El
Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario (Movimiento UPC) se manifiesta una
vez más en defensa de la libertad de expresión, recogido como un derecho
fundamental en la declaración universal de los derechos humanos.
Viene
a colación el tema porque el día 24 de septiembre de 2008 se reunió el Pleno
del parlamento de Canarias ¿o deberíamos decir el parla-miento? para,
sorprendiendo a propios y extraños, emitir un comunicado, que ellos titularon
“Declaración Institucional” con la intención de intimidar al Sr.
director-editor del periódico El Día, editado en Tenerife, Canarias. Se trata
del mismo parlamento que adorna sus paredes con pinturas del mercenario Fernández
de Lugo: mercenario es el que guerrea en un ejército extranjero por cierto
estipendio, el que sustituye a otro por el salario que le da “¡dime con quien
andas y te diré quién eres, dice el dicho!”.
Al
lado del atropello que comenzó con el genocidio de Canarias (muerte o eliminación
sistemática de un grupo social por motivo de raza, religión, política, etc.)
el tema de los editoriales no deja de ser una anécdota, que sus señorías
utilizaron para desviar la atención de los problemas que azotan a Canarias en
general y de los que “sus señorías” son responsables directos: 328.700
desempleados, más del cincuenta por ciento de nuestros jóvenes sin trabajo, la
educación en la cola de todas las autonomías, pese a ser España el colista de
los países de la OCDE, la sanidad más abajo del fondo, o sea que ha habido que
escarbar como decía Groucho Marx, con interminables listas de espera, la mitad
de la población mayor de cincuenta años con problemas de obesidad y sobrepeso,
una inversión en investigación y desarrollo por debajo del 0.5 por ciento del
Producto Interior Bruto, al nivel de Kenia, Rumanía, Sudamérica y los países
musulmanes..., no le parece esto importante a “sus señorías” para dedicar
su tiempo, pagado con nuestro dinero, a reprochar los editoriales de un periódico
tanto o más respetable que cualquier otro y desde luego más responsable y
comprometido con la sociedad canaria ¿Recuerdan “sus señorías” la otra
vez que también se pusieron de acuerdo para comprarse un ordenador portátil
con nuestro dinero, como no? Tampoco le pareció reprobable a ninguno de
ustedes.
Si
leyeran los citados editoriales no se les habría pasado por alto aquel que
aclaraba no hacer alusión “a los hermanos” de la Isla aludida en su
“declaración institucional” sino a los políticos que la representan y esto
es lo que verdaderamente les preocupa a ustedes y a los “representantes de las
demás islas también”. Lo que a ustedes les preocupa es que los editoriales
digan: “Para alcanzar ese nivel de desarrollo al que podemos aspirar resulta
indispensable que nos libremos de la actual clase política, pues, salvo raras
excepciones, está obsoleta y desprende el hediondo olor de lo putrefacto.
Necesitamos la inteligencia de personas jóvenes con nuevas técnicas de gestión
de esos potenciales recursos, y también hombres y mujeres con la experiencia de
la madurez. Nuevos políticos, en ambos casos, con las ideas y las manos
limpias; es decir, sin la repulsiva contaminación de los actuales” (El Día,
3 de agosto de 2008).
Eso
es lo que les preocupa a ustedes de los editoriales ¿O también quieren
convencernos de que están preocupados “por la dignidad de la Isla de Gran
Canaria” como rezó el comunicado, perdón, declaración institucional? Si
estuvieran preocupados por el devenir de este territorio dimitirían desde ahora
mismo y no continuarían haciendo la labor de lacayos (criado de librea,
encargado de acompañar a su amo a pie, a caballo o en coche: no confundir, por
favor, definición con insulto) del colonialismo, que han destrozado una tras
otra todas las Islas que forman este Archipiélago, empezando por la que
pidieron dignidad, llena de bosques en el pasado, con cascadas en los Tilos de
Moya hasta el siglo XVIII, que hizo exclamar al médico e investigador francés
Verneau “Si tuviera que responder a la pregunta de cuáles islas veo con más
futuro diría Las Palmas y El Hierro, por la cantidad de agua que tienen”. En
Tenerife el bosque de laurisilva llegaba a la curva de gracia, hasta que
llegaron los españoles con el hacha y en Fuerteventura, Maxorata o Erbani los
árboles eran tan gruesos que no los abrazaban los brazos de dos hombres,
regados por riachuelos, según recoge Le Canarien, nada sospechoso precisamente
de nacionalismo, todo depauperado por la invasión colonial y continuado por la
casta intermediaria de políticos locales hasta la actualidad por lo menos.
Cuando
los gobernantes y los gobiernos carecen de catadura moral y de cultura democrática,
el primer recurso es manipular la información, coartando la libertad de expresión,
que sin embargo es uno de los derechos fundamentales.
