¡No
a la intervención militar del imperialismo! ¡Fuera Gadafi!
¡Por
la autodeterminación del pueblo libio,
sin intervención de la OTAN ni tutela de la
ONU!
Libia se encuentra hoy en una situación de guerra de
civil. En nuestra primera declaración del 25 de febrero, señalábamos que “la
represión desatada por Gadafi no ha hecho retroceder la protesta. Por el
contrario, la ha ido profundizando. En varias ciudades, el ejército se dividió,
las movilizaciones populares tomaron cuarteles y arsenales, y se formaron
comités populares y milicias. Este estallido de rebelión popular ha llevado
entonces a una situación de virtual guerra civil, en el sentido de que el régimen
ha perdido el control territorial de una parte importante de Libia...”
Hoy está
situación de guerra civil ha dejado ser “virtual” o potencial. Ahora es el
rasgo que determina el conjunto de la situación de ese país. Mientras Gadafi
asienta su poder militar en Trípoli –donde ha podido masacrar los movimientos
de protesta que también surgieron allí inicialmente–, los
rebeldes dominan distintas ciudades al oeste y, sobre todo, al este de la
capital. A partir de allí se han sucedido los combates, con avances y
retrocesos de ambos contendientes, y sin que asome todavía una clara
definición. Por el lado de los insurgentes,
se refleja el impulso de una rebelión que, más allá de sus desigualdades
regionales, abarca visiblemente a la mayoría de la juventud y las masas
populares de Libia. Por el lado de Gadafi, se refleja
que conserva un sector del aparato del estado y de su clientela política
especialmente en la capital, y sobre todo sigue disponiendo de fuerzas armadas
regulares o irregulares, con una superioridad de armamentos (por ejemplo,
aviación) y unidad de mando, que las hace capaces de asestar duros golpes. Al mismo
tiempo que lograba pasar a la ofensiva militar, Gadafi daba un giro político de
cierta importancia.
En los
primeros días, trató de volver a presentarse como “ antiimperialista”, como lo
fue a su modo hace más de dos décadas. Pero ahora ha
cambiado significativamente este discurso político. Hoy, en primer lugar, dice
que está luchando contra Al Qaeda, a la vanguardia de la “guerra contra el
terrorismo islámico” que habría sido inexplicablemente abandonada por EEUU y
Europa. Asimismo, Gadafi proclama ser la imprescindible barrera para que Europa
no sea invadida por una desagradable ola de inmigrantes del África negra: "Libia
juega un papel vital para la paz en la región y en el mundo entero",
declaró Gadafi el canal de TV France 4 (07/03/11). "Somos un importante
socio en la lucha contra Al Qaeda", y añadió: "Hay millones de negros
que podrían llegar al Mediterráneo y luego saltar a Francia e Italia, si Libia
deja de garantizar la seguridad". Y,
efectivamente, junto con la administración del enclave petrolero libio, Gadafí fue uno
de los primeros en adherir activamente a la “guerra contra terrorismo islámico”
declarada por Bush. Asimismo, Berlusconi y otros gobiernos del sur de Europa
recurrieron a sus servicios como gendarme para reprimir a los hambrientos
inmigrantes subsaharianos antes de que logren cruzar el Mediterráneo.
En
síntesis: junto con la ofensiva militar para aplastar la rebelión, el dictador
de Libia ruega al imperialismo volver a ser un " importante socio".
El "antiimperialismo" de Gadafi volvió otra vez al baúl de los
recuerdos. El imperialismo trata de
aprovechar este impasse. La potencias imperialistas tratan
de aprovechar este impasse de guerra civil, para lograr una salida favorable,
tanto para sus intereses petroleros como para contener los procesos de rebelión
popular que se están desarrollan en Medio Oriente y el Norte de África. Volver a
emplear a Gadafi como un “socio importante” –como reclama el dictador– parece hasta ahora descartado por todos los
imperialismos, incluso por los que fueron sus grandes socios, Italia y Francia.
Aunque en lo inmediato Gadafi ganase la guerra civil, sería apostar a una carta
a la larga perdedora. Podría tener, además, consecuencias políticas gravísimas
en todo el mundo árabe en rebelión. Se trata, entonces, de encontrarle un
reemplazante que sea conveniente a los intereses imperialistas. Pero,
dentro de esos trazos comunes, hay diferencias de intereses y también de
políticas. Mientras los socios europeos de Gadafi –en primer lugar, Berlusconi– demoraron varios días en “soltarle la mano”
al dictador, Estados Unidos (y, como siempre, Gran Bretaña), salieron
decididamente al ruedo desde el primer momento para imponer su propia sucesión
al régimen libio.
