Qué mal huele lo del petróleo
Juan
Jesús Ayala
Siempre hemos pensado,
y por ahí camina la evidencia, que sobre el asunto de las prospecciones
petrolíferas a sesenta kilómetros de Canarias el acuerdo subrepticio, latente o
escondido entre el Gobierno español y el Gobierno marroquí estaba cantado.
Decir como se ha llegado a decir que Marruecos estaba callado y que respetaría
esa mediana virtual es como creer que la noche es lo mismo que el día.
Marruecos jamás ha dejado de ser un país depredador, expansionista y
anexionista; si ocupó el Sahara Occidental no fue por puro orgullo alauita,
sino porque la riqueza que allí existe en minas de fosfatos es cuantiosa dado
que son de las primeras del mundo, así como de circonita, bolsas de petróleo y
gas. Y si el Gobierno español ha dado este paso tras el BOE es que el acuerdo
está firmado; de ahí, y tal vez para abarcar los dos frentes donde se enquista
el problema, habría que actuar desde Canarias en dos, el español y el marroquí.
Ya ha amenazado el
ministro de Energía marroquí con las consecuencias que esto tendría si se
actuara unilateralmente sin contar con Maruecos en el reparto, lo cual nos da
la sensación de que es una puesta en la escena para el despiste de lo que ya
está consolidado, y más tras la entrevista de dos horas que han mantenido los
ministros español y marroquí. Si esto no fuera así, y tras la amenaza del
ministro marroquí al verse su país desmejorado en la depredación marina, lo que
nos puede venir encima es de órdago, porque ya se sabe que donde hay petróleo
hay lío; y sin ir más lejos, ahí está como ejemplo lo de Irak, que se sabe cómo
empezó pero se ignora cómo podrá terminar.
Y otra cuestión que
despide un cierto tufillo es el reciente nombramiento del secretario de Estado
para la Energía, que recayó en la persona de Marti Scharfhausen.
¿Y quién es este señor? Pues es ingeniero de minas, experto en producción y en
investigación de yacimientos petrolíferos, pero lo más significativo es que ha
desempeñado hasta hace bien poco un alto cargo como director de Repsol en
Latinoamérica, y es en su mesa de trabajo por donde circulan en la actualidad
papeles, planos y estrategias a poner en práctica en lo concerniente a las
prospecciones petrolíferas que se pretenden ejecutar cerca de las costas de
Lanzarote y Fuerteventura. La verdad que suena muy raro este nombramiento, como
si fuera casualidad, cuando estas no existen. Lo que motiva que de ahí lo que
se desprende no es como muy agradable al olfato, y más aun cuando prometen para
Canarias 52.000 empleos, cuando Repsol en todo el mundo cuenta con una
plantilla de 32.000.
Que exista connivencia
entre Marruecos y España parece evidente, es una constante histórica, pero si
no hay acuerdo posible entre ambos pudiera suceder que no solo sea el turismo
lo que está amenazado y se resienta, sino que hasta se pudiera ver sobrevolar
por el espacio aéreo canario algún que otro cazabombardero marroquí, lo que
poca gracia tendría.
En fin, que lo del
petróleo huele mal, y lo único que se puede desear es transparencia, que no la
hay; respeto, que no lo hay; diálogo, que no lo hay, y, sobre todo, no echar en
saco roto y en el olvido que la razón política de los pueblos al final vence y
sobrepasa las decisiones tomadas en los boletines del Estado, que la historia
muchas veces nos lo recuerda y quedan poco más o menos como papel mojado.