MIS
CABRAS...
Padre
Báez
Aunque pude haber dicho o escrito, mil cabras; pues, si en lugar de los 200 agentes previsores y extinguidores de incendios, soltaran 200 cabras, durante cuatro meses, en la isla no quedaba un rastrojo que pueda arder, encima tendríamos leche, estercolada la tierra, reforestación por la labor de traslación de las cornúpetas (aunque las hay mochas), de tal manera que en lugar de los dos helicópteros de refuerzo, se pusieran dos grandes corrales, donde pernoctar las unguladas, pues creo se ahorraría ruidos, combustible y agua en los estanques. Y, si en lugar de las cámaras que vigilan el humo, me pusieran el mismo número de pastores, en lugar de los 200 bomberos, con una cuarta parte -es decir 50 pastores, ¡y menos!- el asunto de los incendios estaría resuelto.
Así que a
la cumbre le sobran toda esta parafernalia y solo necesita cabras, cabras y
ovejas; ovejas y burros, burros y vacas, y ¡adiós a los incendios! Que en esto
de evitar los incendios, los ciudadanos no tienen nada que hacer, lo hacen
sobretodo las cabras, que desaparece todo lo que arde y lo transforma en leche,
que sirve para hacer queso después.
Y
si en lugar de folletos diciéndonos no hagamos barbacoas, que podemos los
“cingüeleros”, que mojemos el patio, que vigilemos las chimeneas..., nos
dieran a cada casa de campo un par de cabras para que las tenga cada familia en
el entorno de
La
de dineros que nos pudiéramos ahorrar con las cabras en sueldo para gente
que durante cuatro meses, sin dar golpe, están mirando a ver dónde hay humo
para acudir todos a apagar, lo que las cabras harían imposible. Si hubieran
cabras sueltas en toda la isla y, sobretodo, en las cumbres, hasta se podría
quemar la poda, la basura, el retal, ¡lo que sea, porque estando el piso -el
suelo- limpio, por más que se quiera prender fuego, no hay o habría nada que
ardiera.
Por
eso, cambio bomberos por pastores. ¡Qué maravilla si por arte de magia, de
buenas a primera, aparecieran 200 nuevos pastores! Entonces sí que se olvidaría
hasta de lo que es un incendio, porque las cabras son antiincendios; ellas se lo
comen todo y gracias a ellas, con sus pezuñas, van soltando la apelmazada
tierra; con sus orines y cagarrutas van estercolando todo, y con su pelo y
cagarrutas, trasladan polen y semilla que reforesta desde que el mundo fue
mundo, hasta que las encerraron, que fue cuando justo empezó a desaparecer
especies únicas y que son ellas la únicas que las mantienen. Un verdadero
equipo humano, que puede ser suplantado por otro animal -y que es más eficaz, más
barato y más rentable- imposible; con los humanos aunque no quieran vamos a
tener incendios; con el del animal, aunque queramos tener incendios eso no será
posible, sencillamente porque los humanos dejan la hierba seca para que arda, y
el animal se come todo lo que arde y “encimba” lo “cambea” por leche,
que de paso no tendría que traerla de Asturias -la de la patria querida- que es
de polvo y nos enferma.
Para
un servidor, el verdadero coordinador contra los incendios es el pastor, que va
llevando por las distintas zonas a su ganado, y por donde este pasa, no arde
absolutamente nada, y si algo ardiera se apagaría de inmediato, porque le falta
la materia; materia que se transforma en leche y estiércol; mientras que los
otros, con: móvil, cigarro, anteojos, etc., pero nada hacen sino avisar y
correr para apagar lo que el viento lleva a su velocidad prendiéndolo todo.
Pero, desgraciadamente, aquí se prefiere equipos helitransportadores, con
brigadas uniformados de terrenos -aunque sean niños de la capital-, prefieren a
los vigilantes (no los de las playas), en lugar de pastores; prefieren analistas
a pastores y cabras; prefieren logística y gente preparada en eso, en lugar de
cabras y pastores; prefieren mangueras, cubas, camiones, mochilas, gafas,
cascos, guantes, botas especiales, hachas, azadas, picos, sierras, serruchos,
etc., etc., al simple garrote de los pastores. Que en cuatro meses, las cabras
abonan y afeitan el terreno, y prefieren a 200 sentados, a los pastores moviéndose
detrás del ganado; que las cabras amigas del sol, no se sofocan y balan y
corren y rumian el pasto desapareciéndolo y con ello, la mejor imposibilidad de
que nada arda.
Que
para evitar incendios solo hace falta cabras sueltas, y sobran concienciar a los
ciudadanos, y sobran medidas de prevención, y desaparecen los riesgos con la
suelta de las cabras y las ovejas. Evitar los incendios de los campos o cumbres
solo depende de soltar las cabras. Los 200 apagafuegos, no logran lo que
200 cabras. Supongamos el doble de cabras o 2.000 cabras, ¡entonces nos pudiéramos
dar con un canto en el pecho! ¡”Eureka”, que dijo el griego, o lo que es lo
mismo: ¡lo hemos conseguido!: desaparecer los incendios, y ello, con solo las
cabras y unos pocos pastores. ¡Y lo que supondría esto de ahorro para las escuálidas
y paupérrimas y drogadas arcas! ¡Y lo que se pudiera hacer con ese dinero que
se gasta en material y personal! Por ello -repito- el mejor dispositivo
contraincendios es o son: las cabras.
Así que, resumiendo: Sobra el
personal, sobra el material, sobran dispositivos, sobran refuerzos, sobran
departamentos de profesionales, sobran contratados, sobran vigilantes, sobran
brigadas, sobran intervenciones, sobran equipos, sobran helicópteros, sobran
bases, sobran cámaras, sobran labores, sobran puestos, sobran prevenciones,
sobran..., solo hacen falta: mis cabras (o mil cabras).
* El
Padre Báez, al que le gustará desaparecieran por siempre los incendios; y para
ello, ha dado la solución:
la misma que adoptó Portugal, donde ya, después de
soltar a las cabras, han desaparecido los incendios.