MOMIAS GUANCHES:

Descubrimientos y esquilmación.

 

Pablo Deluca López

 

[...“Tienen los guanches en estos sitios fúnebres unos vasos de tierra muy dura, que parece los ponían con leche o manteca al lado de los muertos; y decían que en Tenerife había más de veinte cuevas con los cuerpos de sus reyes y otras personas distinguidas, sin las que ellos mismos ignoraban, porque sólo los viejos eran depositarios de aquel secreto y éstos no eran hombres que revelaban nada”...“No hace muchos años, dos de estos cuerpos embalsamados fueron sacados de una cueva; estaban enteros y tan ligeros como el corcho, pero completamente frescos y sin ningún mal olor. Sus cabellos, dientes y vestidos estaban enteros y frescos....]

Descubrimientos.-

No deja de ser significativa, si obviamos la época actual, la decepcionante evolución cronológica del tratamiento y consideración de los restos arqueológicos momificados de la población guanche precolonial.En los siglos XVI y XVII se mantuvo un absoluto respeto hacia aquellos por parte de viajeros ocasionales europeos o residentes temporales. Así, por ejemplo, el primero de estos visitantes fue Thomas Nichols, comerciante azucarero y aventurero inglés que residió en La Laguna hasta 1564 en que fue expulsado por el Tribunal de la Inquisición. Su obra “A Pleasant Description of the Fortunate Islands…”, fue publicada en Londres en 1583. Su testimonio se sitúa aproximadamente hacia 1560, en que relata la descripción de cuevas funerarias colectivas de Tenerife: “Su manera de enterramiento era que, cuando alguno fallecía, era llevado desnudo a una gran cueva, donde era colocado apoyado sobre la pared, apoyado sobre sus propios pies. Pero si era de cierta autoridad entre ellos, entonces poseía un bastón en su mano y una vasija de leche ante él. He visto cuevas de 300 de estos cuerpos juntos”. La credibilidad de la fuente reside en la observación directa de los “xaxos” (“ha uhu”= “he aquí el del humo o gas”, “ahu” (H) =humo o gas”, dial. tahaggart, posiblemente debido a la emisión de gases por el metabolismo anaeróbico durante la 3ª etapa de la descomposición del cadáver y de hedor característico) o cuerpos momificados por parte de este testigo inglés. Por otro lado, en la obra de Samuel Purchas, publicada en Londres en 1626, se incluyen las anotaciones de Sir Edmond Scory (1577-1626) sobre un viaje realizado a Tenerife (“Extracts taken out of the Observations of the Right Worshipful Sir Edmund Scory, Knight of the Pike of Tenariffe, and other rarities which he observed there”) y de las que extraemos por su interés: 1) ”envolvían el cuerpo en pieles de cabra tan bien cosidas que maravillaba, y luego lo llevaban a una cueva profunda a la que nadie pudiera acceder. Todavía quedan cadáveres de estos que han estado sepultados durante mil años” y 2) “la lengua de los guanches antiguos (que aún pervive entre ellos en el pueblo de Candelaria de esta isla) se asemeja mucho a los moros de Berbería”. No menos interesante es la obra del Obispo de Rochester Thomas Sprat (1635-1713), “The Story of the Royal Society of London….” (1667), en la cual se incluye información sobre cuevas funerarias guanches en base al relato de un médico y comerciante galés llamado Evan Pieugh que residió en Tenerife durante 20 años y que en torno a 1655 visitó algunas de ellas, guiado por los campesinos que le permitieron visitarlas en agradecimiento a sus servicios médicos. Entre los descendientes de los guanches de Güímar se consideraba profanación, bajo peligro de muerte, la curiosidad de los extranjeros por visitar las cuevas, sin autorización o permiso previo. Fue este el caso del médico galés, cuyo testimonio recoge Thomas Prat:"

"El tres de septiembre de hace unos doce años, hizo un viaje desde Güímar (una ciudad habitada en su mayor parte por descendientes de los guanches), en compañía de algunos de ellos, para ver sus cuevas y los cuerpos enterrados en ellas […] La mayoría de ellos se encuentran completos, los ojos cerrados, el pelo en la cabeza, orejas, nariz, dientes, labios, barba, todo perfecto, sólo desido y un poco apergaminado, así como las partes pudendas de ambos sexos. Vio unos trescientos o cuatrocientos en varias cuevas; unos estaban de pie y otros estaban en lechos de madera […] Estos cuerpos son muy ligeros, como si estuvieran compuestos de paja; y en algunos miembros rotos observó los huesos y tendones; y también muy claramente algunas venas y arterias” (D. Méndez Rodriguez, 2014, IEC). Otros autores señalan en relación a esta información datos adicionales: “Tienen los guanches en estos sitios fúnebres unos vasos de tierra muy dura, que parece los ponían con leche o manteca al lado de los muertos; y decían que en Tenerife había más de veinte cuevas con los cuerpos de sus reyes y otras personas distinguidas, sin las que ellos mismos ignoraban, porque sólo los viejos eran depositarios de aquel secreto y éstos no eran hombres que revelaban nada” (A. Tejera et alter, 2010:23). Se añaden pues elementos descriptivos nuevos por parte de viajeros británicos al margen de los datos históricos de los diversos cronistas de finales del s.XV y principios del s.XVI., como resultado de la observación “in situ” de lo respetuosamente visto y posteriormente relatado.

