario, que solo hay un camino que nos
llevará a la plena libertad, la
independencia. ¡Despierten, canarios! ¡Despierten! Como
despertaron los pueblos latinoamericanos.
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