La
política del imperialismo yanqui y sus socios (frente a la cual Italia, Francia
& Cía. no han podido contraponer otra línea global, sino a lo sumo
objeciones puntuales) combina varios objetivos, tanto a nivel de la región como
de Libia específicamente. Estados Unidos, después del papel
miserable que jugó en Egipto defendiendo a descaradamente a Mubarak hasta
último momento, intenta ahora reacomodarse, situarse en una posición más
favorable y “simpática” frente a las masas árabes en rebelión. A costa de
Gadafi, a quien considera ya insostenible, Washington trata de reaparecer como
el adalid de la democracia en la región. Un
objetivo fundamental de este reacomodamiento es salvar a los regímenes a los
que EEUU ha apostado siempre todas sus fichas: Arabia saudita, Yemen y
los miniestados del Golfo, hoy también convulsionados en mayor o menor medida.
¡La derrota de Gadafi en una guerra civil sin intervención del imperialismo,
sería para esos pueblos un ejemplo de consecuencias catastróficas para esos
regímenes despóticos! Por el contrario, si a Gadafi lo
sucede un régimen y un gobierno vasallo, sería un factor de contención en toda
la región. Asimismo, los ardores
“democráticos” de EEUU y Gran Bretaña en relación a Libia son estimulados por
otro doble objetivo político y económico. Si logran imponer un sucesor que sea
su agente directo, se abriría la posibilidad de un nuevo reparto del petróleo y
el gas de Libia. Con Gadafi, estaba principalmente en manos de las petroleras
de Europa continental. Esto podría cambiar, según quién se haga finalmente con
el poder; o si Libia se “balcaniza” y surgen distintos “gobiernos” regionales. Mientras
EEUU envía sus portaaviones, desde Europa continental se hacen otros operativos,
aunque con el habitual camuflaje “humanitario”. Así, el fiscal del Tribunal de
La Haya, Luis Moreno Ocampo, anunció que va a “investigar” las violaciones a
los derechos humanos cometidas por Gadafi... de las que hasta ahora no tenía
noticias! Cuando hace años Gadafi era
recibido en triunfo por Berlusconi y Sarkozy, y la Casa Blanca
anunciaba su “perdón”, parece que Moreno Ocampo no estaba al tanto de esas
violaciones. Tampoco este eminente tribunal se ha percatado hasta hoy de los
millones de muertos en Afganistán e Iraq,
responsabilidad directa de los criminales de guerra George W. Bush, Tony Blair,
Aznar & Cía. En el caso de Libia, esta burla
de los “derechos humanos” –especialidad de la cocina política de la Unión Europea– llega al colmo con el tema de los
refugiados. El inicio de guerra civil ya ha producido decenas de miles.
La primer
medida “humanitaria” de la Unión Europea ha sido cerrarles la puerta en la narices. De todos
modos, como ya señalamos en nuestra primera declaración, el objetivo común de
todas las potencias imperialistas, cualquiera sean sus diferencias, es el de
“pacificar” el país para retornar a su explotación “normal”. O sea, seguir
imponiendo, ahora bajo otras formas y con otros personajes, el orden semicolonial y el
flujo de hidrocarburos que antes garantizaban Gadafi y su clan familiar, y que
ahora son incapaces de mantener. Y, simultáneamente, que Libia vuelva a ser un
factor de "orden" en el convulsionado mundo árabe. Para eso,
el imperialismo trata de utilizar a su favor el carácter relativamente atrasado
de la formación económico–social de
Libia. Allí, a diferencia de otros países árabes, como Egipto, ha sido menor el
desarrollo de clases sociales modernas –trabajadores, clases medias, burguesía– y se han conservado más las estructuras
tribales. Como hizo infinidad de veces en
sus operaciones colonizadoras en Asia y África –y también en los últimos años
en Afganistán e Iraq–, los
imperialismos tienen una larga experiencia en utilizar las situaciones de
enfrentamientos tribales, y también étnicos, nacionales y sectario–religiosos. Las
aprovechan para intervenir como “protectores” de sectores muchas veces
realmente oprimidos, y así también pueden reclutar como intermediarios y
agentes a algunos de sus jefes. Al
parecer, en el campo de la rebelión contra Gadafi, todavía no se ha decantado
claramente una conducción política y militar unificada y políticamente
homogénea. Junto a nuevas figuras surgidas en la rebelión, aparecen también ex
ministros y funcionarios, y ex jefes militares del antiguo régimen.