La
libertad de expresión es el derecho de todo individuo a expresar ideas
libremente, y por lo tanto sin censura. Es un derecho fundamental, recogido por
el artículo 19º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y la
mayoría de los sistemas democraticos también lo señalan. Incluso algunos que
no lo son.
En el artículo 20
de la constitución española se recoge el derecho a la libertad de expresión,
concretamente en los apartados 1.a) y 1.d), desarrollados más abajo y en el artículo
1.3.
Apartado 1. Se reconocen y
protegen los derechos:
a.
A expresar y difundir
libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o
cualquier otro medio de reproducción.
d.
A comunicar o recibir
libremente información veraz por cualquier medio de difusión. El ejercicio de
estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa.
La libertad de expresión es
consustancial con el desarrollo de la socidad, que a su vez será más libre
cuando se informa rigurosameente. El problema surge cuando a determinados
gobiernos de signo totalitario no les interesa que los ciudadanos sean libres.
Si no somos libres estamos domesticados. El rebaño domesticado se aborrega fácilmente.
La catadura antidemocrática
del gobierno que administra la colonia queda en evidencia, entre otras muchísimas
ocasiones, cuando resuelve un concurso para la adjudicación de frecuencias de
radio que, vaya casualidad, deja fuera a radios con mayor arraigo en la social,
fallo que, nunca mejor dicho, lo comete, osadamente, un gobierno en funciones,
en un intento de clausurar todas aquellas entrañables radios que no están en
la onda gubernamental, gobierno que se justifica en el mínimo subterfugio, en
este caso que nadie recurrió las bases de
la convocatoria.
Cuando la ya ex alcaldesa de
La Lagun, del partido de cuyo nombre no queremos acordarnos, ordenó la tala del
magnífico bosque que crecía en la avenida de La Trinidad para fabricar, que
sepamos, un aparcamiento subterráneo y encima la infraestructura para el Tranvía,
más conocido como Tranca-vías, utilizó la excusa de que los árboles estaban
enfermos y claro, a un enfermo no se le cura, se le acaba de rematar. No es nada
nuevo: un ejemplo actual lo tenemos en la Sanidad, que de cara el verano cerró
parcialmente el Hospital Universitario de Canarias (HUC) ¿para desviar enfermos
a la sanidad privada? utilizando como excusa las vacaciones de los médicos,
faltaría más, como si los médicos no tuvieran derecho a vacaciones. Eso
supuso un ligero ensayo. Actualmente los quirófanos ya no habren por las
tardes.
La excusa para oradar la
magestuosa montaña de Ti-n-daya, la de la luz (con la misma estructra gramatial
que Ti-n-guaro o Ti-n-guatón) y apoderarse de su magnífica traquita es el
fallecido Chillida, cuyos herederos buscan desesperadamente sustento ante el
cierre, una vez fracasado, del museo del mismo nombre.
En función de esa errática
conducta también se definen los aludidos como nacionalistas, pero como decía
el compatriota Juan Valiente, nacionalista viene de nación como tabaquería
viene de tabaco, nación que los aludidos no asumen, por lo que, siguiendo el más
elemental de los silogismos griegos, no lo son, por lo menos no nacionalistas
canarios, nacionalistas españoles probablemente sí.
El martes y trece del
presente, más de tres años después de la vergonzosa “Declaración
institucional”, volvió a reunirse el denominado parlamento de Canarias (¿O
se trata de un par-lamento?) Cuando esperábamos la rectificacaión de la
mentada “Declaración etc.” cuál no sería nuestra sorpresa al constatar
que se trataba de seguir presionando al único periódico editado en Canarias
que llama a las cosas por su nombre, como por ejemplo que Canarias es una
colonia y que hay que descolonizarla y proceder a declarar su independencia. El
presidente intentó arengarnos diciendo que dicho periódico mentía a sus
lectores.
Si alguien responsable de un
gobierno promete crear ochenta mil puetos de trabajo y el desempleo aumenta en
diecisiete mil ¿Qué nombre le damos a eso? Mentir también es decir al pueblo
canario que Canarias es España y los canarios españoles. Rementir es sostener
que esto es Europa y que los canarios son europeos y que conste que consideramos
a los pueblos europeos, incluyendo al pueblo español, pueblos hermanos. Mienten
como bellacos.
Además confesó que había
contratado un despacho de abogados. Crucemos los dedos para no seguir siendo los
sufridos contribuyentes los que abonemos la factura, como hemos hecho con el
helicóptero o con la peineta.
Lo que tiene que perseguir y
condenar la justicia es la endofobia, o sea el rechazo al natural, al oriundo,
que constituye el más execrable de los racismos y por lo tanto un delito, y si
no lo hacen los tribunales del régimen colonialista y monárquico español se
recurre a las instancias internacionales.
*
Resolución
1514 (XV)
de
14 de Diciembre de 1960
sobre
la concesión de la Independencia a los países y pueblos colonizados.