Ningún frente cívico es válido en Canarias si no va encaminado

a la consecución de la independencia

 

Isidro Santana León

 

La falta de soberanía nacional es el problema de raíz de la situación económica y de crisis de nuestro archipiélago –nuestra historia así lo constata–, siendo el ciclo actual uno más del nefasto colonialismo español, donde la segregación racial hacia los canarios se alumbra ahora con mayor intensidad, forzada por la coyuntura.

 

El REF es sólo una concesión colonial más de la metrópoli, para sujetar a las Islas bajo la dependencia del capitalismo español y europeo, siendo la única forma de vertebrar nuestra economía, nacionalizando y controlando las riquezas que posee y genera Canarias y para eso se hace imprescindible tener soberanía: convertirnos en un estado más en el mundo. Craso error, o cobardía de no llamar a las cosas por su nombre, decir que Canarias está siendo maltratada por el estado: Canarias siempre ha estado subyugada, de forma abusadora, por el reino de España y su rancio colonialismo, del que participa hasta la llamada izquierda, colaboradora, idéntica que la derecha, en la erosión, castración e inoculación de la psique del pueblo canario, pregonando el viejo cuento de que somos parte inherente de España, que sin ella nos morimos de hambre y que debemos propiciar cambiar ésta para que cambie Canarias o que, si así no fuera y lográramos la independencia, vienen los moros, nos meten dentro de una gran perola, en torno a la que bailarán una danza antropófoga, para después devorarnos a medio sancochar. Quien busca equiparaciones con otras comunidades autónomas del reino para obtener prestaciones dinerarias y seguir con la política mendicante y dependiente de antaño, no está en la línea de querer solucionar el problema histórico y secular de nuestra nación, sino por el contrario, perpetuar, aunque con algún nuevo parche u otro atuendo de sanear la imagen, la situación colonial y todas las miserias que de ellas se desprenden –incluso la miseria moral – que es el mal endémico de nuestro pueblo. Con respecto al llamado que hace el líder de NC, Román Rodríguez y el entusiasmo del grupo Roque Agüayro (organizaciones que no son independentistas, que han despreciado la gran oportunidad habida en sus manos para concienciar al pueblo canario de que ejerza este derecho humano, inalienable, que se le debe), no es de extrañar que los argumentos de la seudo-izquierda –empezando por UP– sean colocar en la vitrina del panorama social y político, siempre que se toca el tema de la independencia de Canarias –aunque no es este el caso–, a los Placencia, Santana Cazorla, Lopesan y demás constructores etc., como si fueran a ser éstos los grupos de presión o los ministros de la nación canaria soberana.

 

Lo que soslayan interesadamente es que, igual que toda la podredumbre natural de una sociedad colonial, estos especuladores a los que hacen mención, nacen de su propia esencia y todo lo que no sea combatir el colonialismo y llegar a la independencia es mantener a estas castas con sus privilegios, influenciando en la política colonial que ha secuestrado a la sociedad canaria, va más de quinientos años. En este sentido, hay a quienes les interesa tener como contrincante de lucha a la abeja obrera y no a la reina, porque si abatiéramos a la reina se acabaría el problema principal, incluso la existencia de estas sectas que se denominan progres, que se mantienen de la demagogia, que también cuentan en sus filas con algunos empresarios, burgueses y aspirantes a burgueses y hasta con deshechos que han metido la mano en la caja del partido. Incluso existen los que critican el sistema colonialista, pero no quieren la independencia porque viven muy bien dentro del estatus actual. No hay por donde agarrarlos, siempre jugando a lo mismo: quieren implantar un régimen marxista en una colonia; esto es demencial… por lo menos háganlo desde la soberanía… asunto que se prevé imposible porque ni son independentistas ni son de izquierdas, sino cucas, a veces muy volonas, que destruyen tejido soterradamente y en la oscuridad. Yo sí que conozco esperpentos que se han colado en los proyectos independentistas serios, con el fin de reventarlos desde dentro y de paso sacar de él partida o renta publicitaria para después presentarse, cuales perrillos de la bandera oficial, a las elecciones coloniales, porque el único fin que persiguen es llegar a concejaluchos para solucionar problemas de alcantarillado y porque se creen prohombres: ¡esto sí que es esperpéntico! Gasolina no, pero mierda en el independentismo sí que han echado, este grupúsculo y otros, que aspiran a lo mismo que los que nos mal gobiernan.

 

Tampoco sé qué puede alegar en tal sentido el iluminado César Rodríguez Placeres, al que su izquierdismo espiritual lo ha convertido en un jefe masón y a su radio en la logia de los frustrados y envidiosos, cuando en realidad no se despega del regazo del PSOE, al que también le llama izquierda y defiende oportunistamente según esté la temperatura de la corrupción en el partido, apostando, como servil y recalcitrante españolista que es, por el enmohecimiento del colonialismo en Canarias, combatiendo cualquier pensamiento o proyecto que vaya contra la fragmentación de su madre patria España. Así es. Ninguno de los que han puesto el grito en el cielo quiere un cambio en nuestra nación, si no se hace bajo su menú, arcaico y retrógrado, pues lo que necesita Canarias es una regeneración desde la soberanía nacional, prefiriendo la putrefacción actual a una Canarias libre. Claro que es discutible el frente que pretende Román Rodríguez… No porque sea inadecuada e inoportuna la idea de la cohesión que necesita Canarias para darle solución a nuestros problemas, y en la que, incuestionablemente, deben estar representados todos los sectores de nuestra sociedad, siempre que sea para dar el gran paso hacia la libertad, hacia la independencia, único estado natural desde donde poder construir nuestro bienestar y preparar nuestro destino, sin la injerencia ni madrastría de nadie.

 

La contradicción está en que Román Rodríguez quiere patrocinar un frente apartidista siendo él el presidente o secretario general –no lo sé– de N.C. y habiendo gozado de la presidencia del Gobierno de Canarias, mandato durante el que no se le ocurrió tal primorosa idea. Además, le recuerdo que siendo él quien dividió CC –todos conocemos que fue porque no le dieron golosinas–, ahora busque fuera del ámbito partidista la unión de Canarias. También le reprocho que su partido tiene un parlamentario en la metrópoli, Pedro Quevedo, que junto a Ana Oramas son la vergüenza de nuestro pueblo –pues se hacen llamar Grupo Canario– que no salen de la misma plañidera y mendicidad de siempre. Yo estoy de acuerdo con un frente cívico, social, o como se le quiera llamar, la idea es importantísima, si éste apuesta, sobre todas las cosas, por la independencia. Cualquier otro asunto es más de lo mismo, frustración tras frustración, y más carnaza para el colonialismo español.

 

15/10/2012

 

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