En estos
procesos de rebeliones populares, donde confluyen los sectores más
heterogéneos, lo usual es que salgan a la superficie todo tipo de corrientes y
dirigentes, algunos de ellos interesados sólo en continuar la sumisión al
imperialismo, aunque ahora bajo formas más “democráticas”. Esto es lo que hemos
visto también en Egipto y Túnez. Además, la salvaje represión durante décadas a
cualquier expresión de izquierda, que sostuvieron Gafadi y esos regímenes, es otra
dificultad para el desarrollo de corrientes independientes. Pero la
inevitable aparición de “personajes” o figuras “democráticas” que se adapten a
la política del imperialismo, tanto en Libia, como en los demás países donde
están en curso estas rebeliones, no debe confundirse con el contenido
progresivo y legítimo de esos movimientos de masas; también en el caso de la
pelea contra Kadafi. Diversos
líderes de la rebelión libia habrían hecho
declaraciones contradictorias: desde las que rechazan cualquier intervención militar
imperialista hasta las que piden a la OTAN que establezca una “zona de
exclusión” en los cielos de Libia, para impedir las operaciones de la aviación
de Gadafi. Un incidente que sería
significativo, ha sido la captura y expulsión de una “misión diplomática–militar” enviada
unilateralmente por Gran Bretaña, evidentemente como un tubo de ensayo para una
intervención militar más amplia. El 5 de marzo, la prensa inglesa anunciaba con
bombos y platillos que había desembarcado en Libia una fuerza “diplomático–militar” (sic), que sería seguida
inmediatamente por más tropas. Al otro día, Londres informaba que su “fuerza de
tareas” había sido detenida y expulsada de Libia por los rebeldes. El
imperialismo, entonces, parece estar haciendo todo tipo de tanteos, desde
operativos políticos para ganar sectores dirigentes de la oposición a Gadafi
hasta los test de intervención militar directa, como el ensayado por Londres. El
repudiable apoyo de Chávez y Castro a Gafadi En esta
situación, el escandaloso apoyo de Chávez y Castro al criminal Gadafi, sólo ha
servido para que el imperialismo y los medios a su servicio se hagan una fiesta
como no tenían desde hace tiempo. Si algo
venía bien al imperialismo para lavarse las manos de su apoyo a los déspotas de
Medio Oriente a su servicio (entre los que se contaba Gadafi desde hace 20
años), era que Chávez y Castro saliesen a sostener al dictador de Libia. ¡Y
que, además, lo hiciesen en nombre del socialismo y la independencia del
imperialismo! Por eso, es imposible imaginar un
regalo mejor, para facilitar las operaciones políticas del imperialismo con el
propósito de hacer pie en la rebelión del pueblo de Libia. ¡Es que no se puede
defender la independencia y autodeterminación del pueblo de Libia, sobre la
base de sostener a un criminal como Gadafi! El
detalle más surrealista de este asunto, es que el mismo Gadafi, después de
presentarse algunos días como “antiimperialista”, ha vuelto a la normalidad, y
sólo reclamar volver a ser un “socio importante”. Todo esto
ha sido un boomerang político para Chávez y Castro. No han logrado generar el
menor apoyo a su amigo Gadafi. En cambio, han puesto en crisis a muchos en sus
propias filas.
¡Fuera de
Libia las manos del imperialismo! ¡Por la
autodeterminación del pueblo libio, sin intervención militar de la OTAN
ni tutela “humanitaria” de la ONU y el Tribunal de La Haya! En el
actual contexto, pasa a tener una importancia fundamental la movilización
solidaria de los trabajadores y los pueblos del Medio Oriente, Europa y el
resto del mundo, en apoyo a la lucha del pueblo de Libia con un programa
independiente y contra la intervención imperialista. La
movilización internacional solidaria, especialmente en los países vecinos y
Europa, asume un alcance trascendental, para poder poner sobre la balanza un
factor que se contraponga a las presiones del imperialismo, y que pueda influir
en el sentido de la independencia política de rebelión contra la dictadura. En ese
sentido, creemos que se imponen las siguientes consignas:
• ¡Fuera
de Libia las manos del imperialismo! Rechacemos cualquier intervención, tanto
de tropas sobre el terreno, como de “zonas de exclusión” aéreas!
• ¡Fuera
el Tribunal de La Haya! ¡Sólo el pueblo de Libia tiene el derecho a juzgar a
Gadafi!
• Por la
autodeterminación democrática de los organismos como los comités populares, que
sean representativos del pueblo trabajador y totalmente independientes del
imperialismo. Por el desarrollo de corrientes políticas independientes.
Corriente
internacional Socialismo o Barbarie 7 de marzo
de 2011