Lecciones positivas de la lucha antipetrolera

 

<>  Josemi Martin *

 

[… Hay maltrato institucional por parte de España hacia Canarias… Este maltrato ha sido también comúnmente llamado “trato colonial”, una expresión usada históricamente de manera exclusiva por los independentistas canarios y que ahora utilizan con bastante soltura desde el Presidente del Gobierno canario hasta políticos en otras coordenadas ideológicas…]

 

Aunque el conflicto contra las prospecciones petrolíferas en aguas canarias está lejos de llegar a su fin, opino que desde ya mismo se pueden ir extrayendo algunas lecciones positivas de esta batalla. Supongo que también se podrían extraer lecciones no tan positivas pero no son ésas las que me interesan ahora. Sin perjuicio de que la lista sea algo incompleta, aquí van estos elementos para el análisis que tal vez puedan servirnos más adelante para otras batallas. Así suele suceder cuando aprendemos de la Historia.

En primer lugar, creo que es imposible dejar de constatar el enorme crecimiento de la conciencia de unidad archipielágica en clave solidaria que hemos vivido en los últimos meses. Probablemente, los piques, pleitos y rencillas que tanto han lastrado las posibilidades de avance y desarrollo de nuestro pueblo seguirán existiendo eternamente. Habrá que seguir combatiéndolos. Sin embargo, ha revivido, gracias a la lucha antipetrolera, una conciencia de unidad como pocas veces habíamos percibido en las últimas décadas: acaso los más mayores puedan citar los ejemplos del NO a la OTAN de 1986 o la lucha contra el proyecto de instalación de una lanzadera de satélites en El Hierro a finales del siglo pasado. En ambos casos, los canarios de las ocho islas se sintieron concernidos por problemas que, sobre todo en el segundo ejemplo, no les afectaban directamente. De esa explosión unitaria nacieron expresiones populares de asertividad que se vieron culminadas por la consecución del objetivo propuesto. ¡Ojalá sea así ahora que los canarios de todas las islas marchan mayoritariamente en contra de estos proyectos tan perjudiciales!

En segundo lugar, se ha abierto paso un convencimiento de que nuestro país debe apostar por un modelo energético limpio y renovable. A ello ha contribuido enormemente el ejemplo de la isla de El Hierro. Más allá de la concreción práctica y de las posibilidades reales de todo esto, es amplio el acuerdo en torno a lo que no se quiere: un archipiélago con un modelo energético basado en las energías fósiles, que generan problemas medioambientales y dependencia. Aunque aún muy lejos de ella, la soberanía energética sale reforzada como aspiración. Este acuerdo, me atrevería a decir, es amplio y transversal, atraviesa la sociedad canaria, sus diferentes ideologías y hasta identidades de pertenencia y puede jugar un papel similar al que en otro momento -ahora de manera más débil- jugó la aspiración de convertir a Canarias en una plataforma de paz.

Dos ideas han ido ganando peso en el marco de este debate, a veces tan arisco. Una primera: hay maltrato institucional por parte de España hacia Canarias. La prueba más evidente es el diferente rasero con que se trata a Baleares por parte del Gobierno de España a la hora de valorar proyectos similares e incluso aquéllos con menor riesgo por la menor profundidad a la que se producirían los sondeos. Este maltrato ha sido también comúnmente llamado “trato colonial”, una expresión usada históricamente de manera exclusiva por los independentistas canarios y que ahora utilizan con bastante soltura desde el Presidente del Gobierno canario hasta políticos en otras coordenadas ideológicas. Segunda idea: Aumenta la conciencia de la necesidad de un recentramiento de los intereses de Canarias, que no coinciden con los españoles. Se ha puesto en evidencia que existe un conflicto de intereses y que el Gobierno de España tiene claras sus prioridades en ese sentido. Así las cosas, resulta obvio que el Gobierno de Canarias, la sociedad civil canaria,… debe también definir sus propias prioridades y su propia agenda. Sale así reforzada la idea de que todo lo que suceda en tierras y aguas canarias, debe ser decidido en Canarias y no fuera de nuestro país. Aquí vivimos, aquí decidimos.

Por último, opino que aquellos ciudadanos dedicados al activismo social en cualquiera de sus frentes podrán notar la enorme diferencia en cuanto a repercusión, capacidad de movilización, etc. que ha tenido la lucha antipetrolera frente a otras luchas igualmente respetables e imprescindibles. Cabe preguntarse el por qué. Seguramente, como suele suceder, son muchas las razones para una diferencia tan abismal pero yo aventuraré una: el haber sido capaces de centrar la lucha en un objetivo claro, más allá de divergencias -en algunos casos enormes como con el asunto del gas y Coalición Canaria-, sin perjuicio de que cada quien siga manteniendo su programa de máximos. Eso y la unidad de acción en la calle, que es lo que espera la mayoría del ciudadano de a pie están siendo claves. A muy poca gente interesan las diferencias que puedan existir entre las organizaciones. Muchas veces ni siquiera a los militantes de las mismas. La ciudadanía agradece que se movilice en torno a un objetivo bien definido sin mayores distingos y lo demuestra masivamente en las calles. Ni siquiera una prensa vendida puede obviar algo así. No me parece mala lección para el futuro.

Vaya aquí este puñado de elementos positivos por si sirviera de algo ponerlos por escrito. Presiento que, una vez más, me quedé corto y son muchas las cosas que no incluí en esta entrada. La diferencia es que esta vez me alegro de ello.

* Josemi Martín nació en Gran Canaria, Islas Canarias. Afincado en España, también ha vivido en diversos lugares del Reino Unido, además de estancias en Portugal, Estados Unidos e Irlanda. Filólogo y docente, realiza estudios de Antropología y es un apasionado de los Estudios Canarios. Contribuye con otros muchos a la creación del pensamiento crítico canario, autocentrado e independiente.