¡Libertad, libertad sin ira!
Roger
*
Aquel canto, libertad sin ira, entonado en la
Transición, es extrapolable al deseo de los canarios de valernos por nosotros
mismos. Libertad sin ira para Canarias, libertad de verdad y duradera; queremos
ser un pueblo independiente y lo manifestamos cuando partidos políticos
españolistas luchan por gobernar en Canarias, que no es de España, sino que es
nuestra. Que es de los sucesores de quienes derramaron su sangre en los
peñascos atlánticos que defendían, bajo los almendros en flor de las montañas,
en las quebradas y barrancos, sobre la piel de zahorra de nuestra patria; que
es un almendro y es un volcán.
Esa libertad que
anhelamos ha de arribar, más pronto que tarde. La piden a gritos quienes aman a
Canarias y confían en que llegará el día en que pueda valerse por sí misma.
Respetando a todos los pueblos del entorno, incluso a nuestros colonizadores.
Pero con la firmeza en los labios para defender con uñas y dientes la tierra de
nuestros padres y de nuestros abuelos y bisabuelos; la tierra que empapó tanta
lágrima y tanta sangre desde que avistó las velas enemigas en el horizonte.
Canarias para los
canarios, respetando siempre al que venga a trabajar aquí y no a humillarnos
con la saña que lo hizo, y a veces lo hace, el godo abusador. Porque siempre
hemos entendido a los otros; a los que abandonan la prepotencia y la falta de
respeto para integrarse en una sociedad que siempre ha sido fácil de convencer
por su nobleza y su bondad.
Jueces y fiscales
canarios, funcionarios canarios, círculos de poder canarios. Esta tierra es
nuestra y no de ellos. Canario es el que se integra de verdad, el que comulga
con nuestros valores. El que celebra nuestro acento. El que adopta nuestras
costumbres. El que habla y no hiere. Canario es el que canta una isa y una folía y una seguidilla con nosotros. Canario es el que no
nos quiere partir el pico con una azada. ¿Lo entienden? Somos canarios y se nos
llena la boca diciéndolo.
Canario es la persona
tolerante que lo disculpa casi todo; canario es el campesino recio y de
palabra; el empresario que se ha dejado aquí el alma. Canario, lucha, como
lucharon los guanches, pero ahora sin necesidad de armas ni trincheras, sino
con la palabra y la acción política, para que nos devuelvan lo que nos
arrebataron. Tenemos que andar vigilantes para que nunca se nos vuelva a faltar
el respeto.
Elecciones, sí, pero
para gobernar Canarias de verdad desde una nación independiente, sin ataduras
de nadie y cerca de todo el mundo. ¡Libertad, libertad sin ira!
* Publicado en el periódico El Día, 07-05-2011