Los montes y el medioambiente

 

«.» Wladimiro Rodrígez Brito *

[...La mejora de las relaciones entre administración y administrados está en nuestras manos, la gestión del monte con cultura de prevención demanda una mayor participación de los vecinos en la gestión de los montes. Las multas y las sanciones deben reducirse al mínimo, es necesario el dialogo, tendamos puentes, es compatible la gestión del monte y del medioambiente, las actividades forestales son básicas...]

En la historia de las Islas, el monte fue un complemento económico de la población. En las cinco islas occidentales funcionó una relación vertical, en la que las zonas costeras y las medianías demandaban productos forestales, pero también las tierras más fértiles que ocupaba el monte. Teníamos un equilibrio inestable, monte y tierras para cultivar, el topónimo rosas se repite en Canarias, de rozar con "z", de la dura lucha entre el hacha y la azada, que no siempre fueron complementarias, como ocurrió en muchos puntos de las medianías, sobre todo en Gran Canaria, y en otros puntos de las Islas en las que se privatizaron los montes. Leamos la creación de los municipios y los montes, así por ejemplo, en La Palma todos los municipios tenían monte, excepto Tazacorte. En Tenerife, quedaron huérfanos de monte Arona, San Miguel y el Puerto de la Cruz. En Gran Canaria, en las medianías húmedas se impuso el hambre de tierra para cultivar los surcos y el pastoreo. Se impusieron sobre un mayor equilibrio socioambiental.

Los montes y el medio ambiente. Los montes hoy: contemplación sin actividad económica, 135.000 hectáreas, supuestamente protegidas, con apenas operarios, cargadas de visitantes urbanos con poco presupuesto, con profesionales más preocupados por los incendios en los veranos, sin apenas gestión de la selvicultura -bosques cargados de combustible, leñas muertas, altas densidades de plantas, pinos como plantaciones de lechugas, sin entresacas, pinocha, maleza, matorrales en zonas de antaño de cultivo, pastoreo ahora en crisis agroganadera-. De madera y de leña apenas tenemos demanda, el abono orgánico cae en picado, dada la perdida de la actividad agraria y la comodidad con los abonos químicos.

La burocratización de la actividad forestal, con lamentables cortacircuitos urbanos, tiempo, papeles, limitaciones poco entendibles, por el distanciamiento entre la actividad forestal y la administración. Los corta la matarrasa o entresaca, la lectura de las distintas categorías de protección -inclinación del terreno, supuestas plantas más protegidas, los viñátigos, los laureles-, el resto de los montes en terrenos de uso agrario hace unos años, ha vuelto al cultivo la lectura urbana del monte. Separar la actividad forestal de los problemas de cada día, cortar, hacer carbonera, limpieza de la broza, grueso de los arboles, transporte de los materiales, periodos para realizar las actividades. Las relaciones entre empresas y administración, o no son fluidas, o están cortocircuitadas, las multas son una referencia en muchos casos, leyenda o realidad de los damnificados.

Hemos de superar la mala prensa entre los gestores del monte y los agricultores, ganaderos y las empresas forestales. No es entendible que tengamos multas que hacen inviable la solvencia de las empresas forestales en nuestros montes, que en Garafía, Barlovento y otros municipios, en los que el monte ahoga las zonas habitadas, tengamos enfrentamiento permanente entre administración y los que realizan la tan necesaria actividad forestal, hoy en entredicho. Hemos de mejorar las relaciones entre la administración y los afectados por los usos del monte. Los ayuntamientos se han de dotar de un equipo humano que vele por mejorar las relaciones entre ambas partes, que fomente una actividad básica en la necesaria mejora entre la explotación del monte, su conservación, la lucha contra los incendios, con la labor de prevención y toda una cultura de ocio y contemplación del monte (senderos, áreas recreativas o educación ambiental, etc.).

Los cuidados del monte nos corresponden a todos, no es buena la actual situación jerarquizada, muy burocratizada, en la que hemos distanciado los usos tradicionales de los administradores, con un gran número que nos separa y aleja. La gestión del monte y la lucha contra el fuego.

La cultura urbana dominante requiere muchos aliados para cuidar y defender nuestros montes con costes aceptables. No olvidemos que tenemos un 20% de superficie de las Islas como espacio forestal, que en La Palma es más de un 50%, es decir, más de 30.000 hectáreas. Hemos de mejorar las plantillas humanas y cuidar las relaciones entre administración y territorio. El actual sistema de sanciones debilita y empobrece la gestión del monte y la naturaleza. La rentabilidad social del monte es muy superior a la rentabilidad económica, pero ambas son importantes.

La buena gestión del monte la hemos de asociar con una economía ambiental que dignifique una agricultura más sostenible, más armónica con el medio. Se están dando pasos positivos en la alimentación local, con alimentos sin agroquímicos, incluso en el principal cultivo de exportación, con más de cuatro millones de kilos de plátanos ecológicos en La Palma.

La mejora de las relaciones entre administración y administrados está en nuestras manos, la gestión del monte con cultura de prevención demanda una mayor participación de los vecinos en la gestión de los montes. Las multas y las sanciones deben reducirse al mínimo, es necesario el dialogo, tendamos puentes, es compatible la gestión del monte y del medioambiente, las actividades forestales son básicas.

Demandamos una política tolerante con los usuarios del monte, los campesinos y los usos tradicionales, que son básicos para un futuro más sostenible. No olvidemos que la prevención es básica en la lucha contra el fuego, y ello requiere retirar combustible de los montes.

* Exconsejero de medio ambiente del Cabildo de Tenerife

Doctor en Geografía por la Universidad de La Laguna.

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