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El
silbo es el sonido más intenso que una persona puede producir sin utilizar
elementos ajenos a su propio cuerpo. Por esta razón, algunas culturas humanas
han sabido convertir las modulaciones del silbo en palabras inteligibles, con el
fin de emitir y recibir mensajes a larga distancia. Esto es especialmente útil
en sociedades que habitan espacios montañosos, por la dificultad que supone
cubrir las distancias. El Archipiélago Canario es uno de esos lugares del mundo
que tuvo y tiene el privilegio de conservar el uso de esta particular técnica
de comunicación.
Los primeros pobladores de este archipiélago, bereberes procedentes del noroeste de África, fueron los que trajeron a las islas el lenguaje silbado.
Existe constancia histórica y actual de su uso en zonas montañosas de Marruecos. Está perfectamente documentado que esa población indígena de las islas practicaba el lenguaje silbado, y no es de extrañar que la población canaria resultante tras el mestizaje que provocó la conquista y colonización siguiera haciendo uso del mismo, simplemente porque seguía siendo útil. La lengua que se sustituyó al silbar ya no fue aquella o aquellas de origen bereber, sino una de origen románico: el español o castellano.
En la naturaleza
del silbo está trasmitir lo público, no lo privado. El mensaje es emitido, de
media, a una intensidad sonora algo superior a los 100 decibelios. Se puede
escuchar y entender con relativa facilidad a distancias de uno o dos kilómetros,
siendo posible, en circunstancias muy favorables, alcanzar los tres. Al tratarse
de un sistema de comunicación a distancia, las personas que tradicionalmente lo
han utilizado son pastores, agricultores, cazadores…, personas que se ven
frecuentemente aisladas, distanciadas entre sí, y en terrenos agrestes. Debido
a eso, la utilización ha sido principalmente masculina, probablemente en torno
al 80%, frente al 20% de mujeres, como han indicado nuestras investigaciones.
El silbo de las
Islas Canarias es un lenguaje sustitutivo del hablado, en este caso, del español
hablado en cada isla, del que posee su estructura básica. Tiene un sistema
fonológico propio, independiente del que está sustituyendo. Está doblemente
articulado, lo que quiere decir que existe una primera articulación en palabras
(unidades con significado), y una segunda articulación en unidades indivisibles
mínimas sonoras, los fonemas. O sea, posee vocales modificadas por consonantes
que a su vez forman palabras dotadas de significado. El silbo de Canarias es un
sistema tonal, ya que el significado de lo silbado varía en función de la
altura o tono del sonido emitido, que sustituye a una lengua no tonal, el español.
El silbo no es una
lengua, sino un lenguaje. Pero, todavía más que un lenguaje, puede definirse
como una técnica de comunicación para grandes distancias. Eso quiere decir que
serviría para silbarse en cualquier idioma, ya que puede sustituir todos los
fonemas hablados, pero que cumple exclusivamente funciones prácticas. El número
de fonemas posibles se reduce considerablemente con respecto a la lengua
hablada, lo que provoca frecuentes casos de ambigüedad en la recepción de los
mensajes silbados. Los interlocutores resuelven esto gracias al contexto de la
situación o por medio de preguntas aclaratorias.
Las vocales se
silban modificando la altura o tono del silbo. Así, de agudo a grave, entre
unas frecuencias de onda que van de los 4000 a los 1000 hertzios, tenemos las
vocales I, E, A, U-O. Estas dos últimas se confunden, suenan comúnmente igual
de graves. Esto es debido al hecho de que la altura de la vocal es inversamente
proporcional a la apertura de la mandíbula al pronunciarla; es decir, cuanto
menor sea la apertura de la mandíbula, más agudo se emitirá el silbo (caso de
la I), y viceversa (caso de la O), simplemente por principio acústico.
Las consonantes se
silban acercándolas lo más posible a su realización en el lenguaje hablado.
