El principal quebradero de cabeza de la mediocridad política es la libertad de expresión, derecho fundamental recogido en todos los regímenes políticos que se precien. Los derechos fundamentales son derechos humanos universales recogidos en un ordenamiento jurídico determinado. En consecuencia, no los crea el poder político (legislativo y ejecutivo) o el judicial, suponiendo que en un Estado determinado exista la tan cacareada como obviada separación de poderes, sino que son inherentes a la naturaleza y a la dignidad de las personas, sean o no reconocidos por los citados poderes.
En el Estado español no existe la separación de poderes, cuestionada al ser el poder político quien nombra al poder judicial, siendo aún más cuestionado el poder político, que no reside en el pueblo soberano, pues la jefatura del régimen español, definido constitucionalmente como un reino, la desempeña un monarca, que representa una arcaica institución medieval, para más inri, dicho sin segundas, heredera de la dictadura fascista instaurada a sangre y fuego por Franco, autodenominado generalísimo, para diferenciarse del resto de los generales. La consecuencia es un Estado de escasa, por no decir nula, tradición democrática.
Canarias, un archipiélago geográficamente situado en el noroeste de África, aunque los medios al servicio del colonialismo, en el mayor alarde de manipulación y falta de rigor sin precedentes en la historia, lo sitúen en Europa, es una nación ocupada violenta, vil y cruelmente por España, mediante una invasión armada que se inició en el año 1402 y finalizó, al menos la fase más sanguinaria, en 1495, continuando la represión, también nuestra heroica rebeldía, desde esa negra fecha hasta que alcancemos la libertad.
Los canarios y canarias seguimos sin el derecho a decidir las cuestiones importantes que nos atañen, sin poder diseñar cómo queremos nuestro futuro. La única forma de superar esta falta de competencia sobre nuestros asuntos es dotarnos de los tres poderes tradicionales: el ejecutivo, el legislativo y el judicial.
Un poder legislativo canario para reglar nuestras normas de convivencia y organización, como Estados libres e independientes, en materias como la inmigración, delincuencia, nacionalidad, vecindad civil, regulación de una policía canaria, de las milicias canarias y de un ejército propios, concertar la paz, pactar alianzas, establecer el comercio y efectuar los actos y providencias a que tienen derecho los Estados independientes.
Un poder judicial anticolonialista que nos dote de jueces propios que conozcan nuestros problemas y nuestra idiosincrasia y no sujetos a continuos cambios de destino.
Un poder ejecutivo con competencias para ejecutar con eficacia los designios del poder legislativo y controlar nuestra policía y ejército, así como las milicias canarias.
El cuarto poder
La expresión cuarto poder se atribuye al escritor anticolonialista y político conservador angloirlandés Edmund Burke, profetizando en el siglo XVIII el inmenso poder que llegarían a adquirir los medios de comunicación masivos, lo que en no pocas ocasiones ha dado lugar a una simbiosis entre los medios de comunicación y los políticos, ansiosos de utilizarlos en función de sus intereses, dispuestos a amordazarlos cuando no le son afines.
Ocurrió con la emisora La Voz de Canarias Libre, que emitía desde Argel, silenciada mediante un execrable acto juzgado como de terrorismo de Estado en la persona del Sr. Antonio Cubillo en abril de 1978, siendo jefe del Estado español Juan Carlos I y presidente del Gobierno de ese país Adolfo Suárez.
El periódico anticolonialista EL DÍA, el de mayor difusión de los editados en Canarias, así como Radio El Día (ahora ABC.radio -¡peligro, peligro!; si no puedes con tu enemigo únete a él-) y El Día Televisión, son perseguidos de forma inclemente por el colonialismo, su entramado político-judicial y los lacayos de la colonia a su servicio, como el Gobierno títere de la metrópoli en Canarias y el falso Parlamento autónomo, que llegó a conculcar la libertad de expresión en una vergonzosa reprobación a EL DÍA, por afearles la conducta a sus señorías ante la podredumbre reinante en la colonia, reprobación aún no rectificada, a lo que hay que añadir las sistemáticas condenas judiciales y denuncias como la que recientemente ha interpuesto el presidente del Gobierno títere, etc., que acusa a EL DÍA de llamar al pan pan y al vino vino.
Fernando Key Ayala dedicó al compatriota Secundino Delgado la siguiente poesía, publicada por el rotativo EL DÍA el año 1997, en el centenario de la revista El Guanche (fundada en Caracas por Secundino Delgado y cerrada por el general golpista venezolano Crespo a instancias, cómo no, del colonialismo español), haciendo gala EL DÍA de su vocación libertaria, poesía que si se nos permite, y si no también, nos gustaría hacer extensiva a todos los canarios y canarias:
La libertad es astro que fascina,
por eso el hombre en su soñar constante
persigue el foco de su luz radiante
y huye la sombra ante su faz divina.
El esclavo ser libre se imagina
y un consuelo fugaz halla un instante,
mas siente al fin dentro su pecho
[amante
la fuerza que a los déspotas domina.
Si amas la Libertad, no temas nunca:
al esclavo lo hizo siempre el miedo,
que el miedo es compañero del sicario.
¿Qué columna por fuerte no se trunca?
A Nelson, a pesar de su denuedo,
lo venció siendo débil el canario
Movimiento UPC