Jacques
Rancière
´La idea del mundo globalizado y liberal es un engaño´
Filósofo.
El nombre de este filósofo (Argel, 1940) va ligado al de Louis Althusser, del
que fue discípulo y del que se alejó tras la debacle del mayo parisino de 1968.
Hoy es uno de los autores de referencia en la filosofía francesa y uno de los
exponentes del pensamiento crítico mundial. La Universidad Politécnica y el
Instituto Francés de Valencia organizaron esta semana un congreso sobre su obra
y el protagonista no faltó.
ALFONS GARCIA VALENCIA
¿Tiene sentido la filosofía en este siglo
XXI confuso, veloz y tecnológico? ¿No es un cadáver exquisito, un juego de
salón?
La filosofía no puede pretender hoy ser
una enciclopedia de las reflexiones. No se puede plantear tampoco como la
filosofía política antigua, que concede a la sociedad los fundamentos de su
funcionamiento. Pero creo que la filosofía sigue teniendo su función. Una
filosofía que no pretende otorgar las verdades fundamentales ni opinar sobre
ellas. La filosofía no está para mostrar la verdad sobre el mundo, sino para
hacer intervenciones parciales sobre él y repensar conceptos, como el de
igualdad, no planteado en términos metafísicos, sino como experiencia en
ámbitos concretos, como la política, el arte o la pedagogía.
¿Y hacia dónde conduce esa filosofía?
Es una filosofía que puede ayudar a
cambiar la visión común sobre la que se establece toda una serie de
suposiciones que se imponen como autoridad. Intenta desplazar el lugar acordado
de cosas como la política, que se considera la capacidad de ejercer el poder,
pero el poder está en todas partes.
¿Los valores liberales e ilustrados que
surgen del 1789 francés están en crisis en la nihilista sociedad actual?
No creo en el nihilismo como negación
absoluta del sentido de los valores. A partir de 1968 se produjeron diferentes
formas de cuestionamiento de la autoridad, pero se volvió a imponer de manera
bastante violenta el orden dominante, reconstituido bajo la apariencia de la
afirmación de valores liberales. Es una broma decir que este liberalismo, que
no es más que un refuerzo de las fuerzas del orden, ha supuesto algún grado de
liberalización. Lo que supone es una dictadura del poder del capitalismo
mundial y es normal que genere una cierta desesperación nihilista. No estamos
en un mundo narcisista, consumista y liberal, sino en uno en el que la
autoridad se ve reforzada todos los días. Desde el presidente francés, que
considera que el burka no se puede permitir, a los
intentos en EE UU de prohibir a los sindicatos negociar los convenios
colectivos. La idea del mundo globalizado y liberal es un engaño; es un mundo
en el que las fronteras se refuerzan y la exclusión es cada vez mayor, en el
que la lucha de clases sigue estando muy presente.
¿Es imposible hoy un movimiento como el
del 68? ¿Es "vieja" la juventud, en el sentido de acomodada y
aplastada por el pensamiento único liberal?
No creo que se haya instalado un
pensamiento liberal único. Los jóvenes están hoy divididos entre la aceptación de
un orden liberal y la revuelta permanente. En mayo del 68 las revueltas se
hicieron sobre un fondo de creencia marxista en el triunfo histórico del
proletariado, pero esta idea ha fracasado completamente. Hoy, la juventud ha de
enfrentarse a un mundo en el que ha de funcionar según los valores admitidos
para seguir viviendo y también con una forma de revueltas que a veces se
radicalizan, pero que en todo caso están privadas de un futuro de esperanza al
que mirar. De todas maneras, es difícil hacer profecías: también antes de mayo
del 68 se decía que los jóvenes se habían integrado completamente. Ahora
tenemos a los jóvenes portugueses que se manifiestan casi como generación
sacrificada por el orden económico y exigen una transformación.
¿Damos por enterrado el pensamiento
marxista o puede resurgir ahora que nadie pone freno a los recortes sociales?
No veo hoy gente que defienda el comunismo
como régimen social y de distribución de riqueza, sino como idea central. Yo
planteo el comunismo como la organización del mundo a partir de una capacidad
compartida de pensarlo. No han de ser sólo unas pocas personas las que piensen
el mundo. El comunismo ha de ser una idea directriz que remite a la capacidad
que debería existir en todos para permitir repensar las relaciones sociales, no
una visión estratégica de un mundo ideal.
¿Echa en falta mayor compromiso en la
cultura? ¿Está dominada por la idea de negocio?
La situación del arte es complicada,
porque vemos arte considerado radical que se convierte en un caro producto
comercial. Pienso en las instalaciones provocadoras de Jeff Koons
o Paul McCarthy. Y vemos
como el activismo urbano de Bansky enseguida se vende
por cantidades enormes y las propias ciudades lo consideran un valor añadido y
le piden que intervenga. Pero el arte no se reduce a estos pocos millonarios.
Están los investigadores militantes, que intentan participar en un modo
diferente de circulación de las imágenes. Hay otros modelos que, aunque venden
los productos porque los artistas han de vivir, permiten una circulación de
ideas que contribuye a una opinión pública diferente a la de los canales
oficiales.
Usted ha defendido un modelo horizontal en
la relación entre alumnos y profesores, pero hoy se da un reforzamiento del
orden y disciplina. ¿La renovación pedagógica está caduca?
Nunca me he visto como un reformador
pedagógico. Nunca he planteado una pedagogía alternativa. He recuperado el
planteamiento de Joseph Jacotot, que presuponía la
capacidad igual de todos para aprender por una multiplicidad de medios
aleatorios. Pero ningún modelo puede funcionar sobre esta base de azar. Lo que
se impone hoy no es un orden en el sentido de autoridad, sino el orden
necesario de aprendizaje de los conocimientos; la determinación de un modo de
progresión único y obligatorio para todos; que se puedan comparar los
estudiantes de París, Valencia o Helsinki con un rasero equitativo.
* Publicado en el periódico La Opinión de La Coruña,
27-04-2011