Monopolios en Canarias

 

Antonio Cubillo Ferreira *

 

Creo que fue hace dos años cuando salió a la luz una reflexión de la exalcaldesa de la ciudad de Aguere, si reflexión puede llamarse, diciendo que le molestaban la cantidad de radios que existían en estas islas que no le dejaban oír su querida Radio Nacional española y la radio autonómica. La pobre, le molestaban todas esas radios que sus amigos del Gobierno español y de la autonomía permitían a la gente expresarse libremente. Por eso fue a quejarse a su amigo, don Paulino, él como ella, exalcalde venido a más, para que en el futuro se arreglase tal desaguisado. De por su familia, doña Ana Oramas apostaba por los monopolios, pues en esta isla hubo un tiempo en que los Oramas controlaban el monopolio de las guaguas coloradas y el tráfico de viajeros de la isla, imponiendo precios y horarios.

En esto de las radios, la reflexión de la exalcaldesa coincidía con la de su colega de partido o Coalición, el exalcalde de El Sauzal, don Paulino Rivero Baute, dirigente actual de ese engendro autonomista que tanto place a la corona española por mantener con todas sus fuerzas el estatus colonial en estas islas africanas. La familia de los Oramas en su tiempo llegó a controlar todo el tráfico de viajeros de la isla, sistema monopolio, debido a que un pariente consorte, al final de la guerra civil que ensangrentó la metrópoli y sus colonias, había sido nombrado en Cataluña director general de la Renfe. Con ello, desde el final de la guerra hasta 1957, no dejaban trabajar a los taxis del interior, a los cuales llamaban taxis piratas por intentar ganarse la vida.

Pero hete aquí que un día de 1953 los estudiantes que teníamos que subir a la ciudad universitaria fuimos sorprendidos con el aumento de media peseta en el viaje, es decir, de dos pesetas se pasaba a 2,50, porque lo decía don Leoncio Oramas, dueño del monopolio y después presidente del Cabildo cuando la famosa charca. Yo había cogido la guagua con mi condiscípulo Antonio Castro, el hijo del abogado republicano don Chano Castro, hoy conocido por el Mae de la escuela Montesori. Llegamos a la conclusión de que había que reunir a los estudiantes de la universidad y denunciar los manejos del monopolio de las guaguas. Cosa hecha, un par de buenos discursos y todos los estudiantes llegamos a la conclusión de que había que acabar con los manejos del monopolio; la mejor manera era la directa, con lo que se llegó a la conclusión de que nada mejor que quemar unas cuantas guaguas en el cruce de la Cruz de Piedra, donde tenían una parada. Dicho y hecho, de la Facultad de Ciencias se sacaron varias botellas de líquido inflamable, se confiscaron los mecheros de los fumadores, se recogieron grandes cantidades de apuntes viejos y se distribuyó el trabajo entre los antimonopolistas chicharreros y del interior.

De jefes de grupo nombramos a conocidos estudiantes de Derecho, como el que fue después gran abogado Edmundo González, fallecido recientemente; Diego Guigou, que acabó años después de procurador, ya fallecido; Egdunio Borges, director de la orquesta estudiantil Duny and Boys; Manolo "el Caragato", y Ramón Trujillo, actual catedrático universitario; Pablo Hurtado, Fernando Sagaseta, Crespo y Carlos Suárez, que aportaron la ayuda de unos cuantos estudiantes de la isla de Tamarant y otros compañeros más de los afectados, hoy diríamos indignados, como Alfonso García-Ramos, Martín Tabares Rodríguez de Azero, Joaquín Reyes "el Quirico", Luis Fernández Morán "el Discretito", Antonio "el Pato" y una multitud de estudiantes de los institutos y trabajadores de los barrios y del interior, que se veían obligados a coger las guaguas de los Oramas para ir a trabajar.

Nos dirigimos a la Cruz de Piedra, a unas centenas de metros de la Universidad, y cuando llegó la primera guagua invitamos al público, chofer y cobrador a bajar y rápidamente quemamos, ante el aplauso de los estudiantes y público, la primera guagua. Con un poco de paciencia, quemamos en total ocho, a ver si lográbamos convencer al monopolio de que no se podía disponer así como así del bolsillo de los estudiantes y viajeros. Por cierto, en medio de la fogalera, me encontré con el joven estudiante de Derecho de primer curso Jerónimo Saavedra, que había venido a estudiar, al cual invité a unirse a nosotros, pero me dijo que estaba contra la violencia y no quería colaborar.

