SAN BORONDÓN Y LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

 

Félix Martín Arencibia

 

 

Amigos, en días pasados las lluvias pintarrajean de verde y amarillo nuestros campos. Esto nos produce una sana alegría al ver como las plantas y demás seres vivos animan el ciclo de la vida. No nos sucede lo mismo con el tema que nos propone el título.

 

Hemos de decir que la libertad de expresión se encuentra amenazada de muerte, aunque pueda parecer un tanto exagerada la expresión. La realidad es la que es y no la que quisiéramos. Existe una predisposición por parte del poder establecido, político y económico, a defender sus intereses tapándole la boca a los discordantes. Esto ocurre a nivel planetario, incluso en las que llaman democracias avanzadas, que ya sabemos de cuales se tratan y a las que había que analizar con más detalle.

 

España, que no es de las adelantadas democráticamente, aunque en algún momento hayamos tenido esa ilusión o falsa impresión. La tradición española de aislamiento, el añorado y un tanto rancio imperialismo, a los que habría que añadir los cuarenta años de dictaduras: siguen presentes en el caciquismo hispano. Éste continúa intentando controlarlo todo para seguir explotando a los de siempre amparados en la más putrefacta corrupción.

 

Las formas de actuar en contra de la libertad de expresión son parecidas en distintos lugares del orbe. Aquí en Canarias hay que añadir a la tradición autoritaria caciquil el ya añejo colonialismo. No hay que olvidar que nuestro Archipiélago fue la primera colonia fuera del continente europeo que conquistaron los reinos hispanos en tiempo de los Reyes Católicos. Aquí, en la actualidad, los gobiernos de las distintas administraciones utilizan el dinero de la publicidad como gancho para someter a sus intereses a los diferentes medios de comunicación. La dominación del poder empresarial local e internacional presiona, algunas veces fuertemente, a través de inversiones en dichos medios y la mencionada publicidad. Trata de amordazar a toda voz discordante que les impida acumular los grandes beneficios de la obra pública, mayormente, y de la privada.

 

Un ejemplo claro de lo expuesto es el caso del Centro de la Cultura Popular y su emisora de Radio San Borondón. Se trata de una radio que defiende los intereses de las clases populares. Que no se ha plegado al ya mencionado poder caciquil político (el trío de los partidos llamados mayoritarios) y económico. Éstos han llevado a la postración financiera al Centro de la Cultura, uno de los pocos focos de la defensa de nuestra identidad. Ahora pretenden cerrarle la emisora de la manera más torticera. Está claro lo implacables que pueden volverse los poderes fácticos cuando peligran sus poltronas políticas y sus cuentas bancarias.

 

Pretenden someter a las clases populares a la esclavitud y para ello no dudan cerrarle todas las puertas. Entre ellas, una de las más importantes que es la información veraz. Sin el trabajo en condiciones y sueldos dignos y la libertad de expresión poca democracia cabe. Radio San Borondón es de los pocos focos de libertad informativa que nos quedan. Como no pueden comprarlo, como hacen con otros medios más dóciles, lo tratan de silenciar desde las opciones políticas gobernantes tradicionales. Ello, incluso desde los que se autodenominan socialistas, que se disfrazan con las pieles de cordero de una izquierda progresista.

 

El que les comenta esto, modesto creador literario, se une a las protesta contra tamaño atropello a nuestras raíces y la libre información. Estoy seguro que mucha gente del mundo de la cultura estará en la misma sintonía ante semejante acto caciquil y ataque a la democracia. No tenemos que callarnos y debemos hacer oír nuestra voz discordante ante esta arbitrariedad con un medio libre como Radio San Borondón.

  

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