Los intereses de Estado

 

Ramón Moreno Castilla

Los llamados en la nomenclatura internacional "intereses de Estado", que, en el caso flagrante de Canarias, son los espurios intereses de España en mantener a toda costa la posesión de un territorio de ultramar, en el continente africano, "adquirido" por la fuerza de las armas, no siempre se corresponden con la doctrina y los preceptos del Derecho Internacional tantas veces conculcados por la misma España, que actúa en la práctica como un auténtico "Estado forajido", al margen de la ley, incumpliendo sistemáticamente los mandatos de la ONU, como ocurre con la famosa Resolución 1514 (XV) del Comité de Descolonización.

Ahora bien, llegados a este punto, hemos de considerar que los "intereses de Estado" son consustanciales con la defensa a ultranza -no siempre con razón- de una "cuestión de Estado". Y la pregunta, no exenta de rigor argumental, es obvia: ¿qué "intereses de Estado" suscita y, al mismo tiempo, concita Canarias? Dicho de otra forma: ¿para quién o quiénes es Canarias una "cuestión de Estado"? ¿Es Canarias una "cuestión de Estado" para España? ¿Lo es, acaso, para Marruecos? En cualquiera de los casos, o en ambos, lo cierto es que Canarias está en medio; inerme, indefensa y sumida en un profundo caos social, económico y político de una magnitud sin precedentes en nuestra historia contemporánea. ¿Hasta cuándo?

No se olvide, porque la memoria histórica es muy frágil, que entre España y Marruecos hay intereses encontrados y existe un larvado contencioso histórico por la delimitación de las aguas del Estrecho (España se parapeta en el Artículo 10 del Tratado de Utrecht de 13 de julio de 1713, suscrito por las Coronas de España y Gran Bretaña, alegando que Gibraltar es una colonia y no le es de aplicación la Tercera Conferencia del Mar); y por la soberanía de Ceuta, Melilla e islotes adyacentes, en territorio y mar territorial marroquíes. Otra cosa es que por los intereses vitales de los dos Estados esos temas se solapen en las negociaciones bilaterales y prevalezcan otros asuntos, como son el tránsito por territorio español de los contingentes agrícolas marroquíes con destino a los mercados comunitarios, la presencia de empresas españolas en suelo marroquí y el acceso de la flota pesquera española a los caladeros del llamado "banco canario-sahariano". Y como prueba inequívoca, se inscribe el viaje del miércoles pasado de Mariano Rajoy a Rabat, siguiendo la tradición de los anteriores presidentes de Gobierno españoles, para entrevistarse con el nuevo primer ministro, Abdelilah Benkiran (PJD), y con el monarca marroquí, Mohamed VI.

No sería de extrañar, pues, que, a la vista de las "excelentes relaciones" hispano-marroquíes, el "Reino Borbónico" y el "Reino Alauita" se repartan, de "mutuo acuerdo", los yacimientos de hidrocarburos localizados en "aguas canarias", que actualmente pertenecen, excepto las doce millas de "mar territorial español" alrededor de cada Isla, a la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Marruecos. ¡¡Esta es la triste y cruda realidad!! Consecuentemente, y ante esta situación, cobra especial importancia el "test de supervivencia" (ver EL DÍA de 26 de julio de 2009), con el que la historia nos pone a prueba a todos los canarios; tesitura que tendremos que afrontar, sí o sí, so pena de desaparecer como pueblo. Aquí no hay ninguna otra alternativa de futuro para Canarias: o continuamos siendo una colonia española, o nos constituimos cuanto antes en un Estado libre y soberano, o somos un "Archipiélago de Estado" marroquí. En puro pragmatismo, ¿cuál de las tres opciones conviene o interesa a Canarias? ¡¡Esa es la gran decisión que tenemos que tomar!!

Para ello, debemos analizar concienzudamente esos tres escenarios de futuro. En primer lugar, hay que constatar, para que nadie se lleve a engaño, que España es un país poco fiable; no solo se opone al reconocimiento de la pluralidad de los territorios que cohesionó artificiosamente, sino que tuvo la vileza, dada su política mercantilista, de comerciar con sus colonias. Y como prueba fehaciente, ahí está el Tratado de París, firmado el 10 de diciembre de 1898, que puso fin a la Guerra hispano-estadounidense con la independencia de Cuba; y mediante el cual España vendió a los Estados Unidos Filipinas, la isla de Guam y Puerto Rico por 20 millones de dólares de la época. Tratado de París que significó el ocaso del imperio español, y que dio lugar al "síndrome del 98"; patología que todavía padece España, que tuvo que claudicar ante los EE.UU. ante el temor a que el conflicto se trasladara a este lado del Atlántico y se pusiera en peligro las Islas Canarias y demás posesiones en África: el Sáhara Occidental y Guinea Ecuatorial.

