PRCC
El nacionalismo imperialista español celebra cada año el doce de Octubre la llegada, que no descubrimiento, del genovés Cristóforo Columbus a las islas del Caribe en su infructuosa pretensión de competir con los portugueses, intentando abrir una nueva ruta hacia el oro, la seda, la porcelana y el marfil de Oriente, supuestamente más rápida y directa que la de bordear el sur del continente africano y atravesar el Océano Índico, ya explotada por los comerciantes lusos.
Por encargo y con la escasa financiación de la reina Isabel “la católica”
y a cambio de la promesa de una comisión del diez por ciento del valor de las
riquezas que pensaba traer de la India y de China, el aventurero y negrero
italiano esperaba con este primer viaje oficial, pues con toda seguridad lo había
hecho ya en secreto, a lo que él creía las islas de Cipango (el actual Japón),
ganar fama y riqueza.
Sabía perfectamente el
marino y traficante de esclavos genovés que para alcanzar tierra firme al otro
lado del Océano Atlántico debía partirse hacia finales del verano desde las
Islas Canarias para aprovechar los vientos y las corrientes precisamente en
esa época del año y, describiendo un amplio semicírculo navegando primero
hacia el Suroeste y luego, a mitad del viaje, hacia el Noroeste, alcanzar, en
aproximadamente treinta días con los barcos de la época, aquellas islas que él
se empeñaba en creer que formaban parte de “las Indias”.
Y conocía también en
detalle que partiendo del Caribe a finales de la primavera con rumbo Noreste
primero y luego Sureste, completando el círculo del viaje de ida, podía
volverse hacia Europa cayendo aproximadamente sobre el mar Cantábrico.
Esta información
detallada sobre las rutas de ida y vuelta, que se utilizó durante los siglos
que duró la navegación a vela y que todavía hoy es aprovechada por los
veleros deportivos, la obtuvo en las Islas Canarias y la guardó celosamente
durante años como un valioso secreto para vender al mejor postor.
Sus numerosas y
frecuentes visitas al Archipiélago por motivos de negocios y de amoríos,
permitieron al navegante italiano conocer las tradiciones, que entonces aún
se conservaban entre los canarios, sobre las antiquísimas relaciones de las
civilizaciones isleñas y del noroeste africano con lo que hoy conocemos como América.
Estos antiguos
contactos entre ambos lados del Océano Atlántico, que no en vano lleva el
nombre del sistema montañoso que cubre el noroccidente africano, explica las
coincidencias culturales y lingüísticas entre el mundo amazig y las
civilizaciones centroamericanas, que se pueden observar en la construcción de
pirámides escalonadas, la momificación, el culto solar, etc.
Todas estas
circunstancias llevaron al ambicioso Colón, después de aprovisionarse y hacer
aguada, reclutar tripulantes y reparar sus naves en las Islas Canarias mientras
esperaba el momento propicio para hacerse a la mar, a desembarcar en la pequeña
isla de Guanahaní el doce de Octubre de 1492.
Pero no encontró el
oro que buscaba. Ni la seda, ni la fina porcelana china, ni el marfil
primorosamente trabajado de la India. Y aunque combatió y llevó al exterminio
a los habitantes de aquellas islas a los que seguía obstinadamente llamando
“indios”, no logró dar con las fabulosas riquezas que ambicionaba ni con
las espléndidas civilizaciones orientales con cuyo comercio se
enriquecían los portugueses.
El “Almirante de la
Mar Océana” cayó en desgracia y tuvo que volver a España a defenderse de
graves acusaciones, donde acabó sus días olvidado y en la miseria.
Sin embargo, varias décadas
después del fallido “descubrimiento”, otro aventurero, esta vez español,
arribó desde Cuba a las costas continentales en un lugar al que llamó Veracruz
e inició la conquista de Centroamérica. El extremeño Hernán Cortés,
aprovechando hábilmente las contradicciones internacionales e interclasistas de
los mejicanos, lección aprendida y método experimentado por los españoles en
la conquista de Canarias, culminó la destrucción de la cultura azteca y, poco
después, avanzando por la costa del Pacífico, Francisco Pizarro acabó con el
milenario reino inca.
Con estas conquistas se
empezó a formar el gran imperio que convirtió a España, en tiempos de Felipe
II, en la gran superpotencia mundial a cuya capital afluía sin cesar el oro y
la plata.
Y mientras en las
tierras colonizadas, gobernadas por “adelantados”, “virreyes” y
“capitanes generales”, se saqueaban las riquezas y los recursos de los
pueblos dominados, se masacraba y exterminaba sin piedad a millones de sus
pobladores y se barrían de la faz de la tierra innumerables civilizaciones y
culturas por medio del trabajo forzado, las expediciones punitivas, el genocidio
deliberado y la cristianización por medio del látigo y la hoguera, escribiéndose
así una de las páginas más oprobiosas e indignas de la historia de la
Humanidad, en el propio territorio metropolitano español se extendía la
despoblación por la masiva emigración de las capas más pobres hacia las
nuevas tierras de ultramar, la deforestación necesaria para la construcción de
inmensas flotas mercantes y de guerra, y la hiperinflación como consecuencia
del arribo constante de grandes cantidades de oro, plata, esmeraldas y otras
piedras y metales preciosos que, a la postre, fueron dilapidadas por los
sucesivos reyes en sus interminables guerras europeas y para mantener las
fuerzas represivas en su inmenso imperio colonial.
Pero a pesar de las
terribles y vergonzosas consecuencias de la época imperial, independizados casi
todos los territorios del antiguo imperio español y perdido para siempre el
esplendor de la corte que, en sus tiempos, fue la más rica del mundo, los nostálgicos
nacionalistas ibéricos continúan celebrando, con actos de exaltación militar,
el doce de Octubre, al que sucesivamente han denominado “día de la raza” o
“día de la hispanidad”.
Nosotros creemos que
ese día infausto debe ser recordado y conmemorado como Día Mundial de la
Resistencia contra el Colonialismo y el Imperialismo, rindiendo homenaje a los
que mantuvieron viva la rebeldía contra la opresión, desde los alzados
canarios que hicieron frente durante siglos al colonialismo español, los indígenas
americanos que defienden hasta hoy orgullosamente sus derechos y sus
culturas ancestrales, y todos los pueblos que han luchado o que aún luchan por
su liberación nacional en todos los continentes combatiendo contra el
imperialismo, el colonialismo, el racismo y el sionismo.
Fuente:
independenciaysocialismo.wordpress.com