Los fenicios

 

Elsa López

 

[Ellos a cobrar, a traernos telas y a llevarse cochinilla para tintar más telas y luego a cobrarnos el doble por unas telas coloreadas con tintes extraídos de nuestras islas. ¡Unos genios! Y de ese tipo yo conozco a más de uno que vive tan ricamente expoliando a sus propios vecinos y luego les vende las tierras o los frutos de la tierra al doble de lo que él las adquirió. Una jugada fenicia.]

El hallazgo de una estructura al aire libre en Lanzarote (posiblemente un almacén de exportación de los fenicios) ha adelantado en mil años, concretamente al siglo X a.C., la historia de los primeros pobladores de Canarias. Parece que el asunto ha molestado a algunos y, lo más grave, la molestia ha pasado a mayores y han decidido silenciar las excavaciones y las opiniones del equipo de investigación compuesto por arqueólogos, historiadores, biólogos y edafólogos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, de La Laguna y del Jardín Botánico de La Orotava. ¿Fenicios a mí? ¡Vamos hombre! A mi nadie me desmonta la teoría de la raza, de los aborígenes puros, guanches, benahoritas y canarios que llevamos en la sangre.

Somos de origen incierto pero de raza única. Tanausú está a salvo, a salvo Tenesoya y Doramas a salvo. Aquí, de fenicios nada. Pues sería bueno a estas alturas de la película, vencido el bueno, los conquistadores malvados apoderándose de mis tierras y mis gentes y yo cantando a pleno pulmón "canario lucha", que vengan cuatro bobos con cucharilla a encontrar restos fenicios en esos campos de batalla donde perdimos a tantos valientes. No, queridos, no estoy dispuesta a perder mi identidad por unas cuantas monedas, por muy fenicias que sean. Mi amiga Migdalia cree que es una maniobra genovesa para reclamarnos las islas un día de estos; que empiezan diciendo que somos fenicios y luego viene Berlusconi o Gadafi a pedirnos explicaciones y parte de las colonias. Yo no voy tan lejos.

Creo, sencillamente, que el hallazgo viene a darnos la respuesta sobre el origen de tanto comerciante trapameja y usurero que puebla nuestras islas. Y esa sería una explicación contundente. ¿Los fenicios? Ya se sabe: comerciantes y punto. No se andaban con mitos y rituales de conversión. No estaban todo el día mirando el cielo por si llegaban palomas con encargos de los dioses atlánticos. Y de trajes típicos, nada. Ellos a cobrar, a traernos telas y a llevarse cochinilla para tintar más telas y luego a cobrarnos el doble por unas telas coloreadas con tintes extraídos de nuestras islas. ¡Unos genios! Y de ese tipo yo conozco a más de uno que vive tan ricamente expoliando a sus propios vecinos y luego les vende las tierras o los frutos de la tierra al doble de lo que él las adquirió. Una jugada fenicia. Y esos mismos son los que luego cantan "canarios somos" y se meriendan a sus compatriotas con papas arrugadas. Eso si, que nadie les toque sus ancestros, porque el circo que se han montado con ellos se les desmorona con una simple excavación que puede acabar con sus romerías, bailes regionales y demás inventos.

Fuente: laopinion.es/