EL PROTAGONISMO DEL LIBRO Y SUS DIFICULTADES

 

Félix Martín Arencibia

 

El reciente 23 de abril, fecha de la defunción de dos grandes de las letras como fueron William Shakespeare y Miguel de Cervantes, con la celebración del “día del libro”, se sigue manteniendo el protagonismo de este instrumento básico de la cultura. El origen de la trayectoria del libro se remonta al florecimiento de las civilizaciones más antiguas con el nacimiento de la escritura e incluso se haya relacionado en el albor de la humanidad con el relato oral. A través del libro se trata de trasmitir la sabiduría, entretener, reflejar la realidad, la mitología, la imaginación, etc. Uno de los grandes hitos de la difusión de la obra escrita lo constituyó la creación de la imprenta que dio la posibilidad de que el texto escrito llegara a muchos más lectores.

 

En la actualidad el libro sigue teniendo los mismos objetivos como es informar, educar y entretener, emocionar... En estos momentos se diferencia de la época anterior al siglo XIX en que comparte esos objetivos con otros medios de masas como son los audiovisuales (cine, tv, radio…) a los que podíamos añadir la red de redes (internet). Ha pasado de ser de un objeto de minorías a convertirse, movido por el capitalismo consumista, en un objeto de consumo de mayorías. Si nos ceñimos a la literatura por un lado están los volúmenes de grandes tiradas, normalmente llamados best-sellers,  destinados a masas de lectores. Otros textos, un tanto más variados en cuanto a su forma, normalmente presentando más dificultad en su lectura, están restringidos a unas minorías un tanto más cultas. A veces no se sabe dónde está el límite de unos y otros, a pesar de que se habla de calidad literaria como base de diferenciación. Así podríamos poner como ejemplo a Gabriel García Márquez, nuestro reciente gran escritor fallecido, puede vender muchos ejemplares de algunas de sus obras o hacerlo menos de otras.

 

El libro sigue siendo uno de los elementos más valiosos de nuestra cultura. Sus argumentos y obras son utilizados en otras artes y medios como el cine, la televisión, el teatro… Además, algunas veces, realizan una labor primordial como el hacer pensar, vibrar las emociones y promover los valores más humanistas. Debido a todo ello la cultura del libro deber ser mimada por los gobernantes de turnos. Así, habría que seguir fortaleciendo y extendiendo las bibliotecas, evitando los recortes de la llamada crisis. Ello porque en otros sectores como la construcción de carreteras y el resto de la obra pública se siguen invirtiendo ingentes cantidades de fondos. Lo peor del caso es que la mayoría de las veces no se realiza un servicio esencial al ciudadano, convirtiéndose en un lujo e incluso otras veces resultan totalmente inútiles. Claro, los grandes beneficiados son las macroempresas de la construcción o las entidades bancarias que prestan o invierten capital en dichas obras.

 

Bueno, continuando con el tema del libro hemos de testificar que las librerías también están siendo abandonadas cuando son un significativo eslabón en el camino de acercar el libro hasta el lector interesado. El librero ha sido para éste un orientador cercano y eficaz, sin olvidar lo que ha supuesto en la creación de puestos de trabajo, cosa que no hay que despreciar tal como está el panorama del empleo. Quisiera además añadir una cuestión que se debate actualmente. Se trata del formato. ¿Libro en papel o libro electrónico? Ambos tienen sus ventajas. El impreso por su añoranza, el atractivo de la peculiaridad de los sentidos como son el tacto, el olor, etc. El electrónico con el avance que supone un formato el llevar una biblioteca con el contenido de cientos o miles de libros, el ahorro de papel, tamaños de letras… Al fin lo que importa es la historia que se cuenta. Así si estamos leyendo Cien años de Soledad o Sombras del viento, una vez que nos enganchamos a su lectura nos olvidamos el tipo de formato que estamos utilizando. Como conclusión, amigos, hemos decir que todos debemos colaborar y exigir que el libro siga teniendo y aumentando su protagonismo en nuestra sociedad.

 

Con la firma de: Félix Martín Arencibia

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