No
hay por donde agarrarlo. (I)
Isidro
Santana León
El otro día escucho al presidente Paulino Rivero, en
la televisión colonial canaria, como siempre, gimoteando por lo mal que nos trata
la metrópoli, pero esta vez sobre algo de lo que estaba advertido, magno asunto
ante el que se inhibió interesadamente en su momento, incluso se opuso. No
menos, aprovechó él, entre las preguntas que le hizo el canario de origen
indostánico, Juan Carlos Daswani, para lagotear a “La Roja” y a su entrenador,
Vicente del Bosque, (elementos mediáticos para la alienación y la simplonería
del pueblo, a través del fútbol), ensalzando la humildad de éste y la de sus
pobres jugadores a los que, por lo visto, los ajustes presupuestarios les
tienen a bocadillos de mantequilla, ¡que conmovedor!, además de ufanarse él de
muy español y partícipe del bulo de que el triunfo de la selección traerá
turismo y movimiento a la economía.
Pero no es eso lo importante de la entrevista a la
vista de los que tenemos memoria histórica, por lo que le acuso, no solo de de
hipócrita y mentiroso sino de irresponsable, por reconocer ahora que el
desbarajuste y el estancamiento de Canarias se debe, en gran medida, a las
seiscientas mil almas (600.000) llegadas a Canarias en menos de diez años –y
ésas son las censadas o sabidas–, que es tanto como embarcar, respectivamente,
en nuestra nación, de 7400 Km²: dos veces la población de La Rioja; el total de
población de Cantabria; más que el total de la población de la Comunidad de
Murcia; más que los de la provincia de León, o que introducir algunas capitales
importantes españolas en Canarias. Todo eso cuando la UNESCO aconseja para el
equilibrio de los territorios y la armonía de sus poblaciones un máximo de
Al respecto, alega que esta invasión fue originada por
el boom inmobiliario y de la construcción, y parece que se olvida de que los
planes de Ordenación del Territorio los han diseñado, proyectado, y aprobado,
para la especulación del suelo, por consenso, todos los partidos políticos de
la colonia, incluido CC, y bajo asesoramiento de tecnócratas que les
previnieron de los grandes estipendios que resultarían de la fabricación de la
tarta. No sólo recalificaron de rústico a urbano los mejores terrenos de
cultivos, cambiando la ley que los protegía, sino que forzaron a las familias
más humildes a abandonar sus lugares originarios y de asiento, ofreciéndoles
cantidades irrisorias o forzando la expropiación forzosa, para favorecer a los
grupos de presión que, a su vez, les retribuían o recompensaban con el pago,
subrepticio, de las campañas electorales, o tantos favores hechos a políticos
y/o familiares de éstos. Para todo ello propiciaron la llamada y libre entrada
de trabajadores de todo el mundo, sobre todo españoles, sin ningún control ni
requisito; a la vez que abrieron la casa a las transnacionales de la
alimentación y otras –grandes superficies y entidades financieras que han
evadido el fisco y fugado toda la renta aquí generada–, las que, además de
ocupar mucho de nuestro escaso territorio, consiguieron arruinar y tirar los
sectores interiores de la agricultura de autoabastecimiento, desmantelar la
flota de pesca artesanal –para que ocupen ese espacio la flota gallega, vasca y
no sé cuantas más– el comercio y otras áreas frágiles de nuestra economía
productiva etc. Sí, la dejaron ustedes hundir para favorecer la economía
especulativa que, como le advertimos los independentistas y muchas
organizaciones sensibilizadas con el medio ambiente, sería la futura ruina de
Canarias.
Pero nos llamaban locos, separatistas y hasta
xenófobos, cuando exigíamos de su gobierno (acuérdese de que su partido lleva
treinta años gobernando con otros partidos enemigos de nuestra nación) que
elaborara una ley del control de la residencia para el equilibrio de de la
demografía, por la entrada masiva de personas que se sucedían y parece que no
cesan. Ya ve, ahora no le queda más remedio que aceptar lo que ya le
advertimos, pero no tiene la humildad ni el valor de hacer una autocrítica
reconociendo que los “locos” independentistas y otros, teníamos razón. Le
alertábamos de la imperiosa necesidad de la Ley de Residencia, por la
fragilidad de nuestro territorio, ley de la que ya disponían y lo hacen, los
habitantes de otros territorios europeos: Groenlandia, Isla de Man…, y que,
incluso, países como Alemania, con grandes extensiones territoriales y potentes
economías, estuvieron contemplando su posibilidad. Las consecuencias de la
economía especulativa han sido nefastas; no sólo para los canarios y los
foráneos arribados, que ahora pagan los resultados de semejante despropósito,
sino para el medio, la cultura, la idiosincrasia etc., pues la deportación de
los barrios, éstos en lucha por sus casas, ha generado el fraccionamiento
familiar, la descohesión social, la pérdida de arraigo y, por consiguiente, de
identidad, aspectos irreparables a no ser que de una vez alcancemos la
independencia y reordenemos este caos. Le avisamos, en su momento, que el
desarrollo de Canarias pasaba por la diversificación de los sectores
productivos, desde el primario al terciario, acabando con la dependencia de los
monocultivos, entendiendo que son pilares endebles y coloniales. Le propusimos
orientar las universidades hacia las potencialidades del archipiélago, invertir
seriamente en I+D+I y emprender una conexión estrecha con los países del
continente africano, por nuestra inexorable realidad geográfica, así como
establecer un marco de relaciones bilaterales con los países latinoamericanos,
por ser tradición histórica y unirnos lazos, no sólo de consanguinidad sino de
solidaridad, y con aquellos países de Europa y del mundo que nos interesen y
les interesemos, al margen del engendro financiero llamado UE. Pero nada, como
siempre, fiel a su esencia y a su morralla rapiñadora, se pegan, tales
glotones, al pastel, dejando a los hijos hambrientos y sin futuro. Eso a la vez
que, haciendo liga con los avariciosos partidos españolista, estigmatizan desde
sus púlpitos proselitistas a los que, por decoro, precaución y previsión,
luchamos por la independencia como la mejor solución para Canarias, arengando
al pueblo, ignorante y estafado, a un modelo de desarrollo incierto que ha
creado un problema estructural, difícil de solucionar dentro del secular y
pudridor estatus colonial, y a un falso nivel de vida –realmente es de acomodo–
que le aliena e incapacita para dar respuesta a los vicisitudes del destino. Ni
en el régimen franquista, con toda la criminalidad que atesoró (al que me niego
llamarle dictadura si a esta plutocracia no la llaman de igual forma, o al
bestial y anacrónico colonialismo español, quinientos años sobre las espaldas
de los canarios), ha habido tanto abuso, corrupción, y sometimiento, como en la
era de la llamada “democracia”
6/07/12
---> Continuará
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