Debemos tomar en cuenta que para silbar se utiliza únicamente la parte anterior
de la boca. Un silbador meticuloso y experimentado sería capaz de articular
gran cantidad de consonantes. No obstante, los movimientos que se ejecutan con
labios y lengua sugieren cinco realizaciones consonánticas básicas, similares
a las pronunciaciones de K, CH, Y, B y G, que son las que empleamos al comienzo
de la enseñanza del silbo. Los 17 fonemas consonánticos hablados en el español
de Canarias se localizan en alguno de estos 5 grupos de consonantes silbadas,
sin tener en cuenta las mentadas habilidades de algunos silbadores para matizar
consonantes, aunque estas estén incluidas en el mismo grupo de realización.
Pero el lenguaje silbado es mucho más. Habría que atender también a realizaciones especiales, como las consonantes en posición implosiva, las sílabas trabadas, la acentuación de las palabras o la ejecución especial que tienen los diptongos. Asimismo, en el apartado no fonológico, es importante conocer el tipo de vocabulario que se prefiere en el silbo, o las convenciones o frases-tipo que se usan habitualmente, o cómo emitir o recibir un mensaje en situaciones de viento, o eco excesivo.
Como
simple indicación, y sin entrar en detalles, pasamos a comentar sobre su
distribución pasada y presente por el Archipiélago que, a fecha de hoy, es la
siguiente:
LA
GOMERA: Lo
conservó hasta nuestros días, por diferentes motivos. Con fuerza, hasta los años
60 del siglo XX, siendo la única isla donde el lenguaje silbado es actualmente
aprendido en la enseñanza pública. Es conocido y practicado por gran parte de
su población. Es la isla del silbo por antonomasia, y la que le ha puesto el
aceptado y merecido nombre al fenómeno: silbo gomero. En 2009 el silbo gomero
fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
EL
HIERRO: Lo
conservó con vigor hasta los años 60 del siglo XX, siendo escaso su uso
posteriormente. Aún quedan numerosos silbadores vivos, aunque de avanzada edad.
Existe buena documentación gráfica y etnográfica de su utilización, y su
recuperación es sencilla, pero urgente.
TENERIFE: Lo
conservó, al menos, hasta los años 40 del siglo XX. Está ampliamente
documentado, y aún hoy viven algunos silbadores de tradición. En la actualidad
cientos de personas lo usan gracias a un aprendizaje reciente.
GRAN
CANARIA: Lo
conservó, al menos, hasta los años 40 del siglo XX. Su uso ha sido
documentado, y hemos encontrado algunos buenos silbadores, todos de avanzada
edad. Actualmente, decenas de personas lo usan tras un aprendizaje reciente.
LANZAROTE: Su
uso no ha sido confirmado. No obstante, existe una leyenda relacionada con el
lenguaje silbado que gira en torno a la Peña del Silbo, zona montañosa entre
Teguise y Haría, además de pistas sobre su uso pasado en los Ajaches.
FUERTEVENTURA: Su
uso no ha sido confirmado. También existe un topónimo, la Montaña del Silbo,
en La Oliva, y la constancia de pastores silbadores llegados a la isla desde El
Hierro.
LA
PALMA: Su
uso no ha sido confirmado. Sin embargo, en entrevistas de trabajo de campo hemos
sido informados de un uso pretérito, ya residual, entre pastores de La Caldera
y el noroeste de la isla.
Creemos que el
silbo gomero, el silbo en Canarias, es un legado que vale la pena utilizar,
conservar y revalorizar. Existen numerosos motivos para su protección, no
solamente por su valor histórico y etnográfico, sino por sus posibilidades y
utilidades, presentes y futuras. Solicitamos el empuje conjunto que el silbo
necesita, por parte de todos los que lo amamos y valoramos. ¡Vale la pena!
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Fundador y coordinador de enseñanza de la Asociación
Cultural y de Investigación de Silbo Canario Hautacuperche.
Fuente:
tamaimos.com/2016/04/01/el-lenguaje-silbado-en-canarias