Mirando hacia atrás, recordamos.

 

«.» Padre Báez *

Mirando hacia atrás, recordamos, cómo era la vida en el campo, y que en resumen era una vida atada a los animales, sobretodo a las cabras, y ellas en número de rebaños, o simplemente un par de ellas, o en casos solo una, pero nunca ninguna en cada casa, pues de ellas se dependía a la hora de comer para poder vivir, porque una cosa queda clara, y es que nadie, absolutamente nadie, sin una o más cabras, nadie –repito- pasaba hambre, con las cabras, había comida, y comida de sobra.

Por descontado el trabajo de atolearla, es decir de cuidarla, estacarla, o traerle la comida, cortarle las pezuñas, alisarle el pelo, que tanbién recompensaba el animal, con su leche, con su baifo o baifos, estiércol, etc. Aquello, era vida, había comida y trabajo. Y cada vez, se nos va quedando más lejos aquellos años y vida.

Esa fue nuestra Historia, ligada a las cabras, pues bien que fueron ellas, las primeras habitantes de las islas, y ello más de mil años antes de que llegaran los cannariis, los después llamados guanches, o simplemente “los de aquí”. Aquello fue humanidad, pegada a los animales, y a la tierra, de donde se obtenía comida para las personas, y por descontado para las cabras (y otros animales).

Perdemos comida, trabajo, tradición y hasta palabras, como las de atolear o ataviar a los animales, algo así como echarles de comer, limpiarles la cama, traerles el agua (de fuentes o del barranco, con ganchos al hombro, y en cacharros), etc.. Y de las cosechas, bien fueran de centeno, o trigo, cebada o lo que fuera, a la era, y a la trilla (o a palos), comida de allí para las  personas y los animales.

El campo, y los animales, daban de comer. Se trabajaba, y mucho, pero nunca se pasaba ni había hambre. El campo con su dureza, ya fuera frío o calor, viento y rayos, endurecía el carácter y hacía hombres,  sin carreteras, y sin luz, se caminaba y habían velas. Era lo que había. Y en ello, la colaboración, cuando no el protagonismo de las mujeres, ¡aquellas mujeres hombrunas! Aquello, era vida. La calle principal, era el barranco, donde la mayor actividad. Venimos al presente, y de aquello, ¡nada! Ahora hambre y paro, y una cabra no se ve por ningún lado, y si se la viera, el cabildo las mata, a las que nos mataron el hambre y daba trabajo, que ahora, el paro crece..., y pinos estériles en todos los pueblos, en toda la isla.

27-04-18

* El Padre Báez - Fernando Báez Santana, Pbtero.       

Artículos del Padre Báez  publicados en El Canario.net y en El Guanche