NO TODA LA CULPA ES DEL COLONIALISMO
Isidro Santana León
[…No entiendo
la existencia de la izquierda en Canarias si ésta no es independentista.
Defínanse, ¿están a favor del colonialismo…? Si es lo contrario tienen una gran
oportunidad de demostrarlo, ya que nos encontramos en una colonia.]
No es mérito de la
derecha sino demérito de la izquierda, no toda la culpa es del colonialismo,
también son las disculpas del independentismo.
No sé cuántas veces he
reflexionado sobre esto, es obvio que porque la historia y la situación actual
te obliga e ello.
He leído algo sobre la
imperiosa necesidad de autocrítica que la llamada izquierda tiene, pues, una
vez tras otra, la frustración es palmaria en los intentos de movilizar a las
masas canarias. Evidentemente, no hay tiempo para ejercer una labor de
concienciación que reactive a quienes llevan décadas atados al yugo del
consumismo, la aceptación y la indolencia, mas, a mi juicio, el problema
estriba en la relajación y comodidad de los partidos de este corte ideológico
y, por supuesto, de los sindicatos, que se han retraído de llevar a la práctica
los principios filosóficos que dicen defender, coadyuvando a la pacificación de
la violencia que el poder sutilmente ha practicado sobre los más débiles, y
donde los presuntos activistas no han salido de las trincheras a combatir
cuerpo a cuerpo, sino que se han avenido a los pactos impuestos por la tiranía,
dejándola avanzar y ocupar el terreno que le pertenece al pueblo.
El ya fenecido amigo,
Lorenzo Doreste, me decía “El neoliberalismo se ha
afianzado en las bases del marxismo, ha aprendido de su filosofía y, con
acierto, ha aplicado métodos para sus mezquinos intereses” Algo así como si el
enemigo usara tus armas, creí entender entonces. No se han puesto cortafuegos
para detener el avance del capitalismo más brutal y, por el contrario, se ha
convivido con él, de forma que la evolución de la conciencia del pueblo y el
logro de su independencia intelectual –defensas letales contra el abuso de
cualquier poder–, no han sido los objetivos
primordiales de los partidos llamados de izquierda en Canarias –y tampoco de
los independentistas– sino hacer clientela para sus
fines electorales, que es la única herramienta que te deja usar el sistema
colonialista y capitalista español, para así justificar la pseudo-democracia y
su “legitimidad”.
En el ideario de la
izquierda está omnipresente la eliminación de las fronteras (delimitación que
en Canarias es primordial por nuestra singularidad archipielágica,
limitación geográfica, capacidad demográfica y factores medioambientales),
dicho en otras palabras, desmantelar la soberanía nacional de los pueblos,
cuando quien único ha transitado libremente por todos los países sin
impedimento alguno y se ha apropiado de sus gobiernos, transgrediendo todas las
reglas morales, humanas, de convivencia y comportamiento, ha sido el
neoliberalismo. Sin embargo, es de entender que este expansionismo y
apropiación de la soberanía de las naciones no lo han podido conquistar en
solitario los padrinos de la minoritaria mafia financiera, siendo manifiesto,
escándalo tras escándalo, que, para la recepción del auxilio y la cobertura, ha
sido necesario el soborno a los jefes de Estado, políticos, jueces y otros dichos
representantes del pueblo, donde ha residido la clave de su éxito.
Es claro que se
precisa un cambio en el orden mundial y para esto es indispensable que la
soberanía resida en las naciones; que sean éstas las que organicen los mercados
y las economías, potestad que nunca se debió dejar al libre albedrío de
mercaderes sin escrúpulos que han doblegado la voluntad de los gobiernos y de
los pueblos que han elegido a éstos. Se ha pasado de la soberanía nacional a la
soberanía del capital y, creo, desde mi modesta opinión, que contra la
globalización sólo es posible la nacionalización. Si objetivamente queremos
alcanzar la equidad y la justicia social, mediante el control de la economía y
la supervisión de la gestión del Estado, por parte de un órgano verdaderamente
independiente, imparcial, e investigados sus miembros antes de presentarse al
sufragio universal por el que han de ser elegidos, también es necesaria la
nacionalización.
