¿Para quién legisla la Unión Europea?
Ley del bienestar animal
Wladimiro
Rodríguez Brito
En los últimos tiempos
ha surgido una preocupación hacia el medio natural que ha arraigado de manera
importante, y en la que no siempre se analiza y reflexiona suficientemente
sobre la Naturaleza y las personas. La Unión Europea (UE) ha sacado una serie
de leyes de protección ambiental y, sobre todo, hacia la fauna y la flora, en
la que de alguna manera discrimina a las personas y a las que no han nacido o
viven dentro del territorio de la UE. De esta manera, tenemos una ley de
bienestar animal de aplicación únicamente en los territorios comunitarios, que
genera no pocas contradicciones, e incluso crea una ruina para numerosas
explotaciones ganaderas del marco comunitario.
Desgraciadamente,
hemos sufrido la muerte de un campesino recientemente por el asta de un toro.
Esta lamentable situación se podía haber evitado si la ley de bienestar animal
hubiese permitido la utilización del tradicional narigón (la argolla que se le
coloca en la ternilla al animal para controlar sus movimientos), pero ahora
está prohibida. En este plano, por ejemplo, en la isla de Tenerife el más del
millón de gallinas que tenemos en granjas tendrán que
reconvertirse en los próximos meses para cumplir tal normativa. Así, habrá que
darle un mayor espacio en las jaulas y reunir una serie de condiciones -incluso
para el desgaste de las uñas de las aves-, lo que da lugar a que muchas de
estas explotaciones que hoy nos autoabastecen en huevos frescos se encuentren
en vías de ser cerradas o vendidas a países vecinos, que al no estar bajo la
normativa comunitaria podrán producir huevos o pollos que luego entrarán en
Canarias y España sin que nadie les pregunte por su partida de nacimiento ni
sus relaciones con el entorno ambiental.
Aquí tenemos que
destacar algo que mucha gente ignora, pero que es muy significativo, como es la
entrada a Canarias de 34 millones de kilos de pollos al año procedentes de
Brasil, a los que nadie les pregunta por su DNI ni las condiciones sociales y
ambientales en las que se han criado. Así, no sería descabellado pensar que
muchas de nuestras granjas se desplacen o sean vendidas a Marruecos -al ser un
país cercano fuera de la UE-, donde no tienen esta ley de bienestar animal y
sean ellos los que nos vendan los huevos que hoy en día se producen en nuestro Archipiélago.
Es en este marco donde
se ha producido un caso, que no es anecdótico, que es la multa que le ha puesto
el Seprona de la Guardia Civil a un ganadero de Inca
(Mallorca) por tener maniatada una pata trasera y otra delantera de las cabras
para que no saltaran unos muros, tema muy generalizado en Canarias para que los
animales no se vayan lejos del entorno o no salten las vallas.
Es decir, la UE rompe
aranceles de importación de alimentos con terceros países como ha ocurrido con
los países de ACP (África, Caribe y Pacífico) y el plátano, o la bajada de
aranceles que hace que en estos momentos se estén vendiendo plátanos en Europa
a menos de 1 euro el kilo, con precios medios al agricultor canario de 0,20
euros el kilo, lo que ha obligado a dejar en las Islas más de 40 millones de
kilos, que mayoritariamente han ido a los vertederos.
Si tenemos en cuenta
el coste de los fletes, embalaje y distribución, podemos entender cuántos
céntimos percibe el agricultor que los ha producido o bajo qué salarios de
hambre se está trabajando en estos países, tema éste que no parece preocuparle
a la UE, ya que no le interesa ni la calidad de vida ni los recursos que se
distribuyen con estos países productores. Parece que el interés europeo en lo
que llamamos aldea global tiene mucho que ver con un barniz local y una dura
explotación hacia terceros países. Así, un perro comunitario tiene más
protección que un campesino extracomunitario.
Esto nos lleva a
preguntarnos: ¿se puede seguir haciendo leyes alejadas de nuestra gente y de la
realidad de nuestros campesinos? ¿Para quién legisla la Unión Europea? Los
animales no entienden de leyes y los hombres me temo que cada vez menos.