Esquilmación.-

Con la llegada de la Ilustración a mediados del s.XVIII, como fenómeno cultural e intelectual promovido por las élites sociales y financieras basado en el racionalismo, comenzaron a proliferar en Europa los gabinetes científicos, los espacios museísticos y, por ende, una “fiebre” coleccionista que arraigó en la ciudadanía. Canarias, y más como una posesión colonial de la Metrópoli, no pudo sustraerse a tal fenómeno y todo lo que estuviera relacionado con la cultura de los antepasados era tildado de “ignorancia” o “superstición”, fomentándose así el rechazo popular salvo excepciones a la cultura material y restos mortales, momificados o no, de los antepasados guanches. Da comienzo así la sistemática esquilmación de momias y la consideración de los restos humanos en general como meros “objetos” arqueológicos en poder de futuros especuladores y “exportadores”. Fuera de Tenerife, resulta novedosa la información de una momia encontrada en la isla de La Palma (en la que no había constancia documental ni arqueológica de la existencia del mirlado) en 1758 y que fue destruida al extraerla de su espacio funerario (Viera y Clavijo, “Historia de Canarias”, Ed. 2016). En Tenerife, en fecha anterior al 27 de junio de 1763, se produjo el hallazgo de una necrópolis colectiva en una cueva del barranco de Erques (“erkes”(RKS) =”pisotear, patear”, dial. tahaggart, como lugar “pateado” habitualmente o de obligado paso pastoril hacia la cumbre), en la divisoria actual entre Fasnia y Güimar, que cita Viera y Clavijo como ubicada en un “cerro muy escarpado” de dicho barranco. Posiblemente fue en ese año de 1763 en el que se pudo haber producido el descubrimiento y expolio de tres momias (dos de ellas a territorio español- una a Madrid- y otra a Francia) (A. Tejera et alter, 2010:12). El 10 de agosto de 1764 un comerciante británico asentado en Cádiz certificó la llegada de una momia en buen estado y que sería enviada a Madrid (ibídem, 16-17). Se trataba de la momia guanche de Erques que actualmente se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional, enviada en aquella fecha a la Corte Real y que inicialmente estuvo en la Real Biblioteca. Por orden del monarca Carlos III se envió posteriormente al Gabinete de Historia Natural el 3 de octubre de 1776. Por otro lado, en la obra del comerciante escocés George Glass ”The History of the Discovery and Conquest of the Canary Islands translated from a Spanish Manuscript” (1764) encontramos otra cita alusiva al tráfico de momias guanches en cuevas ya esquilmadas anteriormente:

"No hace muchos años, dos de estos cuerpos embalsamados fueron sacados de una cueva; estaban enteros y tan ligeros como el corcho, pero completamente frescos y sin ningún mal olor. Sus cabellos, dientes y vestidos estaban enteros y frescos. Y hace dos años aproximadamente contraté a algunos de los naturales de Tenerife a que entraran en una de estas cuevas (que era casi inaccesible) para ver si podían encontrar a algunos de estos cadáveres; me trajeron algunos huesos, y trozos de vestidos de piel de cabra, etc., y una calavera con pelo, que era negro y lacio; los vestidos estaban completamente enteros y conservaban todavía el pelo”. Asímismo, en octubre de 1772, el Sr. Young, comandante de un Vergantin inglés, sacó de Tenerife la momia de una guancha que colocó en el Museo Británico (D. Méndez Rodriguez, 2014, IEC). 
Ya a finales del s.XIX se redondea la tragedia del abandono, la rapiña y la desidia oficial, al permitirse la desaparición del Museo de Sebastian “Casilda” (Sebastián Pérez Yanes) en Tacoronte, por una operación de compra-venta. En el inventario del 17 de agosto de 1887 de dicho Museo particular figuraban cuatro momias guanches procedentes de Araya de Candelaria que fueron enviadas al Museo de Historia Natural de ciudad de La Plata (Argentina), en julio de 1889 (J. Bethencourt Alfonso II, 1994).

(foto: grabado de una cueva funeraria de Tenerife, de Charles Nicholas Cochin en el libro del Abbé Prèvost, 1746)

Vpte. del Centro de Estudios Imazighen de Canarias-Tamusni (CEIC)

Artículos y publicaciones del mismo autor publicados en El Guanche y en El Canario