Como también abandonó a su suerte a los habitantes del Sáhara, con DNI (¡que no ADN!) español, al salir huyendo de su "provincia" como consecuencia de la Marcha Verde; circunstancia que convirtió a Canarias en una virtual "región frontera". ¿Puede algún/a canario/a con cierta lucidez fiarse de esa España decimonónica, decrépita y decadente, conociendo su "modus operandi"? España, a estas alturas de la historia, debía hacer un sincero acto de contrición y redimirse así de sus tropelías conquistadoras y descolonizar Canarias. Ahora lo tiene fácil. En esta gravísima coyuntura económica, cuando se está conformando un nuevo orden internacional y toma cuerpo un novedoso "sistema-mundo" que eleva a los altares a los mercados; ante las calificaciones de Standar & Poor's (S&P), que disparan las primas de riesgo, y dada la desenfrenada orgía monetario-financiera que azota Europa, basta con que España se convenza de que Canarias es un "activo tóxico" del que debe desprenderse cuanto antes, por el bien de su precaria economía. Porque ¿no se ha dicho hasta la saciedad que mantener a Canarias resulta oneroso para las arcas del Estado español? O ¿resulta que esa falacia esgrimida por España esconde en realidad las "plusvalías de la colonización"? Se trata, sin duda, de un alto valor añadido del que se beneficia la metrópoli exclusivamente, al aprovecharse de la "renta de situación" que genera la privilegiada posición geoestratégica de Canarias.

Descolonización de Canarias que, al producirse y quitarnos de encima esa rémora que supone el gravoso coste de la españolidad, nos sitúa en el siguiente escenario: la constitución del Estado Archipelágico Canario, libre y soberano y, por tanto, sujeto de Derecho Internacional. Y, en este aspecto, el panorama, se mire por donde se mire, no puede ser más descorazonador; y como patriota canario consecuente, siento en el alma tener que decirlo, pero esa es la pura realidad. ¿Dónde están esas mujeres y hombres con visión de Estado capaces de aglutinar y liderar el movimiento canario emancipador? Salvo la línea editorial de EL DÍA, mis artículos de opinión y los de algún otro compatriota publicados en este periódico, ¡¡aquí no se mueve nadie!! Una inacción producto de la propia atomización del espectro político soberanista, que se traduce en un incomestible potaje de siglas y en un conjunto de iluminados autoproclamados líderes, con un megalómano afán de protagonismo, pero incapaces de lograr la necesaria unión del independentismo canario. ¿Por qué no tenemos ya un Gobierno Canario en el exilio, con todo lo que ello supondría a nivel mediático, y para la internacionalización de la causa? En fin, ¡¡que sea lo que Dios o Alá quieran!!

Y sería, precisamente, la "deriva musulmana" la que nos dirigiría hacia el tercer escenario: Marruecos. ¿Alguien se ha preguntado alguna vez por qué Marruecos nunca ha proporcionado asilo político y cobertura diplomática a ningún movimiento independentista canario, sabiendo, como sabe, que el Frente Polisario goza de plena libertad de acción y de movimientos en territorio español, y en Canarias principalmente? No es solo una cuestión de "solidaridad geofísica", cuando destacados juristas marroquíes, tales como el príncipe Moulay Abdallah y Abdelkader Lahlou (varias veces citados en mis numerosos escritos sobre la materia), sostienen que "las Islas Canarias están situadas en lo que sería la prolongación natural de la plataforma continental de Marruecos", que, como repetidamente ha establecido el Tribunal Internacional de La Haya, en otras tantas sentencias, es un derecho "ipso iure" y "ab initio" del Estado costero. ¿Fue "perversa" la madre naturaleza al colocarnos en el mapa al lado de Marruecos, a escasos 96 km (unas 59,65 millas marinas) de su territorio continental, y por ello ser Canarias un Archipiélago costero?

Dada la capital importancia de este asunto, en el que subyacen cuestiones vitales para el futuro de nuestras Islas, emplazo a los estimados lectores y público en general a mi siguiente artículo, "Canarias-Marruecos, el Eje Atlántico", donde veremos nítidamente las "posibilidades" de esa otra alternativa de futuro.

rmorenocastilla@hotmail.com

 

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