Morocco Vegetal Power
José
Antonio Infante *
El acuerdo agrícola
entre la Unión Europea (UE) y Marruecos, que abre las puertas a los productos
de la huerta marroquí, contra lo que han batallado los agricultores
hortofrutícolas de las Islas, es un buen ejemplo del trasfondo comercial que
hay detrás de la acumulación de capitales en las zonas exportadoras. A Europa
le conviene vender tecnología avanzada, investigación, patentes, bienes de
equipo, moda de élite, marcas, coches, aviones..., y los que ganan con esto son
sus centros acaparadores del mayor porcentaje de industrias de ese tipo y
calibre: Alemania, Francia, Dinamarca... Para comerciar con países menos
desarrollados no queda otra que aceptar lo que estos otros pueden ofrecer, y
que tiene varios denominadores comunes con dos constantes: mano de obra barata,
muy barata o extremadamente barata, a veces infantil, y carencia de normativas,
sin controles fitosanitarios y sin efectividad en la vigilancia interna, lo
cual reduce muy significativamente sus costos, con los cuales arrasan los
mercados en los que se les proporciona vía libre.
Tratar de construir un
mundo global tiene este inconveniente. Yo te doy apertura en unas producciones
en las que sabemos que tú compites bien y a cambio tú me das legislación
favorable en otras en las que se sabe que soy fuerte; nos beneficiamos ambos.
En caso contrario no hay trato. Con China desde hace décadas ha habido un
proceso descarado que sin duda ha pasado factura a muchos sectores europeos,
¡qué casualidad!, sobre todo del sur. Como muestra, el textil. Los asiáticos
representaban por aquel entonces un mercado tan enorme y apetitoso a los ojos
de los intereses exportadores de alta especialización europeos que como parte
del trato se les abrieron las puertas para que inundaran nuestros mercados con
sus productos baratos y la consiguiente quiebra de la industria europea. Hasta
los trajes de mago los hacen ellos. Empezó con la ropa, ahora todo: la miel,
materiales de construcción, los voladores o el tabaco chino. Da igual, se trata
de que las grandes compañías europeas puedan exportar tecnología y "know
how", o conocimiento acumulado.
Europa negocia, China
negocia, y los que se fastidian siempre son los que en teoría dentro de la
Unión aportan lo que continuamente se sacrifica.
Con nuestro campo, con
nuestro sector primario, en general, es injustamente lo que, primero con
Sudamérica al respecto del plátano, sucede ahora con Marruecos. El Parlamento
Europeo aprobó por holgada mayoría un acuerdo agrícola descaradamente
perjudicial para Canarias que recibió 398 votos a favor, 175 en contra y 50
abstenciones. Pese a que los eurodiputados españoles de todas las tendencias
políticas han votado en bloque en contra del acuerdo, el convenio ha conseguido
la mayoría de los votos de la Eurocámara. Tan solo se han unido al voto negativo
los ecologistas y la extrema izquierda, por lo que no ha sido posible hacer
frente a la superioridad numérica de los populares, liberales y
socialdemócratas del hemiciclo. Significa, pura y simplemente, la
liberalización de la mayor parte del "vegetal power
marroquí" y un aumento en las cuotas de entrada, que, además, se saltan a
la torera de productos especialmente sensibles para los agricultores de las
comunidades de Andalucía, Murcia, Valencia y Canarias, como el tomate, el bubango, la lechuga, la col, la cebolla, el ajo, la fresa o
la clementina.
Al revés del pepino,
se están acabando de cargar lo poquito que nos quedaba. Es alarmante el
desprecio del Viejo Continente ante la situación de asalto final a nuestras
cosechas. El consejero de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas del Gobierno
canario, Juan Ramón Hernández, ha calificado el acuerdo de
"inaudito".
Probablemente, abrirán
los caladeros, porque ahí tiene otro "business"
montado con la flota gallega y andaluza, y quizás hasta nos den alguna
limosnilla añadida decorando el palo al tomate, que es lo que más puede oler.
La verdad es que, si
lo dicen, es posible que hayamos mejorado con respecto a los setenta y ochenta
del siglo pasado (lo dudo), pero actualmente operan decididos a dejarnos en
bolas. Ni siquiera "flower power",
turismo barato y punto.
Una de estas tres
cosas tendría que pasar: 1.- Que de alguna manera tuviéramos bocado en los
procesos de producción avanzados, que son los que dan pasta. 2.- Que se
abrieran puertas y ventanas para, manejando nuestra situación, diversificar
rápidamente la economía. 3.- Que cojamos el camino del medio y nos vayamos de
este club en el que siempre nos toca poner el culo.
* Publicado en el periódico El Día, 23-02-2012