De Malthus a Trump  

 

Leer lo que ha ocurrido en el mundo en 200 años, pone de manfiesto los cambios más bruscos que ha tenido la humanidad. La Revolución Industrial ha supuesto, no solo cambios importantes en el sistema productivo (las máquinas y la producción de alimentos, las mejoras en la sanidad y calidad de vida), sino también los peligros nucleares, etc.

Ya Malthus nos advirtió de las limitaciones que entendió él entre población y estómago (alimentos y calidad de vida para 7.000 millones de personas), sin embargo no previó los límites ambientales que crearía dicha revolución. lo que ocurre ahora, la tecnología para usos bélicos, como explica Trump, jugando a la guerra por “miserias de electores locales”.

Qué decir de las limitaciones que supone para la naturaleza ­­los abusos sobre los recursos, quema de más de 100 millones de barriles de petróleo al día (16.000 millones de litros), deforestación, plásticos, maltrato de temas ambientales, sociales, etc.

El modelo económico globalizado es incompatible con la naturaleza. El planeta no puede mantener ambientalmente los niveles actuales. Y lo que es peor, la incorporación de 500 millones de nuevos consumidores, que se ha producido en los últimos 20 años, con la industrialización de algunas nuevas potencias que actualmente son las más contaminadoras del mundo, como China o India, está resquebrajando el equilibrio conseguido en zonas supuestamente estables de Europa occidental.

Y qué decir de América Latina, o lo que ocurre en el oasis económico de Hong Kong, o lo que hace Trump con el fracking (técnica para aumentar la extracción de gas y petróleo) de las reservas de hidrocarburos de esquisto, con altísimo coste medioambiental.

¿Cuánto durará nuestro planeta?. No se realizan nada de inversiones ambientales. La mayor potencia económica militar del planeta tiene una lectura cortoplacista de los recursos naturales, frente a Europa, que está apostando por inversiones ambientales con modelos económicos más sostenibles, como es el caso alemán.

El señor Trump interviene en Irak mirando las elecciones en su entorno geográfico, o los nuevos tratados comerciales con China.

Las limitaciones que supone al medioambiente son ignoradas, y la estabilidad social pone en entredicho si el modelo se puede mantener.

Hablamos de cambio climático como referencia de presente y futuro, pero hacemos lo contrario de lo que decimos. No podemos usar este tema como referencia política y hacer todo lo contrario: consumo y  más consumo.

Es lo que hemos hecho estas navidades: aunque las bombillas sean led, no dejan de ser un consumo eléctrico injustificado, y un endeudamiento económico y ambiental. Vemos el consumo como una actividad económica ¿productiva?, mientras las desigualdades sociales las tapamos con papá y mamá Adminstración.

No mejoramos el aparato productivo. La revolución verde 1960/1980 tiene numerosas dificultades: campos vacíos, actividades económico-ambientales en el olvido.

Actualmente, el empleo y la actividad social y ambiental, están enfocadas a producir eficacia y eficiencia “para los chinos”, y mientras nuestros comercios están cargados de objetos chinos. Comemos alimentos importados, maltratamos la producción local. Aquí no hacemos prevención, ni en el plano económico ni en el ambiental. Sufrimos un empobrecimiento.

Ver cómo tenemos nuestros campos sin actividades humanas, con suelos bien cultivados, da lástima. Nuestros entornos forestales y pastos de antaño, ahora cubiertos de maleza. Leamos lo ocurrido en California y Australia en uno de los inviernos más secos del siglo, también en Canarias.

La plantación de pinos de “luces” en las rotondas laguneras, mientras las zarzas y cañeras cubren nuestro campo, indican un modelo urbano consumista, alejado de la suspuesta lucha por el cambio climático, tan necesitado de una lectura local, en la que los aspectos ambientales, sociales y culturales sean un todo.

Estamos necesitados de un modelo en el que los aspectos ambientales y sociales sean algo más que alegatos vacíos, como los que hemos vivido estas navidades, en las que el modelo consumista no dejó espacio a los aspectos ambientales y sociales, una cultura de austeridad y trabajo, menos paja y más trigo.

Malthus planteaba la relación de alimentos y personas. Hoy tenemos que añadir los efectos de las máquinas en el medio ambiente, algo que ignora el señor Trump, como también olvida los peligros bélicos.

Se complican los tiempos. Asumamos compromisos ambientales y sociales.  

 

* wladimirorodiguezbrito.blogspot.com.es 

Otros artículos de Wladimiro Rodríguez Brito publicados en El Canario.net y El Guanche.org