Malta: tres islas, un país
Victoria
Dorta
Que el tiempo lo pone todo en su sitio es una verdad
como un templo, y las islas maltesas son un vivo ejemplo de ello. Situadas en
medio del mar Mediterráneo, al sur de Sicilia -Italia- y frente a las costas africanas
de Libia y Túnez, este minúsculo país compuesto por tres islas habitadas,
Malta, Gozo, Comino, y dos islotes deshabitados, ha sido un enclave estratégico
durante siglos. A través de toda su historia, las islas fueron ocupadas por
fenicios, cartagineses, romanos, bizantinos, árabes, normandos de Sicilia,
españoles, franceses y británicos, entre otros.
En la primera mitad
del siglo XVI, el emperador español Carlos V donó la isla a los Caballeros de
la Orden de San Juan; estos eran los encargados de proteger a los peregrinos
que iban a Tierra Santa. Llegó 1565 y los turcos intentaron invadirla, sin
éxito claro, pues los Caballeros y los malteses se encargaron de ello. En 1798,
los Caballeros de la Orden -ya debilitada- tuvieron que entregar Malta a Napoleón.
Pero eso no fue todo; dos años después -en 1800-, los franceses cedieron el
control de las islas a los británicos, quienes las convirtieron primero en un
protectorado y luego en parte de su imperio. En septiembre de 1964, el Reino
Unido les concede la autonomía completa; una década después, Malta nace como
república conservando como soberana a la reina Isabel II, y todo ello dentro de
la Commonwealth. Rodeada de murallas fortificadas, La
Valletta desempeña orgullosa el papel de capital del archipiélago; se encuentra
en la más extensa y poblada de las tres islas -Malta-. La población total del
pequeño país supera los cuatrocientos mil habitantes, lo que hace que tenga el
índice de densidad de población por kilómetro cuadrado más alto de la Unión Europea;
pertenece a la misma desde el año 2004 y utiliza el euro desde enero de 2008.
Hoy en día, Malta
("la isla de la miel", como la llamaban los griegos -debido al tono
dorado que adquiría la isla con la luz del sol-) ha sabido sacarle provecho a
su romántico, megalítico y religioso pasado. Por encima de todo, han aprendido
a respetar, conservar y rescatar tradiciones, patrimonio, etc. Esto ha
contribuido a que el número de turistas que la visitan vaya en aumento. A pesar
de que la industria turística maltesa está bastante desarrollada, no ha sido
necesario -por fortuna para ellos- abarrotar pueblos y ciudades con bloques de
apartamentos. Una de las atracciones de este grupito de islas-país es el
servicio público de guaguas; estas son muy antiguas y están pintadas con
colores llamativos, al igual que las barquitas atracadas en sus muelles, lo que
sin duda les da un aspecto raro pero atractivo a la vez. La verdad es que a
simple vista ese tipo de transporte desilusiona un poco, pero, carracas o no,
estas guaguas están bien organizadas y te llevan a todas partes. En fin, el
tiempo ha puesto a esta pequeña nación en el camino de la prosperidad; ellos
dicen que gracias al turismo, la industria ligera y el comercio.
¡Y es que Malta tiene
duende!
victoriadorta@live.be