Al siguiente día, al subirnos a la guagua, vimos que el precio no había bajado y que don Leoncio Oramas, a pesar de la pérdida de las ocho (8) guaguas viejas, se mantenía en sus trece. Vuelta de nuevo a nuestros discursos subidos a una ventana de la universidad y a explicarles a los estudiantes lo que significaba un monopolio, el "trust" de las guaguas, y que si los dejábamos nos seguirían subiendo el precio, ya que, a pueblo aborregado, leña al lomo. Como era lógico, los estudiantes sabíamos que por las buenas no se puede acabar con los monopolios capitalistas, por lo que ya veníamos preparados de antemano y con unos cuantos discursos y aplausos, incluso por algunos profesores, como D. José María Hernández Rubio y don Jesús Maynar. Procedimos al día siguiente a quemar doce guaguas (12) de las coloradas, ante el aplauso del público, estudiantes e incluso los empleados de las guaguas, que también estaban explotados al máximo.

Dos días después, el monopolio y sus contactos habían enviado a un grupo de policía de los "grises" a deambular por la Universidad y Cruz de Piedra, pero sin acercarse mucho, porque los estudiantes de aquella época del fascismo solían recibirlos con andanadas de callaos de las playas, que se guardaban en la azotea de la universidad como objetos de defensa. Estaba de gobernador civil Arias Navarro, conocido como el carnicero de Málaga, y todos esperaban una reacción del más puro estilo franquista ante los estudiantes. Pues no, el gobernador mandó decir que estaba dispuesto a recibir a una delegación de estudiantes para acabar con este levantamiento "antitrust". Escogimos una delegación donde no estábamos los ya conocidos "antitrust" y se explicaron al gobernador español las aspiraciones estudiantiles: que bajaran la media peseta del viaje establecida por el monopolio de la guaguas. Y, ante la sorpresa general, Arias Navarro, que acabó un día de jefe del gobierno de Franco, cogió el teléfono y llamó a D. Leoncio Oramas, diciendo que bajase el precio del billete a las dos pesetas iniciales y que era una orden. Y así terminó la huelga y la quema de las guaguas por la lucha "antitrust" de los estudiantes de la primera universidad de Canarias, en aquel año 1953. Señalo aquí que, como lagunero, siempre creí que se debía haber conservado la Universidad de Aguere y crear facultades en todas las Islas, ya que al reunirse estudiantes de todas las Islas en un solo lugar los unificaba y evitaba las divisiones fomentadas por el pleito insular fabricado desde siempre por Madrid.

Digo esto porque doña Ana Oramas quiere que su colega exalcalde de El Sauzal imponga el monopolio de las radios, para que en Canarias desaparezcan todas las radios libres e independientes y no se oigan sino las que defiendan el colonialismo y los intereses de los autonomistas y la pequeña burguesía parásita. Los "trust" en Canarias tienen larga vida. Cuando en el año 1962 la familia de los Oramas vio que el negocio de la venta de la leche podía convertirse en un buen "trust" para la familia, decidió arruinar a los vendedores de leche y a las repartidoras lecheras y crear el monopolio de Iltesa, que aún subsiste, y ocasionó la ruina del sector ganaderos y lechero de la isla, la prisión de algunos repartidores y lecheros de la isla y, como era lógico, no podían permitir la defensa jurídica del sector, lo que me significó multa y prisión de cuarenta y siete días en la cárcel. Los verdes campos de las medianías de las islas occidentales, que servían de pastoreo al ganado vacuno, unas cuarenta mil vacas y miles de cabras canarias desaparecieron para que viviese el monopolio de la leche en polvo de Iltesa y se vendieran las tierras de las medianías y pastizales para chalés de turistas. Por cierto, cuando abrí mi despacho de abogado laboralista en la calle del Castillo, en 1957, vinieron a pedir ayuda los taxis piratas, ahogados por el monopolio de las guaguas, y les propuse diversos planes a escoger. Uno era que había que solicitar en cada pueblo o zona una cooperativa de taxistas al sindicato vertical a ver qué decía; otra, unirse y plantear una huelga o paro. Se adoptaron ambas, y, como el sindicato no respondía, convocamos una reunión en mi despacho de cerca de ciento cincuenta taxistas que debían venir con sus coches y aparcarlos en la calle del Castillo y colindantes para crear el caos en la ciudad. Alertado el sindicato vertical por los cientos de coches, llamaron por teléfono a mi despacho autorizando la creación de las cooperativas, terminando con la denominación de "coches piratas" y que se había dado órdenes a la Guardia Civil de dejarlos trabajar sin multarlos a partir de la fecha. O sea, que volvieran tranquilos a sus pueblos.

