No a la guerra, de nuevo
PEDRO S. LIMIÑANA *
La ministra de Defensa, Carme Chacón,
consiguió que el Congreso aprobara su iniciativa para prolongar la misión
española en Libia durante dos meses, con el apoyo de todos los diputados que
integran la Comisión de Defensa, salvo la honrosa excepción de Gaspar
Llamazares, de Izquierda Unida.
La prórroga fue aprobada unos días después
de que el todavía ZuperPresidente anunciara, con el
bombo, el platillo y la polémica que suelen acompañar a ZP cada vez que se pone
a lanzar titulares, que China ayudará a España a salir de la crisis invirtiendo
en las cajas de ahorros y comprando deuda pública española.
Todo lo cual estaría muy bien –o no, pero
eso es otra cuestión–, si no fuera porque el gigante
asiático no es precisamente el paradigma del respeto a los derechos humanos:
aún queda en nuestra memoria la silla vacía de Liu Xiaobo,
disidente chino y defensor de los derechos humanos, en la ceremonia donde había
de entregársele el premio Nobel de la Paz. Mas a pesar de que ZP fuera a China
a pedir dinero y no a defender la Alianza de las Civilizaciones ni los derechos
fundamentales, lo cierto es que hizo una mención a este asunto en el foro
económico de Boao, aunque fue más bien tímida, en
plan que no se diga que estuve en China y ni siquiera nombré los derechos
humanos.
Y es que la defensa contundente de la
dignidad la deja el gobierno soecialista, de momento,
para el malo de Gadafi, que por tirano, por no respetar los derechos
fundamentales de los libios, que deben de ser más humanos que los chinos, y por
bombardear a los civiles, ha obligado a las potencias occidentales y a Catar,
modelo de la democracia en Oriente Próximo, a proteger a los civiles rebeldes
mediante una guerra –perdón, operación militar con bombas–,
ahora bajo el mando de la otrora terrible OTAN, cuya finalidad todavía no está
del todo clara, por más que la ministra insista en que se están alcanzando los
objetivos. ¿Cómo se puede saber si se alcanzan o no los objetivos de esta guerra
si no se sabe cuáles son?
La guerra de Libia se ha estancado, como
era de prever, y cada día que pasa es más urgente que pare la barbarie, pero
por alguna razón que no alcanzo a comprender los pacifistas del mundo no salen
a la calle a exigir la paz con la vehemencia con la que salimos contra la
guerra de Irak y el grito de No a la guerra apenas se escucha. Para colmo, las
revueltas en el mundo árabe no cesan, cosa que todos los demócratas aplaudimos,
pero tiranos amigos como Bachar Al Asad se resisten a
marcharse y no dudan en emplear al ejército contra su pueblo. ¿Qué hará
Occidente ahora? ¿Iniciará otra guerra en Siria para defender los derechos
humanos? ¿Y en Yemen? ¿Y en Bahréin? ¿Por qué no
contra Estados Unidos, habida cuenta de la violación sistemática de los
derechos humanos perpetrada en Guantánamo?
* Publicdo en el periódico La Opinión de Tenerife, 27-04-2011