Muchas veces,
malintencionadamente, se ha utilizado la palabra nacionalización como término
de exclusión y cierre de las fronteras a los seres humanos, sabiéndose que son
los poderes económicos quienes violan sus fronteras nacionales para saquear sus
riquezas, sometiéndolos al hambre y obligándolos al éxodo. Nacionalizar es simplemente
que los hijos de una nación sean los autores de su destino, que se desarrollen,
que tengan oportunidades en ella, que alcancen cotas de bienestar y dignidad y
no que sean los intereses foráneos, rapiñadores y especulativos, los que
dirijan y condicionen sus vidas y sus patrias.
No me creo –a lo mejor
me equivoco– lo del levantamiento popular que muchos
pronostican, apocalípticos, para advertir al gobierno que ceda en su política
dictatorial y a la población para que se levante, porque controlan ellos la
temperatura social y ya sabrán cuándo soltar el chusco si el asunto se pone
incandescente.
De todas formas, en la
historia del pueblo canario –salvo algunas excepciones–
sus hijos nunca se ha rebelado y han optado por emigrar, cabizbajo, hacia
la otra orilla, tantos que han muerto de hambre como perritos abandonados y, en
el mejor de los casos, se han arrodillado ante sus amos o han tratado de casar
a sus hijas con individuos de porvenir. El pueblo está rendido ante sus
tiranos, de los que sólo espera clemencia, porque la dependencia psicológica
del sistema es absoluta. Me reafirmo en que no ha habido logro del capitalismo
o del colonialismo per se, sino que ha sido la
ineficacia y el fracaso del independentismo o de esos sectores de la izquierda
y los sindicatos, que de antaño se han acomodado, aburguesado y dormido con el
dulce arrorró del poder, y mientras la opulencia derivada de una economía
especulativa –peligrosa– les sedujo porque mucha
gente tenía trabajo, ganaban buenos sueldos, se hipotecaron ingenuamente de por
vida, o el fútbol, las carreras de coches y las celebraciones eran la formación
de su intelecto, no alzaron la voz ni alertaron o promovieron un cambio
imprescindible en la economía de Las Islas, sino, cuales gestorías del régimen,
administraban algunos pleitos domésticos o particulares, y nunca apostaron por
una concienciación de las masas, dejando que éstas fueran absorbidas por el
capitalismo, cayendo en la total dependencia y esclavitud, hasta moral. En el
supuesto de que se diera un insurrección por culpa de las condiciones, serán
los hermanos más débiles y vulnerables las víctimas fratricidas de una sociedad
inculta, alienada, violenta y sin capacidad cognitiva para diferenciar entre el
bien y el mal, lo justo e injusto o entre el derecho y el abuso.
El desinterés del
pueblo ante los llamamientos a las acciones políticas que los partidos y
sindicatos que se dicen de izquierda hacen, radica en la desilusión,
memorizada, de cuando se alcanza el poder con un discurso ilusionista, progresista,
humanitario, de izquierda –sea para ocupar ayuntamientos, cabildos, comunidades
autónomas, parlamento del reino– y una vez en la
poltrona se racionaliza y se justifica lo contrario de lo prometido,
arraigándose el desencanto popular porque los derechos de la gente se han
institucionalizado, convirtiéndose en irreales, mientras las luchas callejeras,
que sí han logrado sus fines, no las han abanderado los partidos políticos sino
las organizaciones sociales y de trabajadores, a las que se han arrimado para
sacar réditos o recuperar el prestigio perdido.
Como estaban en
proceso de reflexión y supuesta autocrítica, ésta es la mía, analizada y
vertida desde el punto de vista de la gente que está en los barrios y que, a
modo de terapia, se cuentan sus inquietudes porque han perdido la esperanza y
la confianza en todos los partidos políticos. Para terminar, no entiendo la
existencia de la izquierda en Canarias si ésta no es independentista.
Defínanse, ¿están a favor del colonialismo…? Si es lo contrario tienen una gran
oportunidad de demostrarlo, ya que nos encontramos en una colonia. No vale lo
de siempre: “respetamos el derecho de autodeterminación de los pueblos” Bonito
fuera que no reconocieran y respetaran los derechos de los pueblos, la pregunta
es que si están dispuestos a luchar para que se ejerza ese derecho que, en
Canarias, se hace a través de la descolonización e independencia.
27/06/13
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