El monopolio de la información estaba controlado por la Falange; los diarios órganos oficiales del Movimiento por la fuerza, como EL DÍA; las radios en aquella época estaban controladas por la radio nacional española o radios controladas por Falange o la Iglesia. Solo se oía todas las noches Radio Pirenaica, del PCE, que contaba la verdad de las luchas sociales y los crímenes del franquismo. Se puede decir que, hasta la muerte de Franco, el pueblo canario no se enteraba de nada, y sobre todo de su situación colonial, pues en los mapas nos ponían debajo de las islas Baleares, en el Mediterráneo, y del pueblo guanche o la lucha de los países africanos por su liberación, nada de nada. Tuvo que llegar la radio del MPAIAC, en diciembre de 1975, transmitiendo desde Argel, capital de la república argelina, independizada en 1962, para que nuestro pueblo empezara a saber dónde estaba, quién lo colonizaba desde hace cinco siglos y prepararlo para la lucha, por nuestros justos y legítimos derechos nacionales. Es decir, se rompió el monopolio de la información del colonialismo y sus esbirros.

Como era lógico, los defensores del monopolio de la información, de la enseñanza, de la cultura y del pensar de nuestras islas colonizadas no iban a permitirlo. De ahí la lucha del gobierno español y sus partidos políticos para callar dicha radio, recurriendo a todos los medios: antenas en dos islas para crear ruidos e interferencias y, como con eso no la acallaban, se decide lo de siempre, el puñal del godo. Esos métodos siguen subsistiendo en este 2011 y en estas islas colonizadas. Es por eso que los políticos amantes de los monopolios, por tradición o por servidumbre, se han puesto de acuerdo ahora para acabar con las radios canarias con contenido canario, y sobre todo aquellas que representan un peligro para el colonialismo. Y ahí están todos los enemigos de nuestras libertades, como se ha visto en estos días con el acuerdo de las frecuencias de radio otorgadas por Madrid, siguiendo los consejos de los esbirros y parásitos que buscan acallar emisoras independientes como Radio El Día y otras.

Precisamente, la empresa del periódico EL DÍA, periódico independiente del archipiélago, se permitió hace años establecer una línea editorial hablando de los justos y legítimos derechos nacionales que le corresponden al pueblo canario, para acabar con el colonialismo español, que desde hace seis siglos domina estas islas africanas. Dicho periódico defiende la africanidad de nuestras islas y denuncia la persistencia colonial en el norte de Marruecos, Ceuta, Melilla e islotes. Dicho periódico viene reivindicando nuestras aguas y ZEE de 350 millas, pero cuando nos convirtamos en un Estado archipielágico, no como ahora, que somos un archipiélago africano de un Estado europeo.

A través del periódico y de su radio se ha atrevido a denunciar al colonialismo español, lo que ha provocado las iras de la corona y sus compinches en las islas y partidos españoles. Los autonomistas, que al cabo del tiempo habían logrado imponer la radio y televisión canaria -a pesar de que no tiene categoría ni clase y nadie escucha-, se encontraron con que el monopolio que habían montado solo lo escuchaban la familia Oramas, la de Rivero y los diputados a dedo que se reunían en el salón del Parlamento, bajo los cuadros de González Méndez, donde se ve al conquistador español arrodillando a los guanches y haciendo la señal de la cruz con la espada ensangrentada.

Conclusión, las frecuencias de radio nuevas se han entregado, sobre todo, a empresas que van a defender el colonialismo, como, por ejemplo, la voz del godo 7.7., con sus treinta y dos frecuencias de contenido españolista y de insultos diarios a todo lo canario y a los independentistas. Otras frecuencias son enviadas directamente por ordenador desde la metrópoli para enseñar a hablar a los canarios y pronunciar sus eses y zetas a ver si aprenden a pronunciar, y otras serán vendidas y negociadas para embrutecer a los radioyentes con programas preparados en Madrid o en las oficinas de Coalición Canaria, que viene a ser lo mismo, y aquel que se dedique a reivindicar algo de Canarias o de su historia verdadera, o a denunciar a la burguesía parásita y a las grandes familias pro españolas o a sus "trust", monopolios o "lobbys" o denunciar sobornos, cambalaches y corruptelas, o hablar de una posible República Federal Canaria, laica y social y nación canaria y su ya publicada Constitución aunque sea en Anteproyecto, leña al lomo y cierre de emisión.

Claro que si en 1953, 1957 y otras fechas se combatieron los monopolios en la unidad contra los mismos y se ganó, hay esperanzas de que ahora se unan todos los afectados y busquen los métodos de luchas unitarios y prácticos para impedir que esto suceda en esta colonia, en este periodo transitorio de la colonia a la nación.

 

* Presidente del partido independentista Congreso Nacional de Canarias (CNC), brazo político del Movimiento de Liberación Africano, el MPAIAC

cnc@elguanche.net  cubilloantonio@hotmail.com